El empresario farmacéutico Ariel García Furfaro declaró durante casi seis horas ante el juez federal Ernesto Kreplak en la causa por el fentanilo contaminado.
Sin pedir su excarcelación, aseguró que está dispuesto a permanecer detenido para que la investigación avance y denunció haber sido víctima de un sabotaje. Según La Nación, también apuntó contra un exsocio como posible responsable.
“Estoy acá para que me corten la cabeza”
Con esa frase, García Furfaro se presentó ante el magistrado. Explicó que su principal preocupación son las familias damnificadas y afirmó que intentará esclarecer lo sucedido. También defendió al personal técnico de sus laboratorios, a quienes calificó como “profesionales de primera línea”.
El empresario sostuvo que el tipo de bacteria hallada en las ampollas adulteradas no proviene del laboratorio, sino de ámbitos hospitalarios, lo que alimenta su hipótesis de un sabotaje. “Si no se investiga, nunca voy a estar tranquilo”, advirtió. En su declaración, acusó directamente a su exsocio Andrés Quinteros y pidió nuevas medidas de prueba.
La acusación judicial y las pruebas técnicas
Furfaro enfrenta cargos graves con penas de hasta 25 años de prisión. La fiscal federal Laura Roteta lo imputó por la adulteración de dos lotes de ampollas de fentanilo (31202 y 31244), en los que el Instituto Malbrán detectó fallas en el sellado y relleno. El empresario insistió en que no tenía tareas técnicas dentro de los laboratorios y que se dedicaba solo a cuestiones comerciales.
Declaraciones de la familia y liberaciones
Además de Furfaro, también fueron indagados sus hermanos Damián y Diego, su madre Nilda —que recuperó la libertad— y directivos de HLB Pharma y Laboratorios Ramallo. Todos buscaron despegarse de la responsabilidad por la producción adulterada.
El presidente Javier Milei lo acusó públicamente de ser “socio eterno del kirchnerismo en la causa del fentanilo”. En tanto, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich destacó que “los responsables del fentanilo mortal están tras las rejas”.
Con una causa que puede derivar en penas muy severas, Furfaro insiste en mostrarse como víctima de un complot. La investigación judicial avanza con diez imputados y pruebas técnicas clave.