En pleno mes de las Fiestas, la Cámara Argentina de la Industria del Juguete (CAIJ) lanzó una alerta roja: las importaciones alcanzan niveles históricos mientras el consumo se desploma, lo que pone en riesgo cientos de comercios y fábricas.
El sector atraviesa una de sus crisis más profundas en décadas. Según datos oficiales, entre enero y octubre de 2025, las importaciones de juguetes sumaron 91,3 millones de dólares y 17,5 millones de kilos, con incrementos interanuales del 59.5% en valor y del 94% en volumen. China concentra más del 94% de ese volumen importado, una cifra que ilustra la magnitud del desafío que enfrenta la producción nacional. Mientras el mercado se inunda de productos extranjeros, el consumo interno no da señales de recuperación, según advirtió el sector.
El presidente de la CAIJ, Matías Furió, no duda en calificar la situación como una «avalancha sin precedentes». «La industria tiene 6 de cada 10 máquinas paradas sin producir», afirmó con crudeza. Este escenario se ve agravado por el contrabando, estimado en un 30% del mercado, y por profundos cambios en los hábitos de los consumidores.
Una competencia «desleal» y cambios demográficos estructurales
Uno de los pilares del problema, según la CAIJ, es la dificultad para competir con la manufactura china, que opera con costos laborales, ambientales y energéticos muy inferiores. Esta disparidad genera una competencia que el sector local considera «desleal», donde es imposible igualar precios sin sacrificar calidad o sostenibilidad.
A esta presión externa se suman tendencias internas de largo plazo. La tasa de fecundidad en Argentina cayó de 2,4 a 1,4 hijos por mujer desde 2015, una reducción del 42% que encoge la base de niños, el público natural del sector. Además, la creciente exposición a dispositivos digitales desde edades tempranas resta tiempo e interés a los juguetes tradicionales. «El uso intensivo de las pantallas acortó las edades de los usuarios de juguetes», explicó Julián Benitez, gerente de Relaciones Institucionales de la CAIJ.
Cierres históricos y una lucha por sobrevivir en diciembre
Las consecuencias del panorama desfavorable ya son tangibles en las calles. Comercios con décadas de trayectoria han cerrado sus puertas en los últimos meses, como Rossier en Escobar(casi 40 años de actividad), Halago’s en Quilmes y Lilián en Trelew (medio siglo en el rubro).
Ante esta emergencia, el sector busca desesperadamente reactivar las ventas en el mes clave. La CAIJ promueve una «ruta de las jugueterías», con un mapa digital para encontrar locales de cercanía, descuentos y actividades lúdicas, e impulsa una «nueva noche de las jugueterías» para atraer compradores. El ticket promedio, sin embargo, refleja la cautela: ronda los $22.000 en comercios de barrio y trepa a $49.000 en grandes cadenas, donde más del 90% del stock es importado.
Advertencias sobre seguridad y el futuro de la producción nacional
Más allá de lo económico, la cámara lanza una advertencia sobre la seguridad. Denuncia la presencia en el mercado de juguetes «internacionales» vendidos online, algunos con antecedentes de retiro en otros países, y productos presentados como «certificados» que en realidad no cumplen la normativa. El contrabando agrava este riesgo, al ingresar mercadería sin ningún control.
Con seis de cada diez máquinas paradas y un horizonte de continuidad amenazado, la industria del juguete argentino libra una batalla crucial en este diciembre. No solo se juegan puestos de trabajo y la supervivencia de un ecosistema productivo, sino también la preservación de una tradición lúdica local frente a un cambio de hábitos global y una competencia internacional aplastante. Información extraída del medio Infobae.




