Uno de los mayores icebergs de la historia, del tamaño de 10 urbes como Madrid o de cuatro como Ciudad de México, se ha desgajado de la Antártida. El bloque de hielo, de 5.800 kilómetros cuadrados y un billón de toneladas, será probablemente bautizado como A68, según los científicos del proyecto Midas, una misión británica que investiga los efectos del calentamiento global en el continente helado.
“Es uno de los mayores icebergs registrados y su futuro es difícil de predecir. Puede mantenerse como una sola pieza, pero es más plausible que se rompa en varios fragmentos. Una parte del hielo puede permanecer en la zona durante décadas, mientras que otras partes podrían ir a la deriva hacia el norte”, explica en un comunicado el glaciólogo Adrian Luckman, líder del proyecto Midas. Hace una semana, la Agencia Espacial Europea (ESA) alertó de que el iceberg podría suponer “un peligro para el tráfico marítimo”.
El iceberg se ha desgajado de la barrera Larsen C, una plataforma de hielo flotante pegada a la Antártida occidental, al sur del continente americano. No se espera que cambie el nivel del mar, al igual que un cubito de hielo ya presente en un vaso de agua no modifica el volumen total al derretirse.
Los científicos del proyecto Midas calculan que el iceberg se separó de la Antártida en algún momento entre el lunes 10 de julio y este miércoles. El desgajamiento final se ha detectado hoy gracias al satélite Aqua de la NASA. Investigadores de la ESA han calculado que los pedazos del iceberg podrían llegar incluso a las islas Malvinas, un territorio británico a unos pocos cientos de kilómetros de las costas argentinas.
“Aunque se trata de un evento natural, y no somos conscientes de ningún vínculo con el cambio climático inducido por el ser humano, el desgajamiento coloca a la plataforma de hielo [Larsen C] en una situación muy vulnerable”, reflexiona Martin O’Leary, otro glaciólogo del proyecto Midas. La pérdida del iceberg reduce un 12% la superficie total de Larsen C.
Como explicaba la semana pasada el geólogo español Jerónimo López, el desprendimiento de A68 debilita el frente de la barrera de hielo, que actúa como un muro de contención frente al empuje de los glaciares que están detrás. “Ese hielo sí que está sobre el continente y puede aumentar el nivel del mar si se derrite. Ahí está la relevancia de este fenómeno”, advirtió López, expresidente del máximo órgano internacional de la investigación antártica, el SCAR.
El País