El Tribunal Supremo de Estados Unidos celebra una audiencia sin precedentes para analizar los argumentos a favor y en contra de la pretensión de Donald Trump de evitar el juicio por el asalto al Capitolio, alegando inmunidad presidencial. Esta decisión no solo afectará al juicio pendiente en Washington, sino también a los litigios en Florida y Georgia.
La cuestión que debe resolver el Tribunal Supremo es si un expresidente goza de inmunidad presidencial ante un procesamiento penal por actos oficiales realizados durante su mandato. Los abogados de Trump solicitan que se desestimen los cuatro cargos penales en su contra, argumentando que su condición de expresidente le otorga inmunidad.
La defensa del expresidente asegura que la jurisprudencia en Estados Unidos establece que los presidentes en funciones no pueden ser procesados penalmente para salvaguardar la separación de poderes. Argumentan que esta inmunidad también debe aplicarse a los exmandatarios, ya que, de lo contrario, la toma de decisiones de los presidentes se vería condicionada por el temor a ser juzgados una vez que abandonen el cargo.
Por su parte, el fiscal a cargo del caso sostiene que nadie está por encima de la ley y que la conducta de Trump no tiene precedentes, ya que ningún otro expresidente ha sido imputado anteriormente. Además, menciona el caso del expresidente Richard Nixon, quien fue demandado por un empleado despedido de forma improcedente. En 1982, el Tribunal Supremo falló que los expresidentes no pueden ser procesados civilmente por acciones realizadas durante su mandato.
El tiempo es un factor crucial en este caso. El Tribunal Supremo suele emitir sus fallos en junio, antes del receso de verano, pero la fiscalía está presionando para que se tome una decisión rápida y se puedan reanudar los preparativos del juicio por el asalto al Capitolio. Por otro lado, la estrategia de Trump consiste en dilatar los procesos judiciales hasta después de las elecciones de noviembre, con la esperanza de regresar a la Casa Blanca y ordenar el cierre de los cargos federales en su contra.
La admisión a estudio de este caso por parte del Tribunal Supremo ya supuso una victoria para Trump, ya que retrasó el calendario judicial. La decisión que tome la máxima autoridad judicial del país tendrá un impacto significativo tanto en el proceso legal pendiente en Washington como en los litigios en Florida y Georgia. Además, marcará el rumbo de la campaña electoral de las próximas elecciones presidenciales.