Debajo del altar de la capilla del monasterio donde fue detenido José López había un receptáculo aparentemente preparado para ocultar dinero
En la Biblia hay registros milagrosos que sustentan la fe. La separación del Mar Rojo, la conversión del agua en vino, la sanación de los enfermos, el arca de Noé y hasta la resurrección de Jesús. Quizás ahora también haya que buscar una explicación sobrenatural para comprender el hallazgo de las autoridades durante el allanamiento realizado el fin de semana en la capilla de un monasterio de General Rodríguez.
Un metro cuadrado. Quizás un poco más. Las imágenes a las que accedió Infobae son reveladoras. Los investigadores del escandaloso caso de los millones de José López se toparon el fin de semana con una bóveda de hormigón oculta debajo de un altar. ¿Habrá sido ese el destino que imaginó el ex colaborador de Cristina Kirchner para sus dólares, euros y exóticos ryales? Sólo Dios lo sabe.
En la Argentina de las últimas semanas se repite a menudo que la realidad superó a la ficción y estas imágenes – difundidas en el programa Animales Sueltos que conduce Alejandro Fantino – no hacen más que confirmar las presunciones. Es que sobre la bóveda de hormigón de General Rodríguez, cientos de fieles se concentraban a menudo para pedir ayuda para los pobres, el fin de las injusticias y la redención. Incluso hay registros del propio López y del ex ministro Julio De Vido participando allí de celebraciones religiosas. Ni la mirada de Jesús ni la presencia de la Virgen María parecieran haber influido en la mente de la persona que pensó un lugar que debiera ser de reflexión y arrepentimiento como un escondite del dinero de la corrupción.
Durante el operativo, encabezado por la fiscal Alejandra Rodríguez, la Policía revisó además techos, tanques de agua, paredes, esculturas religiosas y hasta un cuadro con la imagen del papa Francisco. Para ello utilizaron perros de la AFIP entrenados para hallar billetes escondidos, cámaras infrarrojas y escáneres de última generación.
En la fe cristiana, las advocaciones aluden a apariciones místicas de la Virgen María. Algunas de esas presentaciones terrenales se registraron en 1917, en Portugal, ante tres niños pastores. Cuenta la historia que en uno de esos encuentros, María le enseñó a los pequeños a rezar oraciones para la conversión de los pecadores. Para venerar aquella advocación, los fieles construyeron el santuario de Nuestra Señora del Rosario de Fátima. Casualidades del destino (o no), ése es el nombre bajo el cual funcionaba el convento de los millones de López.