Max Weber, sociólogo alemán y padre de esta disciplina distinguió entre profesionales de la política y aquellos políticos ocasionales, englobando a los primeros como un grupo que deciden hacer de la política su forma de vida, perpetuándose en el tiempo en cargos públicos. Este autor, a modo de crítica, ejemplificaba esta cuestión con aquellos hombres políticos que no aceptan dejar la función porque sencillamente no saben desempeñarse en otro oficio o profesión.
Por otro lado, los políticos ocasionales, serían aquellos que ocupan un cargo público por un tiempo determinado, no hacen de la política su vida, y su paso por ésta es de manera circunstancial.
Entiendo que esta clasificación es un tanto teórica y en nuestros tiempos podemos vincular la una con la otra, ya que en nuestra sociedad abundan cualquiera de las dos, siendo justamente las dos perjudiciales para nuestra sociedad.
Ahora bien, ¿cómo depositar confianza en una clase política ocasional, que finalizado su mandato vuelve cada uno a su casa, olvidándose de la sociedad a la que gobernaron, sin un proyecto político a largo plazo, observando desde “otro lugar” cómodos y como si fueran de otro planeta?. Donde una alternativa a seguir sería justamente dar un paso al costado en la conducción, y permitir y guiar a gente nueva a ocupar cargos públicos. ¿Cómo depositar confianza en los profesionales de la política, donde estos aspiran a perpetuarse en el poder o en el peor de los casos se autonombran en una institución del Estado, sean ellos o sus familiares más cercanos?.
Hace un tiempo, aproximadamente un mes, viajé a una capacitación a la ciudad de Buenos Aires donde recorriendo la enorme feria artesanal en el barrio de San Telmo.
De esta experiencia me quedaron varias cuestiones; primero que siempre existen excepciones y que el generalizar es erróneo. Pero algo mucho más profundo, es la iniciativa de algunos militantes en apoyar la creación de cooperativas de trabajo, para revalorizar las producciones locales, y esto no es nada nuevo, entendiendo que el sistema cooperativista tuvo sus orígenes en Francia a mediados del siglo XIX.
Sería interesante que nuestros representantes vean las posibles soluciones a los inconvenientes económicos regionales y adopten como una alternativa a las pequeñas unidades de producción de cada región, fomentando un desarrollo sustentable entre la producción y el medio ambiente. Con este último ejemplo, recuerdo las declaraciones de una diputada de nuestra provincia cuando visitó nuestra comunidad hace pocos días atrás, siendo el Honorable Concejo Deliberante quien le abrió las puertas para escuchar su postura frente al proyecto minero en Chubut. Esta funcionaria planteaba la instalación de la minería en la meseta chubutense como única salida de esa zona, sosteniendo que esa región había sido olvidada por muchos años.
Quizás en su planteo encontremos algo de veracidad al referirse sobre el olvido de esa región. Pero no creo que la minería sea la única solución al problema, ya que cualquiera de nosotros que recurra a un libro de historia notará que la instalación de estas empresas en nuestro continente tuvo consecuencias nefastas, desde Potosí en el siglo XVI hasta la actualidad con las empresas instaladas en el norte de nuestro país.
Entiendo que la problemática es mucho más profunda y la solución más compleja, pero lo que no se debe hacer es tratar de tapar el sol con el dedo, tampoco creo que la solución sea llevar fardos de pasto en época de campaña, ni visitar un mes antes del periodo electoral a los vecinos.
Por Fabio Arce