En busca de dólares, el ministro de Economía, Luis Caputo, realizará una gira a Arabia Saudita. Mientras tanto, el presidente del Banco Central (BCRA), Santiago Bausili, viajará a Estados Unidos. Entre los analistas internacionales, hay escepticismo respecto al éxito de estos viajes para conseguir financiamiento que permita salir del cepo, aunque hay mayor optimismo en cuanto a lo que se pueda lograr en inversiones productivas a través del Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones (RIGI).
De momento, lo único confirmado por el Palacio de Hacienda es que Caputo viajará a Arabia Saudita, aunque aún no se ha especificado la fecha ni se ha definido la comitiva. Sobre el motivo del viaje, fuentes oficiales comentan que «hay mucho interés por el tema del RIGI para realizar inversiones en la economía real». Hasta el momento, no se ha difundido si hay otro viaje en agenda. Lo que podría salir esta semana para que Caputo tenga un respaldo en el viaje es la letra chica del RIGI, con la publicación de la reglamentación.
Por otro lado, Bausili, titular del BCRA, estará este domingo en Washington, Estados Unidos, junto a Demian Reidel, jefe de asesores del presidente Javier Milei. Expondrán en un encuentro del Instituto Milken, al que asisten importantes empresarios y líderes de la geopolítica global. El tema del cual disertarán será la política económica que lleva adelante Milei en Argentina, y promoverán al país como un hub de inteligencia artificial.
¿Lluvia de inversiones?
En diálogo con este diario, un exfuncionario de Cancillería, encargado de llevar adelante las negociaciones con Medio Oriente, descartó que haya financiamiento de libre disponibilidad. «El 80% del Fondo Saudí millonario que todos miran lo usan para obras internas en el país, y el 20% restante lo destinan a otros países. No hubo ni una sola experiencia en el pasado que haya sido para financiar una salida del cepo», comentó la fuente.
El año pasado, en Cancillería recibieron al ministro de Inversiones saudita, Khalid A. Al-Fahi, quien visitó 7 países de América Latina. «Desde lo discursivo, Milei les gusta», contó la fuente.
De todos modos, fuentes que actualmente están en Cancillería, y que prefirieron no ser mencionadas, contaron que desde hace años reciben varias «promesas» de inversión, pero que también Arabia Saudita pide cosas a cambio. En los últimos años, no se cumplió con el pedido de liberarles importaciones, de hacer acuerdos bilaterales o de levantar las visas de ingreso. Lo que sí hicieron fue desembolsar u$s 500 millones cuando Argentina votó internacionalmente para que en 2030 se realice una exposición en ese país.
A diferencia del gobierno anterior, esta gestión de LLA tuvo un gesto para otro país de la región, los Emiratos Árabes, al aprobar como una de las primeras leyes del Congreso un tratado de inversiones recíprocas.
Pero hay otro tema vinculado a la geopolítica y al alineamiento tan fuerte de Milei con Israel. No cayó bien el «desplante» del Presidente a los 19 embajadores en el Centro Cultural Islámico por la presencia palestina. Lo tomaron como un «destrato».
¿Qué le interesa a Arabia Saudita?
En diálogo con El Cronista, Ornela Fabani, investigadora del Conicet, afirmó que «hay toda una ofensiva diplomática saudí hacia América Latina», siendo hoy Brasil su principal socio comercial en la región.
Coordinadora del departamento de Medio Oriente del Instituto de Relaciones Internacionales (IRI) consideró que los intereses de Arabia Saudita en Argentina podrían pasar por la energía, los recursos naturales, la minería y la infraestructura.
«Arabia lanzó Visión 2030, un programa para diversificar su economía, muy dependiente del petróleo, por lo que apuesta hacia el desarrollo de inversiones en distintos escenarios. Las áreas que evidencian mayor interés son minerales, litio, biotecnología y agrícola. Por la aridez en sus suelos, la seguridad alimentaria es un tema fundamental», afirmó Fabani.
En un relevamiento sobre las últimas inversiones de fondos soberanos del Golfo, se observa que fueron en general a provincias. «La particularidad acá es que el actor es el Gobierno Nacional, y no los subnacionales como venía ocurriendo», analizó. Fueron destinados a acueductos, gasoductos o proyectos hidroeléctricos, y nunca superaron los u$s 500 millones.