Sociedad

El “oro verde” que crece pegado a las bardas: una iniciativa trelewense para impulsar la producción olivícola

La plantación está ubicada en la zona de Bryn Gwyn, dentro del ejido de Gaiman, pero a escasos metros de Trelew, de donde es oriundo el inversor que debuta en la producción con este peculiar cultivo desafiando al entorno de la meseta y al viento.

Es reconocido por su inmobiliaria y a través de sus viajes a España pudo constatar la evolución de la producción, lo que derivó en este entusiasta proyecto. Admite que «es un desafío» incursionar en la producción de olivos, ya que es su primera vez y eligió un cultivo que lo acerca a sus raíces italianas y vascas.

El trelewense Pablo Vincenzi se atrevió a invertir en una plantación de olivares, la primera en la zona, por la que busca entusiasmar a otros emprendedores. Pablo recibió a EL CHUBUT Digital con mucho entusiasmo nos mostró Olivares «Don Ivo», con el que homenajea a su abuelo y su padre.

Cada vez que mira a una planta lo hace con una sonrisa, porque quizás lo acerca desde lo más profundo a su raíz, y a la tierra, y apostar por algo totalmente distinto: «Vengo de otros rubros donde los ingresos y egresos son distintos y es mi primera vez en la producción: es casi una aventura, te tiene que gustar».

Vincenzi adquirió las tierras y en base a sus viajes y estadías en diversas zonas de España, comprobó que el suelo y el entorno eran similares a la zona que rodea al área productiva del Valle Inferior del Río Chubut.

La producción de olivares está compuesta, en esta primera etapa, de unas 800 plantas, las cuales se colocaron hace cuatro años y recién el año pasado pudieron sacar una pequeña producción para muestreo de la calidad de aceite. Pero la expectativa es que en el 2024 salga la primera producción neta.

«Son tres hectáreas y media, con 800 plantas con un sistema de siete barra cinco, todo por goteo y a esperar a que produzcan».

Pablo habla de «Don Ivo» e invita a maravillarse, mientras se puede observar alrededor la magnitud de las bardas, y el impacto del surgimiento de las mesetas con un suelo árido y arenoso, y que es muy bueno para este tipo de cultivo.

«La idea es comercializar y abastecer a otras aceiteras».

Pero el paisaje es extraño, porque todos tenemos la foto mental de la producción valletana en las zonas con buenas tierras, rodeada de arboleda y vegetación. Y aquí «venís al medio de la nada», en un sitio resguardado por las bardas de los vientos y las heladas. Pero allí, las plantas se adaptaron y comenzaron a dar fruto.

«Queremos que produzca y que su calidad sirva para que la gente se pueda entusiasmar en encarar una producción de estas características».

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