A lo largo de la costa de Chubut, hay un sector poco transitado donde el mar impone su ritmo y la vida silvestre puede conservar su equilibrio ancestral. En el recientemente creado Parque Provincial Patagonia Azul, un grupo de investigadores desarrolla programas de monitoreo y restauración que permiten conocer con mayor profundidad la biodiversidad marina del país.
Ignacio “Nacho” Gutiérrez es coordinador del equipo del Proyecto Patagonia Azul de Rewilding Argentina. Conservacionista, habituado a moverse entre colonias de lobos marinos y aves marinas, relata que trabajar en ese entorno implica sumergirse en una experiencia poco común. “Son lugares donde las normas las pone la naturaleza. Aunque ha habido presencia humana, el impacto es muchas veces mínimo, y uno se siente realmente afortunado de poder aportar al conocimiento y la conservación de estas especies”.
En el marco del Día Internacional de la Diversidad Biológica, que se conmemora cada 22 de mayo, estos trabajos cobran un sentido aún más claro: poner el foco en la riqueza natural que muchas veces permanece fuera del radar, y en los esfuerzos concretos por entenderla y protegerla.
Un espacio natural para el estudio de ballenas y aves marinas
Uno de los ejes principales del trabajo de conservación en esta área está centrado en el monitoreo de especies marinas. Las ballenas jorobadas y sei, por ejemplo, son observadas regularmente en campañas embarcadas. En cada avistaje se toman fotografías para su identificación individual y se recolectan biopsias que permiten realizar estudios genéticos. Estos análisis brindan información sobre la estructura poblacional, proporción entre sexos y posibles vínculos entre ejemplares.
Además del trabajo visual y genético, se utilizan hidrófonos sumergidos para captar las vocalizaciones de los cetáceos. Esto permite registrar su presencia incluso cuando no se las puede ver desde la superficie. A futuro, se prevé incorporar dispositivos satelitales para seguir en tiempo real los movimientos de algunos individuos.
El mismo enfoque se aplica a varias especies de aves marinas. Durante la temporada reproductiva, se colocan transmisores satelitales o GPS en pingüinos de Magallanes, cormoranes imperiales y petreles gigantes del sur. El objetivo es conocer en detalle cómo utilizan el espacio marino durante sus ciclos vitales. Las colonias también son monitoreadas mediante cámaras de transmisión en vivo, lo que permite observar su comportamiento reproductivo sin intervenir en su rutina.
Restauración y seguimiento de ambientes costeros
Otro aspecto destacado del trabajo es la restauración de hábitats. Algunas islas del área han sufrido impactos humanos y están siendo objeto de proyectos de recuperación ambiental. Además, proyectos de rehabilitación de fondos marinos a través del cultivo y monitoreo de algas como Gracilaria gracilis y Macrocystis pyrifera, fundamentales para la salud del ecosistema, se están desarrollando.
También se trabaja con el lobo marino de dos pelos, una especie emblemática en la región. Los estudios con dispositivos satelitales permiten registrar sus desplazamientos y evaluar el uso del espacio marino, aportando información clave para su conservación.
El monitoreo de peces, especialmente tiburones, se realiza mediante estaciones de video submarinas de despliegue temporal. Estas cámaras permiten observar de forma no invasiva la fauna ictícola asociada a los ambientes bentónicos.
Aves marinas como indicadores ambientales
Más allá de su valor biológico intrínseco, las aves marinas cumplen un rol clave en los ecosistemas. Al ocupar distintos niveles tróficos y alimentarse en diferentes estratos del mar, permiten obtener indicadores ambientales precisos. “Un petrel que actúa como carroñero, un pingüino que caza en la columna de agua, un cormorán que se alimenta en el fondo: cada uno ofrece una mirada distinta sobre lo que ocurre en el mar”, explica Gutiérrez.
Estas especies, altamente dependientes de los recursos marinos, son útiles para evaluar impactos del cambio climático y alteraciones en las cadenas tróficas. Analizar su dieta, su estado corporal o su éxito reproductivo en tierra firme permite obtener pistas sobre la disponibilidad de alimento en el océano, algo difícil de medir directamente.
Ampliar el conocimiento sobre los ecosistemas marinos
El conjunto de actividades desarrolladas en esta región busca, en definitiva, generar conocimiento sobre especies y procesos ecológicos poco documentados en el mar argentino. “Muchas de estas dinámicas no están registradas, o lo están muy parcialmente. Vivimos encuentros con decenas de ballenas jorobadas en simultáneo, y aún hay muy poca información científica disponible sobre eso en nuestro país”, comenta Gutiérrez.
El trabajo en el Parque Provincial Patagonia Azul aporta datos valiosos para pensar estrategias de conservación a largo plazo y pone en evidencia la diversidad biológica que habita en nuestras costas. Con tecnologías avanzadas y una metodología sistemática, este tipo de iniciativas permite avanzar en el entendimiento de ecosistemas complejos, donde cada especie cumple un rol específico y necesario.