Hoteles, restaurantes y shoppings ven sus ingresos disminuir.
HONG KONG — Era la Semana Dorada, uno de los períodos de compras más ajetreados de Hong Kong, y Matthew Tam y sus compañeros de trabajo en una joyería estaban solos, rodeados de vitrinas de relojes de lujo sin un solo cliente a la vista.
Las ventas de la tienda, en el distrito comercial de Tsim Sha Tsui, se han desplomado 90 por ciento en los últimos meses por la falta de turistas de China continental que se han mantenido alejados desde que iniciaron las protestas contra el gobierno en junio. “No sé cuánto tiempo más podré soportar”, dijo Tam.
Los hoteleros, restauranteros y guías turísticos tienen temores similares al transmitirse en todo el mundo escenas de choques entre policías y manifestantes que ahuyentan a visitantes potenciales.
Durante las festividades de la Semana Dorada de China el mes pasado, los centros comerciales cerraron varios días y los restaurantes ofrecieron descuentos.
Con el rechazo de las autoridades a aceptar las demandas de los manifestantes de tener elecciones libres y de que se investiguen las acusaciones de mala conducta policial, una inconfundible sensación de alarma se propaga.
La industria del turismo es uno de los principales motores de la economía de Hong Kong, pero el número de turistas se ha desplomado. Las llegadas al aeropuerto de Hong Kong en agosto cayeron casi 40 por ciento respecto al año anterior.
Las cifras son contundentes. El índice de ocupación hotelera es de alrededor del 60 por ciento, en comparación con el 91 por ciento a principios de este año. Las ventas minoristas cayeron un 23 por ciento en agosto. Los expertos creen que la economía está entrando en recesión.
La ansiedad por los sentimientos cambiantes se agudizó con un informe de Goldman Sachs que calculaba que al menos 3.000 millones de dólares en inversiones se habían trasladado de Hong Kong a Singapuren los últimos meses.
Ha habido reportes de reajustes laborales, y algunos de los hoteles más lujosos de la ciudad han estado obligando a sus empleados a tomar vacaciones no pagas o recortándoles temporalmente sus salarios.
Zhou Wenhua, de 38 años, ejecutiva de ventas de bienes raíces de Shanghai, estaba encantada de que Disneyland Hong Kong estuviera tan vacío. Ella considera a los manifestantes como niños malcriados que no aprecian al gobierno chino. “Sin el Partido Comunista, China seguiría siendo pobre y débil”, dijo. “Deberían cesar sus disturbios”.
Rodeada de vitrinas con relojes Rolex y Tudor, Cherry Chang, de 30 años, propietaria de una tienda en Tsim Sha Tsui, dijo que las ventas se redujeron a la mitad en los últimos meses. Aun así, dijo estar dispuesta a soportar el dolor financieroa corto plazo en aras de los objetivos más loables de una auténtica democracia. “No me importa perder dinero para apoyar ciertos ideales”, informó El Clarín.