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La Base Carlini de la Antártida Argentina siguió registrando hoy movimientos sísmicos de menor intensidad que los de “5.0 y 5.2 en la escala Richter” producidos el fin de semana, y “tanto el personal como las instalaciones se encuentran en perfecto estado”, confirmó el jefe de la dependencia, Mayor Gustavo Sánchez, en diálogo con medios fueguinos.

“Anoche, cerca de las 23, se produjo una réplica y hoy a la mañana otra más. Son vibraciones de unos pocos segundos pero que se perciben con claridad. Lo importante es que estamos bien, sin problemas”, afirmó Sánchez.

El jefe de la base ubicada en la Isla 25 de Mayo recordó que en el lugar se encuentran 25 argentinos, 18 pertenecientes al Ejército, 2 al Servicio Meteorológico, 2 a la Dirección Nacional del Antártico (DNA), 1 jefa científica y 2 ingenieros del Instituto Antártico Argentino.

“El único cambio en la rutina consiste en recorridas que se realizan a todas las instalaciones después de cada temblor, para evaluar posibles daños. Hasta ahora no se ha detectado ninguna anormalidad”, indicó el mayor Sánchez en comunicación con Radio Provincia de Ushuaia.

También mencionó que debido a los protocolos de prevención por el coronavirus, la dotación no tiene ningún contacto presencial con miembros de otras bases, mientras que la carga que llega a través de un avión Twin Otter “se desinfecta a través de un protocolo estricto”.

Por su parte, el secretario de Malvinas, Antártida, Islas del Atlántico Sur y Asuntos Internacionales del gobierno de Tierra del Fuego, Andrés Dachary, informó que mantuvo contacto con los maestros antárticos Mariana Ibarra y Víctor Navarro, quienes se desempeñan en la escuela Nº 38 de la Base Esperanza, donde también se registraron los movimientos.

“Ellos se encuentran bien. Nos comentaron que desde el jueves pasado soportaron vientos de hasta 180 kilómetros por hora con nieve y granizo, llegando incluso a suspender las clases el viernes. Por esas circunstancias no sintieron el terremoto y lo importante es que están todos bien”, insistió Dachary.

Hay un lugar en el mundo en el que nada ha cambiado y la vida sigue igual, donde los niños van a la escuela y no existe peligro en salir al aire libre. Claro que se trata de una zona en la que apenas se sale, por el frío, y que ya de por sí está aislada, pero “¿en qué lugar del mundo vas a estar más seguro que en la Antártida?”.
Son palabras a Efe del jefe de la argentina Base Antártica Esperanza, el teniente coronel Norman Walter Nahueltripay, quien se encuentra destacado allí con otras 62 personas, incluidos su mujer y sus dos hijos, todos ellos espectadores desde la lejanía de la pandemia del COVID-19 que ha paralizado al resto del mundo.

Trabajo y escuela, sin cambios en la Antártida

Se decir que uno ya está aislado naturalmente en la Antártida”, reflexiona Nahueltripay, líder de esta expedición argentina durante doce meses, tras los cuales otro destacamento reemplazará al actual.

Se trata de la única base argentina que se asemeja a un poblado, porque los militares acuden con sus familias durante un año y hay un colegio público para que los niños desarrollen el curso con normalidad.

Los habitantes de Base Esperanza, situada en la península Trinidad, que a su vez es una extensión de la península Antártica, continúan haciendo la tan extrañada vida normal que el resto del mundo se pregunta cuándo regresará.

La cuarentena no es obligatoria en esta base científica: “nosotros hacemos exactamente hoy en día las mismas actividades que veníamos haciendo habitualmente”, dice Nahueltripay.

Entre ellas se encuentran trabajos de sismografía y biología -los pingüinos forman parte del entorno en la base-, así como el mantenimiento de los diferentes edificios que componen el lugar y una pequeña radio local que emite con regularidad.

Los niños que están en primaria mantienen sus clases presenciales con dos maestros que también viven allí durante todo un año y que designa la provincia de Tierra del Fuego que, aunque sea el sur para todo el mundo, es “el norte” para ellos, tal y como se expresa Nahueltripay.

Aquellos que están cursando la secundaria lo hacen a distancia, por Internet. Es decir, que desde hace unas semanas están exactamente en las mismas condiciones que el resto de los estudiantes argentinos.

En total, hay 15 menores en edad escolar en este campamento científico del Ejército argentino.

A los pequeños les gusta salir a jugar con la nieve, afirma Nahueltripay. Son los únicos niños argentinos que pueden darse el lujo de salir a jugar a la calle, aunque no puedan hacerlo mucho tiempo debido a las bajas temperaturas.

El año perfecto para vivir en la Antártida

“Si hubiese apuntado un año en el que querría venir a vivir con familia un año a la Antártida, es este”, comenta el jefe de la misión, de 43 años y natural de la provincia de Chubut, quien durante la conversación realiza una guardia alejado de la base, entre vientos de 120 kilómetros por hora que hacen crujir las paredes del habitáculo desde el que se desempeña.

En Argentina, el coronavirus se ha cobrado 90 víctimas y hay 2.142 infectados, mientras rige un estricto aislamiento social obligatorio decretado por parte del Gobierno de Alberto Fernández. En todo el mundo se han superado hoy los 100.000 fallecidos y hay mas de millón y medio de contagiados.

A todos los argentinos y al resto de quienes están confinados en sus casas, Nahueltripay, aislado de facto desde el pasado diciembre, les da un consejo de experto para superar el encierro.

“El factor de éxito está en programar absolutamente todas las actividades que uno puede hacer durante el día, y tratar de variar esas actividades si extienden la cuarentena”, indica.

Asimismo, a quienes tengan hijos les recomienda dedicarse a lo mismo que empezó a hacer él desde que llegaron al lejano sur: “aprovechar ese tiempo de familia que uno pierde cuando trabaja fuera de casa todo el día”.

Preocupados por sus familiares en Argentina
Nahueltripay comenta que todos en Base Esperanza están “preocupados” por sus seres queridos en el continente sudamericano, pero que por fortuna no hay ningún familiar suyo contagiado.

Tampoco falta a su llamada semanal con un científico italiano que pasó los meses de diciembre y enero en la base antes de volver a su país, y por el que Nahueltripay y sus colegas consultan para comprobar si está bien en uno de los países más afectados de la tragedia. Ese sismógrafo pasó casi de manera directa del aislamiento antártico al aislamiento en casa.

Aunque ahora, en abril, el clima ya empeora en la Antártida y no reciben visitas, durante los meses del verano austral sí que tuvieron algunas, como los cargamentos de suministros e incluso turistas que viajan a la zona. Fue justo antes de la propagación mundial del coronavirus.

Aquellos meses fueron los de mayor peligro para ellos, y tomaron las medidas que entonces el Ministerio de Defensa argentino consideró oportunas.

“Cuando este problema surge en Wuhan (China), cada uno debía pedirle a todo buque que venía a la Antártida una declaración jurada”, recuerda.

Pasada la época estival, el contacto con el exterior es prácticamente nulo.

“No hay ningún otro continente al que no haya llegado el virus. Hasta en las Islas Malvinas ha llegado”, comenta el teniente coronel.

Desde la Base Esperanza seguirán por televisión, hasta el próximo diciembre -fecha en la que finalizan su expedición-, cómo lidian con la pandemia sus familiares, que cuando los vieron marchar al continente helado pensaron de manera errónea que ellos eran los únicos que iban a experimentar lo desconocido.

Fuente: La Patilla

Científicos brasileños afirman que la temperatura en Isla Marambio alcanzó los 20,75ºC el 9 de febrero. Para el Servicio Meteorológico argentino, el dato podría ser erróneo.

Hace una semana Clarín informó que el 6 de febrero la temperatura en la Antártida, puntualmente en Base Esperanza, había llegado a los 18,3ºC, la más alta informada desde 1961, cuando se empezó a tomar nota de estas mediciones en el continente meridional. En sintonía con ese dato, este jueves surgió otro igual de preocupante en términos de cambio climático y calentamiento global: científicos brasileños que siguen de cerca la temperatura en Isla Marambio habrían registrado, el 9 de febrero, un récord de 20,75ºC.

Sin embargo, para los expertos argentinos del Centro Meteorológico Antártico Marambio conviene tomar con pinzas la información recabada por esos investigadores y difundida por el medio británico The Guardian. Según explicó desde Base Marambio Viviana López, jefa de ese servicio, “el dato podría no ser fidedigno. En cambio, el dato oficial medido en abrigo meteorológico correspondiente al 9 de febrero fue de 15,5ºC a las 16 horas”.

Sin llegar a los 20ºC, unos días antes, el 6 de ese mes, la máxima había alcanzado 15,8ºC, un récord suficientemente alto en comparación a otros febreros, lo que para los expertos argentinos podría ser una consecuencia negativa del calentamiento global. Cabe recordar que las temperaturas “esperables”en la Antártida para esta época del año oscilan entre 1ºC y -4ºC.

Pero, ¿por qué tanta diferencia entre lo registrado de manera oficial y los datos de los brasileños? ¿Se impulsa cierto alarmismo? Según López, “si bien es cierto que hay efectos de la geografía del lugar que podrían generar diferencias, al estilo de las que ocurren en la ciudad de Buenos Aires, donde uno puede registrar 30ºC en Villa Ortúzar y 25ºC en Aeroparque como efecto de la brisa costera, en este caso hay que ver de qué manera tomaron la temperatura estos investigadores”.

La meteoróloga aclaró que “si tienen un termómetro al que le da el sol, por ejemplo, la temperatura se va a ver influenciada por la radiación”. Y si se tratara de una estación meteorológica automática (lo que para ella es altamente probable), “es complejo porque no se sabe cómo está calibrada… hay muchos fenómenos que podrían influir, generando distorsiones en la medición”.

Por lo pronto, la información difundida por The Guardian proviene del equipo Terrantar, un proyecto del Gobierno de Brasil que monitorea el impacto del cambio climático en lugares como la Antártida. Desde esa entidad aclararon que los registros que tomaron «deberán ser confirmados por la Organización Meteorológica Mundial, pero son consistentes con una tendencia más amplia en la península y las islas cercanas, que se han calentado casi 3ºC desde la era preindustrial, una de las tasas más rápidas del planeta”.

“Estamos viendo la tendencia al calentamiento en muchos de los sitios que estamos monitoreando, pero nunca hemos visto algo así”, dijo Carlos Schaefer, miembro de ese equipo de investigación, al medio inglés. Agregó que estos aumentos de temperatura parecen estar influenciados por los cambios en las corrientes oceánicas y los eventos del fenómeno climático conocido como “El Niño”.

Sean 15ºC, 18ºC o 20ºC, los aumentos de la temperatura en la Antártida preocupan, considerando que la región almacena, bajo la forma de nieve y hielo, cerca del 70% del agua dulce del planeta. Un derretimiento absoluto (que llevaría siglos) haría que el nivel de mar creciera de 50 a 60 metros, lo que daría lugar a efectos tan obvios como inesperados para los humanos, informó Clarín.

El robot que se desplaza bajo el hielo en el próximo verano austral en la Antártida será usado en el futuro en una misión para buscar vida extraterrestre en una luna de Júpiter en 2025.

La NASA probará un robot que se desplaza bajo el hielo en el próximo verano austral en la Antártida con miras a usarlo en el futuro en una misión para buscar vida extraterrestre en una luna de Júpiter en 2025, informó hoy la División Australiana Antártica (AAD, por sus siglas en inglés).

El robot autónomo de un metro de longitud, que es capaz de operar en el agua, tiene ruedas independientes que le permiten desplazarse por debajo del hielo, indicó un comunicado de la AAD.

Este robot es capaz de «adherirse a la parte inferior del hielo y moverse al revés mediante ruedas, de modo que puede acercarse a la interfaz entre el hielo y el agua para realizar mediciones sensibles», explicó Andy Klesh, del laboratorio Jet Propulsion de la NASA, en el texto divulgado por la agencia de noticias EFE.

El equipo, que ya fue desplegado en Alaska y el Ártico y será puesto a prueba en la Antártida en los alrededores de la estación australiana Casey durante tres semanas, puede permanecer, como lo hace un submarino, en un solo lugar por períodos largos de tiempo sin gastar su energía.

La NASA tiene previsto ir a Júpiter en 2025 para investigar a una de sus lunas heladas, denominada Europa, en donde se cree que hay muchas posibilidades de encontrar vida extraterrestre en el Sistema Solar.

«La misión Galileo de la NASA a Júpiter a finales de 1990 investigó las lunas del planeta, incluyendo Europa. Encontraron fuertes evidencias de un océano salado que estaba debajo de la gruesa corteza de hielo de Europa, así como un piso oceánico rocoso», dijo Kevin Hand, científico de la NASA.

«Este océano salado puede tener más del doble del agua de la Tierra y posee todos los ingredientes correctos para que vivan organismos de simples formas de vida», precisó el experto del Laboratorio Jet Propulsion de la NASA en el comunicado.

En la luna Europa, la NASA tendría que taladrar entre 10 y 20 kilómetros de hielo antes de que pueda llegar al agua, un tema que aún no fue resuelto.

«Es probable que tengamos que dejar caer discos de transmisión cada 100 metros para llevar las señales desde el robot hasta una estación base de superficie, antes de que la información sea transmitida a la Tierra vía satélite», explicó Klesh, informó Télam.

Un grupo de investigadores de la Universidad de Coimbra (UC) detectó, por primera vez, restos de microplásticos en la cadena alimentaria de los pingüinos que habitan en la Antártida, un hallazgo que los expertos han calificado de «alarmante» y publica hoy la revista Scientific Reports.

El estudio revela que al menos en el 20 por ciento de las muestras de heces de pingüinos analizadas había restos de microplásticos, con partículas de menos de 5 milímetros de volumen.

El material era de diferentes tipologías y colores, por lo que hay «una gran variedad de posibles fuentes de estos microplásticos», según un comunicado de la UC.

«Estos datos resaltan la necesidad de una evaluación adicional de los niveles de microplásticos en esta región sensible del planeta, específicamente estudios sobre tendencias temporales y efectos potenciales sobre pingüinos y otros organismos en la red alimentaria marina antártica», dice la investigación.

Según Filipa Bessa, una de las científicas portuguesas partícipe de la investigación, «es alarmante que los microplásticos ya hayan llegado a la Antártida».

Se confirma así, insistió, que «nuestro estudio es el primero en registrar microplásticos en la cadena alimentaria marina antártica».

“Las microfibras fueron la principal categoría de microplásticos registrados, indicó Bessa, “que pueden ser resultado de lavar ropa o la fragmentación de redes y cuerdas de la industria pesquera desechadas en los océanos”, agregó.

La investigadora subrayó la complejidad del problema, debido, entre otros factores, a que existen «diferentes fuentes de contaminación»de las que provienen los microplásticos, según informó la agencia Efe.

José Xavier, otro de los especialistas que intervino en la investigación, advirtió de la importancia de este trabajo, ya que «los microplásticos pueden causar efectos tóxicos en los animales marinos y no se sabe aún lo que podrán provocar en los animales de toda la región de la Antártida».

«A pesar de su lejanía, el ambiente antártico puede estar sujeto a fuentes locales de contaminación plástica provenientes de actividades como la pesca, el turismo o las estaciones de investigación», se lee en la investigación.

«Por lo tanto, los microplásticos podrían llegar a la Antártida a través de tres rutas distintas: desde actividades humanas locales, desde fuera de la Antártida en la atmósfera o por circulación oceánica o biotransporte por organismos que migran a la Antártida desde aguas más al norte e inducidos por la dispersión provocada por la tormenta y el calentamiento global», concluye el estudio.

Con temperaturas que por momentos desciende a menos de diez grados bajo cero, las tres Fuerzas Armadas entrenan durante 25 días en la cordillera neuquina para prepararse a integrar en 2020 las futuras dotaciones en las bases argentinas desplegadas en la Antártida.

El lugar de este entrenamiento es la zona de Caviahue-Copahue que tiene condiciones climáticas semejantes al continente blanco.

Forma parte de un curso de ocho meses que inicia en marzo y se extiende hasta fines de octubre, y que dentro de su formación tiene una etapa práctica en la zona neuquina desde agosto a septiembre. Es un requerimiento obligatorio para el futuro personal que integrará las dotaciones en el continente más austral durante el próximo año.

“Los cursantes adquieren los conocimientos y el adiestramiento para poder cumplir sus funciones en la Antártida. Es por eso que estamos en un ambiente similar al antártico, donde aprenden y se adiestran en varias disciplinas”, informó el coronel Carlos Montenegro, director de la Escuela Antártica Conjunta, que depende del Comando Conjunto Antártico.

Es un entrenamiento físico e intelectual para prepararse a las exigencias psicofísicas, a las extremas condiciones meteorológicas y al aislamiento que se verán expuestos en los hielos polares.

En el curso dictado por el Comando Conjunto Antártico, los participantes reciben instrucción de supervivencia, esquí, operación con botes neumáticos, navegación terrestre, conducción de vehículos antárticos, actividades de mantenimiento de base y operación con aeronaves.
Las actividades sobre agua se realizan en el Lago Caviahue.

Montenegro explicó que esta etapa tiene momentos donde se experimenta la diferencia entre vivir en el centro de adiestramiento que es similar a una base Antártica y otra donde se pasa la noche en una zona cercana a Copahue.

Señaló que esta última es “similar cuando en la Antártida se hace alguna patrulla o tarea fuera de la base en las cuevas de nieve o en los iglúes que ellos construyen y se hace para que tengan la experiencia de esa forma de pernoctar fuera de las base”.

Gran parte de esta etapa del curso transcurre en el Centro de Adiestramiento Antártico de Caviahue que es casi una réplica de una base. Tiene un dormitorio principal, una cocina, una enfermería y una sala de comunicaciones.

En Caviahue se encuentran 120 participantes entre cursantes e instructores. Entre ellos hay dos miembros de la Dirección Nacional del Antártico, once del Servicio Meteorológico Nacional, dos maestros de Tierra del Fuego postulantes a desempeñarse en la escuela de Base Esperanza y dos oficiales del Programa Antártico Uruguayo que cumplirán funciones en la base Antártica Artigas.

Durante la estadía en la cordillera neuquina, los aspirantes se levantan cada día a las siete de la mañana , reciben las directivas de los instructores y llevan a cabo la actividad que se prolonga hasta las 17. Luego regresan para descansar.

El paisaje de Copahue es muy similar a la Antártica. Nos sacamos unas fotos y parece mucho, por la falta de vegetación, por el relieve, por la nieve, y por todo el ambiente que presenta la zona”.

El entrenamiento es en una zona cercana a un refugio que tiene el Regimiento de Infantería de Montaña 21, que está en Las Máquinas. Un lugar intermedio entre Caviahue y lo que es el pueblo de Copahue. “Algo muy importante para nosotros es que se conozcan con situaciones difíciles, con el esfuerzo y en el trabajo en equipo”, destacó Montenegro.

Previo a esta etapa práctica cada uno se capacitó de acuerdo a la tarea que realizará en la Antártida ya sea como carpinteros, médicos, mecánicos y cocineros, entre otras.

Montenegro graficó que durante el curso en Neuquén los cocineros preparan los platos con víveres que se usan en la Antártida.
“Los víveres que se llevan en realidad no difieren mucho de lo que uno pueda tener acá en el continente. Pero como en la Antártida se llevan una vez por año, algunos tienen ciertas particularidades como el huevo en polvo, la leche en polvo y las verduras son todas enlatadas”, aclaró.

Por esta razón dijo que se busca que a lo largo del año que los cocineros se adiestren “con este tipo de víveres para realizar los distintos menús y también en lo que es repostería y panadería”.

Los carpinteros hacen tareas propias de una base antártica como puede ser construcción de muebles, reparación de aberturas, fabricación y mantenimiento de trineos de madera.

Los mecánicos hacen trabajos con instalaciones sanitarias, de gas, equipos de calefacción, cámaras frigoríficas, planta de tratamientos, de agua y de vehículos de nieve.

Por su parte, los médicos y los enfermeros adquieren conocimientos generales porque allá pueden tener que realizar tareas de distintas especialidades.

La Fuerza Aérea practica sus operaciones desde Loncopué

La construcción de iglú para pernoctar es una de las tareas de los cursantes.

La Escuela Antártica Conjunta trabaja a la par con la Fuerza Aérea con operaciones desde Loncopué.

Se trata del Ejercicio Glaciar que se repite cada año donde se hacen maniobras con todas las aeronaves que operan regularmente en la Antártida. Hay helicópteros, el avión Twin Otter y el Hércules C-130, entre otros.

“Con la particularidad que el avión aterriza sobre glaciares en la Antártida y acá lo hace sobre terreno nevado. Se aprovecha a realziar el adiestramiento en esta zona y nuestros concursantes aprenden también a guiar y abordar todo tipo de aeronaves y en medidas de seguridad”, informó Carlos Montenegro.

En febrero de este año el país logró una maniobra histórica en la Antártida. Un avión DH6 Twin Otter de la Fuerza Aérea Argentina unió la base antártica Marambio con la Belgrano 2, y fue un viaje inédito entre la Base Marambio con la Unidad más austral de la Argentina.

Fue un paso más que se inició en 1942, cuando por primera vez en la historia un avión argentino surcó los cielos del continente blanco.

El lago Caviahue es el escenario de operaciones de supervivencia y de buceo.

La recta final de la preparación

Una vez que concluya la etapa más práctica en Caviahue, seguirá otra de capacitación general sobre política antártica, geografía antártica, biología, protección medioambiental, meteorología y sanidad, entre otros temas. En el caso de los que se desempeñen el próximo año como jefes de base serán instruidos en administración.

“En estos ocho meses tratamos que el concursante adquiera la mayor cantidad de conocimientos para cumplir correctamente sus funciones el próximo año en la Antártida”, subrayó Montenegro.

El curso empezó en marzo y se va a extender hasta fines de octubre. Una vez concluido empiezan a trabajar por dotación y comienzan a recibir cada una de las cargas que tienen que transportarse a las bases. “Llámese víveres, repuestos, y todos los insumos necesarios para abastecer las bases”, precisó.

Comentó que el futuro personal de las dotaciones prepara las cargas y la entregan en el Puerto de Buenos Aires, al buque que tienen asignado para hacer ese relevo.

“Generalmente es el rompehielos Almirante Irizar, pero a veces se usan otras barcos de menor porte que también apoyan la actividad antártica, y la van a recibir en las bases cuando se hagan los relevos de dotación”, explayó.
En los meses de verano es el momento de los relevos de las distintas bases en la Antártida, y aquellos que ya estuvieron un año regresan al continente.

La experiencia de tres campañas Antárticas

“Como siempre se dice, la Antártida te atrapa. Preferís volver, quedás muy identificado con la tarea que se realiza allá”, declaró Montenegro que participó en tres campañas anuales en el inhóspito continente.

Reveló que tuvo “una muy buena experiencia” y contó que una vez estuvo alojado con su familia en la Base Esperanza. Es un lugar con científicos, maestros de escuela, dotación de Ejército y Aeronáutica y sus respectivas familias.

La última vez que formó parte de una dotación fue en 2013 donde fue jefe de la Base Esperanza. Al narrarlo no oculta sus ganas de regresar.

El entrenamiento se hace desde 2012 pero la vinculación viene desde mucho antes , cuando hace más de sesenta años Hernán Pujato, pionero de la Antártida, vio el potencial de la cordillera neuquina, así lo informó Rio Negro.

La fórmula de Juntos por el Cambio se impuso en las elecciones PASO de ayer en la Antártida Argentina, donde obtuvo el 77,35% de los votos contra apenas el 3,77% del Frente de Todos, que quedó en quinto lugar, según los datos oficiales divulgados por la Justicia Electoral.

Mauricio Macri y Miguel Ángel Pichetto lograron 123 votos sobre un total de 159 contabilizados en las seis bases del Continente Blanco, mientras que Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner reunieron 6 sufragios.

En las instalaciones donde predomina el voto militar, el segundo lugar de los comicios fue para el Frente Nos, que postulaba a Juan José Gómez Centurión, con 11 votos (6,91%) mientras que tercero fue José Luis Espert, de la Alianza Despertar, con 10 votos (el 6,28%) y cuarto Roberto Lavagna, de Consenso Federal, con 8 votos (el 5,03%).

Otras cinco fuerzas políticas (el MAS y el Frente Patriota, el Partido Autonomista, el Frente de Izquierda y el Movimiento de Acción Vecina) no obtuvieron ningún voto, mientras que se registró un solo voto en blanco y dos nulos, con un nivel de participación del 52,78%.

Por su parte, en el estamento de legisladores, Juntos por el Cambio logró el apoyo de 131 votos (el 81,87%) para su lista de senadores y 128 votos (el 80%) para su lista de diputados, así lo informó la Agencia Télam.

En segundo lugar se ubicó Consenso Federal (7 votos, 4,37%) y en tercero el Frente de Todos (6 votos, 3,75%) tanto en senadores como diputados.

El frente «Vamos todos a vivir mejor», que responde al gobernador electo de Tierra del Fuego, Gustavo Melella, logró un solo voto para sus listas legislativas, mientras que el Partido Obrero y el Partido Social Patagónico, de la ex gobernadora fueguina Fabiana Ríos, obtuvieron cero sufragios y se registraron 15 votos en blanco en senadores y 18 en diputados, y uno fue anulado.

Las seis bases antárticas afectadas a las PASO de ayer fueron Esperanza, San Martín, Carlini, Marambio, Orcadas y Belgrano II.

El reptil medía 11 metros y pesaba más de 12 toneladas. Los restos están en el Museo de La Plata.

Científicos argentinos hallaron los restos de un reptil marino con apariencia muy similar al «Monstruo del Lago Ness» en la Isla Marambio de la Antártida, lo que generó el asombro de la comunidad.

Los huesos encontrados permiten determinar que el espécimen medía 11 metros, pesaba más de 12 toneladas y vivió poco antes de la extinción masiva de los dinosaurios, informó la agencia de noticias científicas de la Universidad Nacional de la Matanza (CTyS-UNLaM).

«Se extrajo un ejemplar muy importante en la Isla Marambio; es el elasmosáurido más grande del mundo», detalló el paleontólogo José O’Gorman, del Museo de La Plata (MLP) y del CONICET, principal autor del estudio que fue publicado recientemente en la revista Cretaceous Research.

Debido al gran tamaño y peso, el traslado se realizó en varias etapas llevadas a cabo por Instituto Antártico Argentino y culminó en 2017.

Este reptil gigante se destaca por ser el elasmosáurido más cercano a la extinción de los dinosaurios que se haya descubierto en el continente blanco, de acuerdo a la publicación.

«Este hallazgo es muy próximo al final del Cretácico, cuando se estima que cayó un gran meteorito y ocasionó la desaparición de muchas especies», indicó Marcelo Reguero, investigador del Instituto Antártico Argentino y del MLP que participó de la investigación.

En ese sentido, O’Gorman detalló que el descubrimiento refuerza la idea de que la extinción que se produjo hace 65 millones de años fue catastrófica «porque este ejemplar vivió unos 30 mil años antes, fue muy próximo a ese suceso, y demuestra que este ambiente marino de la Antártida continuaba soportando animales de gran tamaño».

«Pareciera que no hubo una preparación, que fue una extinción masiva, sin previo aviso», insistió.

Los restos del reptil gigante hallados son parte de su columna vertebral, parte de sus aletas anteriores y posteriores y algunos elementos de la cintura escapular, y se encuentran en el Museo de La Plata.

 

 

diariopopular

La población de pingüinos emperador está desde hace años en franco retroceso y un estudio publicado en la revista científica Antarctic Science da cuenta del motivo: los pingüinos están muriendo porque su hábitat se derrite.

El estudio califica de “catastrófico” lo que viene ocurriendo en la colonia Halley, del segundo asentamiento de pingüinos emperador. Emplazado en una bahía en el Mar de Weddell, esa colonia recibía hasta 25.000 parejas que cada año iban hasta allí para reproducirse.

Lo que cambió en los últimos años es que el hielo de la plataforma donde los pingüinos anidan se derrite antes de tiempo. Las bahías como la Halley, protegidas del inclemente clima antártico solían tener durante el verano el suficiente hielo para asegurar la reproducción de los pingüinos. Si el hielo se rompe antes de que hayan mudado sus plumas y fortalecido también sus pulmones, los pichones mueren al caer al agua porque no pueden nadar.

De acuerdo a la investigación, el comportamiento de la capa helada de la bahía de Halley empezó a variar en el comienzo de la primavera de 2015. Peter Fretwell y Philip Trathan, los científicos del British Antarctic Survey autores del estudio, asocian el cambio al fenómeno de El Niño, por el cual entonces se registró el mayor clima tormentoso de los últimos 60 años, con fuertes vientos y una reducción récord del hielo marino.

Al año siguiente de aquel fenómeno, el hielo se quebró en octubre, antes de que los pichones de pingüino estuvieran fuertes para sobrevivir. Lo mismo ocurrió en 2017 y 2018.

Las dificultades para la reproducción en la Halley han llevado a que se haya multiplicado por diez la población de la colonia de pingüino emperador de Dawson-Lambton, situada a 55 kilómetros al sur.

El estudio de Fretwell y Trathan confirma lo que anticipaban otras investigaciones sobre los riesgos que enfrentan los pingüinos emperador por el cambio climático. Ya en 2014 en la revista Nature Climate Change fue publicado un estudio de Institución Oceanográfica de Woods Hole, que advertía que esa especie se reduciría drásticamente como consecuencia del calentamiento global.

 

 

Pagina 12

Integrantes de las fuerzas armadas argentinas rescataron a una dotación de 13 científicos de la República Checa que se encontraba varada en la Antártida, bajo adversas condiciones meteorológicas.

El operativo estuvo a cargo del Comando Conjunto Antártico (Cocoantar), quien recibió la solicitud de rescate de parte de la dotación científica de la base antártica de la República Checa «Johann Gregor Menderl».

Luego de consultas con el Ministerio de Defensa y la Cancillería, el comando -dependiente del Estado mayor Conjunto- inició el operativo aéreo para el rescate, según informó el Departamento Comunicación Institucional y Prensa del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, en un comunicado de prensa.

El pasado 26 de febrero, el Cocoantar recibió del Comando del Area Naval Austral (ANAU) una solicitud realizada por la 3era Zona Naval de Chile, con el objetivo de rescatar a científicos del Instituto Antártico de la República Checa.

Los buques de la Armada chilena no habían podido rescatarlos debido a las condiciones del mar en la zona de la Isla Ross, al norte de la península antártica, donde se encuentra la base de ese país.

«La difícil situación glaciológica imperante en el estrecho Antarctic impedía el ingreso de buques», se precisó en el comunicado.

Además, los científicos tenían una previsión logística -de alimentos y otros elementos- hasta el 1 de marzo, con lo cual el rescate debía realizarse en el corto plazo.

Finalmente, el pasado sábado 2 de marzo, un helicóptero Bell 412 de la Fuerza Aérea Argentina y un avión DH6 Twin Otter en apoyo -ambos asentados en la Base Marambio- lograron transportar a 13 científicos checos y 800 kilos de carga hacia la Base Esperanza.

En la base argentina se les proporcionó alojamiento, asistencia sanitaria y se les brindó la atención necesaria para esperar el regreso hacia su país de origen.

Según se precisó, «el repliegue se producirá en los próximos días utilizando las unidades navales disponibles, entre ellas el rompehielos ARA Almirante Irízar y los avisos ARA Bahía Agradable y ARA Islas Malvinas, este último integrando la Patrulla Antártica Naval Combinada (PANC), conformada entre la Argentina y Chile».

«Con esta acción, queda demostrada la importante capacidad de nuestro país para proporcionar soluciones a la vida en la Antártida, aplicando una vez más la capacidad de la acción conjunta de las FFAA, apoyada en la experiencia antártica de su personal, la versatilidad de sus medios navales y aéreos y la ubicación estratégica de sus Bases en el Sector Antártico Argentino», destacó el comunicado.

Actualmente se está realizando la Campaña Antártica de Verano 2018-2019, bajo la coordinación y responsabilidad del Cocoantar, que tiene como objetivo «realizar todas las acciones de abastecimiento de las bases argentinas y el apoyo logístico a las actividades científicas que desarrolla el país en el continente blanco».

 

 

Diario Uno