Lo confirmó la Subsecretaría de Fiscalización. Tres de esos comercios están en etapa de construcción y se suman a los 8 supermercados que ya están en funcionamiento. Los súper chinos llegaron para quedarse y ante este panorama desde la Municipalidad buscan regular su funcionamiento e imponer condiciones leales de mercado.
En 2016 abrió el primer supermercado chino de Comodoro Rivadavia. Su apertura, sobre la calle San Martín, entre Italia y Francia, no fue sencilla y comenzó con el pie izquierdo. Cuando sus inversores estaban viajando a la ciudad fueron sorprendidos en un control sobre la Ruta Nacional 3 con 2 millones de pesos que no pudieron justificar, y luego, en medio de los trabajos de edificación, la obra quedó atrapada en la interna de la UOCRA (Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina) y el SOUCCh (Sindicato Obreros Unidos de la Construcción de Chubut) que disputaban poder.
Finalmente el súper abrió sus puertas y desde entonces otros 7 comercios de este tipo comenzaron a funcionar en Comodoro Rivadavia. Están ubicados en los barrios Centro, Stándar Norte, Pueyrredón, Las Flores, Jorge Newbery y San Cayetano.
Según confirmó ADNSUR, en los últimos meses otros cinco empresarios pidieron autorización para la apertura de locales, y tres de ellos ya se encuentran en etapa de construcción. Así todo indica que los súper chinos se expanderán en la ciudad.
Ante este crecimiento de la oferta comercial china desde la Municipalidad quieren impulsar una ordenanza para regularizar su funcionamiento y crear condiciones leales de mercado. Es que según se pudo relevar los supermercados chinos se caracterizan por un modelo que incluye pocas personas trabajando, la mayoría de origen chino, y rubros tercerizados.
De esta forma, en el interior de un mismo supermercado conviven más de una firma, ya que generalmente la carne, la verdura y en algunos casos el pan suelen ser explotados por terceros que alquilan el espacio.
La ecuación es perfecta: el propietario del local se evita contratar personal en blanco, las cargas impositivas y sociales, y a la vez tiene un ingreso por el lugar rentado. A contrapartida, el arrendatario puede explotar su negocio sin necesidad de invertir en ladrillos y asegurándose una buena clientela tentada por precios un poco más económicos.
Este combo agranda la rentabilidad de este tipo de negocios en tiempos de crisis, pero impacta en las ventas del comerciante local que compite en la zona, tanto que incluso ha llevado al cierre de comercios locales, indicaron desde la Municipalidad.
Frente a este escenario, se evalúa imponer ciertas normativas que todo comercio que funcione en la ciudad contrate un 70% de personal argentino.
De esa forma, se fomentaría la contratación de mano de obra local, pero a la vez se evitaría la precarización laboral a la se someterían a algunos empleados chinos, que incluso en algunos casos viven en habitaciones construidas en el interior de los edificios donde funcionan los comercios, algo que salió a la luz cuando se realizaron refacciones en el histórico Cine de Kilómetro 8, donde se estaban construyendo dos habitaciones sobre los balcones.
Según indicaron fuentes municipales, la reglamentación aún se está trabajando. Mientras tanto el mercado chino se sigue expandiendo en una ciudad que creció con la fuerza de la inmigración europea y latinoamericana, pero que hace un tiempo comenzó a abrirse a habitantes de otras latitudes.