Comercio, industria y minería hundieron la economía en febrero. Errores del Gobierno, salarios deprimidos y baja productividad.
El dato cayó como un balde de agua helada. El Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), que ha reformado Jorge Todesca, admitió el pasado 25 de abril que la economía había caído 2,2% en febrero, después de dos meses consecutivos de alza. ¿El frío mató el brote verde? Se espera que el número de marzo sea mejor. De todos modos, un día antes de conocerse la cifra de febrero la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), organismo de la ONU, rebajó del 2,3% al 2% su pronóstico de crecimiento para la Argentina en 2017. De cumplirse, no se recuperaría todo lo perdido en 2016, cuando el PBI cayó 2,3%.
“Hay que tomar con pinzas el dato de febrero”, observa el economista Gabriel Rubinstein, que fue representante del Ministerio de Economía, en tiempos de Roberto Lavagna, ante el Banco Central. “Fue afectado por Precios Transparentes y por paradas técnicas de fábricas más fuertes que en otros años. Habrá que ver cómo sigue en marzo y abril”, añade Rubinstein. Precios Transparentes, el plan que ideó el secretario de Comercio, Miguel Braun, desalentó la venta en cuotas de bienes durables como electrodomésticos y ropa.
“La economía había empezado a moverse lento a fines de 2016… lento por la baja productividad de la economía argentina”, explica Rubinstein. “Además Cristina (Kirchner) dejó una crisis contenida, pero no abierta, por lo que no puede haber grandes rebotes, como después de 2002. Yo espero que la economía crezca 2,4% en 2017, o sea, que se recuperará respecto de 2016. Después de 2002, tiró la demanda y se ocupó la capacidad instalada ociosa, subían los salarios sin generar inflación. Ahora los sueldos se recuperan un poquito tras caer en 2016, pero no podés subirlos más porque sería inflacionario. Por lo tanto, el consumo está acotado”, describe el economista.
¿Y la inversión? “El sector privado sólo va a invertir cuando vea que el cambio hacia un régimen amigable es sólido. Además la inversión está resentida por el tipo de cambio bajo. Los inversores dudan de vender sus dólares para invertir. Los depósitos van a pases y Lebac (los dos instrumentos del Banco Central para absorber pesos y subir la tasa de interés para cumplir con su meta de bajar la inflación del 38% al 17% en un año), y no a créditos, que arrancan de a poco. Recién se mueve Vaca Muerta, aunque el acuerdo laboral (firmado en febrero pasado) todavía no está implementado. Algo de obras hay en energías renovables. Pero terminamos dependiendo del ritmo de la obra pública, que toma fuerza, pero tampoco es formidable”, evalúa Rubinstein. En su opinión, si la economía mantiene un crecimiento del 3% en los próximos cuatro años, mejorarán el empleo y el salario, pero no antes, no para las elecciones legislativas próximas.
El pacto por Vaca Muerta implicó en los hechos un abaratamiento de la mano de obra. Después el Gobierno anunció acuerdos del “estilo Vaca Muerta” con otros dos sectores, el automotor y el de la construcción, pero ninguno de estos dos casos implicaron cambios en las condiciones de trabajo, según admiten altos funcionarios y dirigentes empresarios.
Herencia. “La economía no arranca por la herencia recibida y los enormes errores de diagnóstico que la minimizaron”, opina el economista Hernán Hirsch, de FyE Consult, que prevé una expansión del 2,3% en 2017. “Esto hizo que el Gobierno optara por una estrategia de política económica errada. El excesivo gradualismo fiscal, que en la práctica es expansionismo fiscal, financiado por deuda externa generó una apreciación cambiaria. Esta apreciación hace que la política fiscal tenga un efecto expansivo muy bajo, dado que se traduce en la compra de bienes importados. A eso se suma una política monetaria y una tarifaria contractivas”, agrega Hirsch.
En febrero, la economía retomó la senda bajista por la caída de la producción de la industria, la minería (en el mundo este sector ha tocado fondo y se espera una recuperación), el comercio y la distribución de electricidad, gas y agua, cuya demanda quedó afectada por los tarifazos de 2016 y 2017.
El sector de la construcción muestra señales ambiguas, según sus principales empresarios. La mitad del negocio depende de las obras domésticas: desde la construcción de una casa en un country o en una villa hasta la remodelación o ampliación de cualquier vivienda. Este tipo de construcción está “tranquila”, como el consumo masivo en general, reconocen en el sector. La otra mitad son las grandes obras, tanto públicas como privadas, desde nuevas plantas hasta desarrollos inmobiliarios. Las obras del Estado empezaron a reactivarse en septiembre pasado, después de que el gobierno de Mauricio Macri revisara lo hecho por el de su antecesora.
“AySA licitó muchas obras nuevas y está muy activa en el Gran Buenos Aires”, cuenta un alto dirigente empresario. “Vialidad nacional reactivó las obras recibidas del kirchnerismo y licitó poco nuevo. La que licitó mucho fue Vialidad bonaerense, después de que (Daniel) Scioli invirtiera muy poco. Menor es la reactivación en la construcción de viviendas. Hay más obras hídricas. (El ministro de Hacienda, Nicolás) Dujovne nos prometió que, salvo que haya una hecatombe, está asegurada la plata para obras. Pero el Gobierno está desesperado por conseguir financiamiento chino. En Estados Unidos y Europa aún nos siguen considerando mercado de frontera y por eso el crédito fluye poco. Además, los chinos son menos restrictivos a la hora de financiera obras hechas por empresas argentinas, no exigen que sean sólo chinas”, comentan en el sector. Del 14 al 19 de mayo, Macri estará de visita en China y Japón.
Ladrillos. La construcción de centrales eléctricas, tanto térmicas como renovables, está comenzando, pero la de fábricas y desarrollos inmobiliarios está parada, admiten en el sector. “El costo de la construcción es más alto que el valor del producto terminado”, se refieren a los edificios. “La renta por alquiler es un mal negocio. Lo que sí está empezando es un boom de crédito hipotecario con tasa de interés UVA (unidad de valor adquisitivo, similar a la inflación) porque tienen más plazo, a 20 o 30 años, y una cuota que es casi igual que el alquiler. Incluso este boom está haciendo subir los precios. Cuando se acabe el stock disponible, se reactivarán los desarrollos inmobiliarios”, explican.
En el ámbito sindical, que protestará este 1º de mayo, reina el escepticismo. “El marcado descenso de las inversiones orientadas a la economía real constituye un indicador de que si efectivamente existe reactivación de la actividad en 2017 será esencialmente por efecto del rebote estadístico, con escaso impacto en la economía real y el empleo y, lo que es más importante aún, no sostenible en el tiempo. Los últimos indicadores de coyuntura aún no permiten advertir un cambio de tendencia”, señala el último informe del Centro de Investigación y Formación (Cifra) de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA). Allí se desempeñan los economistas Mariano Barrera, Mariana González –ex funcionaria K– y Pablo Manzanelli.
Estados Unidos y China mejoran y traccionan la demanda de materias primas, pero Brasil, demandante de manufacturas argentinas, sigue empantando por su crisis política. Ante eso, la CEPAL recomienda a Latinoamérica “dar mayor dinamismo a la inversión y aumentar la productividad vía innovación, con sostenibilidad ambiental y protegiendo el empleo”. Las obras de infraestructura y las condiciones sociales son consideradas clave por el organismo. Veremos qué hace la Argentina.