A horas de llegar a la sede del Mundial, la devoción por el 10 se incrementa. Camisetas, cantitos, gigantografías, carteles, mensajes en un museo… Aquí, la fiebre Messi qatarí.
OLE. – Asombra. A veces, un poco, asusta. No hay que tener temor, justamente, en decirlo. La locura por Lionel Messi trasciende fronteras, rompe barreras culturales, une. Sobre todo eso, une. Aquí en Qatar eso se nota como en ninguna otra parte. Leo tiene una ONU propia, que lo sigue, que lo admira y que, sobre todo en estas tierras, lo endiosa. “Es es el Mundial de Messi, este es su Mundial”, se escucha, se repite. No es lo que asombra. Es lo que ilusiona. Y también, un poco, lo que asusta: enseguida hay que buscar algún famoso anulo mufa, como se dice en estos tiempos. Así, bajo una fiebre Messiana, espera la sede mundialista al 10, a horas de su llegada con la Selección.
Esa primera referencia se suma a otra, clásica, tradicional, conocida. La asociación Maradona-Messi permanece inalterable en el tiempo. Y en el planeta fútbol. “¿Argentina? Maradona”, sigue siendo una respuesta habitual, que se escucha por la excéntrica Doha, la histórica y la moderna. Leo se sumó hace rato a esa causa. “¿Argentina? Messi”. No es uno. Son dos gigantes que hacen bandera, que nos enorgullecen, que nos hicieron y nos hacen creer que en esto del fútbol somos los mejores (como si no nos alcanzara con nosotros mismos).
Messi en los edificios, Messi en los carteles, Messi en las miles de autopista (la vida aquí es un constante trayecto por ellas), Messi en la camiseta celeste y blancas (pocas originales, por ahora, al menos hasta que llegue en masa el público argentino), Messi en las gigantografías de los “falsos” hinchas, “Messi, Messi, Messi” en los cantitos de los hindúes, de los egipcios, de los marroquíes… Es impresionante cómo su fútbol atraviesa el mundo. Es impresionante lo que le espera a Leo en Qatar, al que todos ven como la gran estrella y no sólo porque esté hoy en el PSG qatarí. Es la imagen del Mundial. Y no hay dudas.