Un grupo de científicos del Conicet investigó los efectos de las aguas residuales en las comunidades de peces nativos y exóticos. El estudio demandó un año y requirió el análisis de cinco arroyos en El Bolsón, Cholila, Epuyén, Esquel y Trevelín.
El estudio estuvo a cargo de investigadores del Conicet en el Centro de Investigación Esquel de Montaña y Estepa Patagónica (Ciemep).
Un grupo de investigadores del Conicet en el Centro de Investigación Esquel de Montaña y Estepa Patagónica (Ciemep) estudió el impacto de los vertidos de efluentes residuales en las comunidades de peces en cinco arroyos de la Patagonia durante todo un año. El trabajo fue publicado en la revista Science of the Total Environment.
El estudio se focalizó en los arroyos Quemquemtreu (El Bolsón), Mosquito (Cholila), Minas (Epuyén), Esquel (ciudad de Esquel) y Percy (Trevelin). Se partió de la hipótesis de que las Estaciones Depuradoras de Aguas Residuales podrían tener un efecto sobre la comunidad de peces y los resultados revelaron una disminución de la calidad del hábitat en todos los sectores agua abajo del ingreso de la descarga en los ríos (la zona de impacto).
Según el informe, la exposición de las comunidades de peces a contaminantes de las aguas residuales ponen en riesgo su supervivencia. A su vez, los peces nativos se ven más afectados que los introducidos.
“Vivimos en la ciudad de Esquel donde nos atraviesa un arroyo urbano. Y tenemos una planta de residuos cloacales que está colapsada. Pensamos que esto debía causar algún efecto en la biota del río. Decidimos evaluar la abundancia y la distribución de peces antes y después de la planta”, explicó la doctora en Biología Cecilia Di Prinzio, investigadora adjunta del Conicet.
Un arroyo “blanco”
Los investigadores tomaron como parámetro un arroyo “testigo” que no cuenta con la problemática de las plantas.
“Decidimos no limitar las salidas al arroyo Esquel sino extenderlas a todos los arroyos cercanos de la zona que presentaran una planta de tratamiento de líquidos cloacales. Hicimos salidas estacionales en verano, otoño, invierno y primavera para evaluar los cambios en los ciclos estacionales”, describió Di Prinzio.
Los investigadores hacían capturas de peces para conocer qué especies estaban presentes aguas arriba y aguas abajo de la planta, medían la temperatura del agua, la velocidad de corriente, el PH, la conductividad. Todos esos datos permitían tener estimaciones de la calidad del agua. Pero a la vez, se tomaban muestras de agua a fin de procesarlas en el laboratorio.
“Decidimos no limitar las salidas al arroyo Esquel sino extenderlas a todos los arroyos cercanos de la zona que presentaran una planta de tratamiento de líquidos cloacales. Hicimos salidas estacionales en verano, otoño, invierno y primavera para evaluar los cambios en los ciclos estacionales”, describió Di Prinzio.
Los investigadores hacían capturas de peces para conocer qué especies estaban presentes aguas arriba y aguas abajo de la planta, medían la temperatura del agua, la velocidad de corriente, el PH, la conductividad. Todos esos datos permitían tener estimaciones de la calidad del agua. Pero a la vez, se tomaban muestras de agua a fin de procesarlas en el laboratorio.
Dijo que cada arroyo tiene su particularidad. El arroyo Esquel, por ejemplo, es un caso extremo ya que si bien hacia 2005 había peces, después de la instalación de la planta, ya no se encontraron ejemplares. Los peces desaparecieron. “Se van desplazando. Es un arroyo chico que, al tener poco caudal, no hay dilución de los efluentes de las cloacas. Al tener más agua, el Quemquemtreu diluye más rápido esa contaminación”, planteó.
La investigadora consideró como sumamente positiva la existencia de plantas de líquidos residuales aunque recalcó que el inconveniente es el crecimiento poblacional que supera la proyección de las plantas. “Las plantas trabajan bien, pero es tanta la cantidad de población que no logran procesar todo. Ahí está el colapso. Se deberían actualizar los sistemas con mayor periodicidad y plazo”, indicó.