Con la cantidad de víctimas mortales en las protestas contra el gobierno elevándose y contabilizando ya 54 muertes, la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) pidió el cese de la violencia el mismo día que las Fuerzas Armadas llamó a detener las acciones desestabilizadoras.
Otras dos personas murieron hoy en los disturbios registrados durante las protestas contra el presidente nicaragüense, Daniel Ortega, lo que eleva el número de fallecidos al menos a 54 en 25 días.
Las víctimas fueron dos jóvenes que recibieron disparos en la cabeza mientras se manifestaban en Masaya, donde la población mantuvo una batalla campal de al menos 14 horas contra la Policía Nacional, la oficialista Juventud Sandinista y las fuerzas de choque afines al Gobierno, conocidas como «turbas».
En ese contexto, la Conferencia Episcopal de Nicaragua emitió un comunicado en el que afirmó que les «duelen profundamente los hechos de violencia y confrontación que se están dando en diversos lugares del país, particularmente en Masaya, causando heridos y muerte. Pedimos que cese todo tipo de violencia».
Ortega también había llamado a «poner fin a la muerte y la destrucción», en un mensaje inusualmente corto y preciso, que no tuvo efecto en la Policía Nacional, de la que es su máximo jefe, ni en la población.
La gravedad de la situación provocó también que el Ejército nicaragüense hiciera por primera vez un pronunciamiento público en el que, sin fijar una posición a favor o en contra de Ortega, pidió frenar la espiral de violencia.
«Hacemos un llamado a detener la violencia y las acciones que nos desestabilizan» señaló Ejército en un comunicado difundido a última hora del sábado.
El Ejército nicaragüense no reveló su posición frente a Ortega, su jefe supremo, pero expresó con letras mayúsculas y en negrillas que «somos el pueblo mismo uniformado, trabajando en su propio beneficio».
Nicaragua cumplió este sábado 25 días de una crisis reflejada en multitudinarias manifestaciones a favor y en contra de Ortega, que se originaron con protestas en rechazo de unas reformas a la seguridad social y que continuaron debido a las víctimas mortales de los actos de represión.