Qué cambió desde aquella epidemia, en la que el gobierno de Beijing no actuó a tiempo y recibió enormes críticas.
Un nuevo coronavirus que se originó en el centro de China ya mató a 259 personas e infectó aproximadamente a otras 12.000. El brote hace pensar inevitablemente en el SARS, que surgió hace casi 20 años también en el gigante asiático.
El Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS) mató a casi 800 personas en todo el mundo entre 2002 y 2003, y en aquel momento, el gobierno chino recibió incontables críticas por intentar encubrir o minimizar el brote.
Desde entonces, China y el estilo de vida de sus ciudadanos han cambiado radicalmente, lo que implica que esta epidemia tiene características propias.
El aumento de los ingresos ha convertido a China, donde la población ronda los 1.400 millones de personas, en la mayor fuente mundial de turistas en la última década, según la Organización Mundial del Turismo, al punto que los turistas chinos son una gran fuente de ingresos para muchos países.
Los chinos hicieron casi 150 millones de viajes al extranjero en 2018, casi diez veces más que los 16,6 millones realizados en 2002, según cifras del ministerio de Turismo.
El auge de los viajes ha complicado los esfuerzos para controlar la propagación del nuevo coronavirus, y las autoridades chinas instaron a los ciudadanos el martes a retrasar los viajes al extranjero.
La población conectada en China creció de 68 millones en 2003 a 829 millones en 2018, según la autoridad nacional de ciberseguridad.
La popularidad de las plataformas de redes sociales Weibo y WeChat ha alimentado la divulgación de información errónea y también hay internautas que comparten remedios falsos para el virus y avergüenzan a los funcionarios ineptos.
Internet también se ha convertido en un campo de batalla entre las autoridades interesadas en mantener la estabilidad y los ciudadanos que alegan un encubrimiento.
Ocho personas fueron reprendidas por la policía de Wuhan por supuestamente publicar afirmaciones falsas en WeChat de que el SARS había resurgido en la ciudad.
China se convirtió en un país mayoritariamente urbano en 2011, yla población de migrantes internos del país casi se duplicó entre 2005 y 2018 para llegar a más de 240 millones, según la Oficina Nacional de Estadísticas.
Viajes y vigilancia
Cada año, la mayor afluencia de viajes del mundo tiene lugar en China cuando los trabajadores regresan a casa para el Año Nuevo lunar desde las ciudades donde trabajan. Muchos de estos trabajadores están a menudo excluidos del sistema público de seguridad social debido a las normas de registro urbano.
La coincidencia del brote de coronavirus y el período de vacaciones ha complicado los esfuerzos para controlar su propagación.
Las autoridades han establecido puntos de control de la fiebre en aeropuertos y estaciones de tren en todo el país y han extendido tres días el periodo de vacaciones.
Con el creciente uso de internet y teléfonos inteligentes, la vida diaria de los ciudadanos está más vigilada por el Estado.
Recientemente, las autoridades han sido cuestionadas por ciertos sistemas de vigilancia: desde cámaras de seguridad con reconocimiento facial hasta aplicaciones utilizadas por la policía para extraer información personal de los teléfonos inteligentes en los puntos de control.
Los responsables de los transportes ferroviarios chinos dijeron el jueves que habían creado un departamento destinado a reunir informaciones sobre los viajeros, fundamentalmente saber qué personas estuvieron sentadas al lado de una persona infectada durante un trayecto en tren.
En el momento del brote de SRAS, los consumidores chinos compraban casi exclusivamente en tiendas físicas y centros comerciales. Solo el 0,07% de las compras en 2003 se realizaban por internet, según la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial.
Ahora, el comercio electrónico y las aplicaciones de entrega a domicilio se han convertido en algo común en las ciudades chinas y los ciudadanos preocupados por el coronavirus pueden optar por comprar en línea en lugar de pisar tiendas abarrotadas donde el contagio sería más fácil, señaló Clarín.