La altísima inflación de 2023, que cerró el año en 211,4%, llevó a la Argentina al tope del ranking mundial de “Miseria” que anualmente elabora el economista Steve Hanke y que fue publicado en EEUU por la revista conservadora The National Review.
Allí puede verse cómo la Argentina, que en 2022 había ocupado el sexto lugar, ascendió al primer puesto del ranking del “Misery Index”, desplazando a Zimbabue, Venezuela, Siria, el Líbano y Sudán, que en la edición anterior habían ocupado las 5 primeras posiciones.
Cabe acotar que la palabra “misery” en inglés, más que como “miseria” debe entenderse como insatisfacción, contrariedad, infelicidad, atribuida en la elaboración a razones económicas.
Con 321,8 puntos, Argentina encabezó holgadamente el ranking 2023. En segundo lugar queda Venezuela (276,3 punto), en el tercero el Líbano (266,1), en el cuarto Siria (251,4) y en el quinto Zimbabue (242,2 puntos).
Los primeros 10 puestos lo completan Sudán, Turquía, Tonga, Yemen y Sudáfrica. En 6 de esos 10 países, incluida la Argentina, la inflación es la principal causa de su índice de “miseria”, en tanto la altísima tasa de interés lo es en Zimbabue y la tasa de desempleo lo es en Tongo, Yemen y Sudáfrica.
En el extremo opuesto, como los países menos “miserables” o de coyuntura económica más afortunada, aparecen Tailandia, Japón, Suiza, Qatar y Malta. El lote de los 10 menos miserables lo completan China, Costa de Marfil, Taiwán, Togo y Países Bajos.
Variables volátiles
De la enumeración se desprende que más que las condiciones estructurales o del grado de desarrollo económico, social, político o institucional de los países, el ranking depende de variables económicas coyunturales, más volátiles. El puntaje resulta de sumar la tasa de inflación, la de interés (a su vez altamente dependiente de la primera) y la de desempleo multiplicada por dos, y restar luego la de crecimiento del PBI por habitante (lo que para la Argentina 2023 resulta en una adición, por tratarse de un valor negativo).
El Misery Index fue en su origen una creación de Arthur Okun, miembro del Consejo de Asesores Económicos del presidente demócrata de EEUU Lyndon Johnson: consistía en sumar las tasas de inflación y desempleo. En 1996 Robert Barro, economista y profesor de Harvard, uno de los principales teóricos de la escuela de las “expectativas racionales”, lo sofisticó incorporando la tasa de interés de los bonos a 30 años y la brecha entre tasas potencial y real de crecimiento del PBI.
Hanke reemplazó la tasa de rendimiento de los bonos a 30 años por la tasa de interés aplicada a los tomadores de crédito y en vez de la brecha entre crecimiento potencial y real tomó la tasa de variación del PBI por habitante.
Además, en 2022, ante la crítica de que subestimaba el grado de miseria o malestar implícita en el desempleo, duplicó el peso asignado a la tasa de desocupación.