El secesionista Quim Torra tomó hoy posesión como Presidente de Cataluña prometiendo fidelidad al pueblo catalán, en un acto extremadamente breve, sobrio y sin presencia de autoridades del Estado español, que se encuentra expectante ante cualquier paso que suponga un desafío a la legalidad.
«Prometo cumplir lealmente las obligaciones del cargo de presidente de la ‘Generalitat’ con fidelidad al pueblo de Cataluña representado por el Parlamento de Cataluña», aseguró Torra, quien juró el cargo con la misma fórmula que utilizó su antecesor, el ex presidente Carles Puigdemont en 2016, sin mencionar ni al Rey ni la Constitución.
Torra, el 131° presidente de Cataluña, asume siete meses después de la destitución del gobierno de Puigdemont bajo la aplicación del artículo 155 de la Constitución, que el Ejecutivo español de Mariano Rajoy puso en marcha para intervenir la región y abortar el intento de secesión de octubre del año pasado.
El gobierno español aseguró que levantará la intervención cuando Torra forme su gobierno y vigilará el cumplimiento de la ley, pero sus aliados liberales de Ciudadanos presionan para que extienda la aplicación del artículo 155 ante la declaración de intenciones del nuevo presidente catalán, quien se comprometió a impulsar la «República».
En este contexto, Torra asumió su cargo sin hacer demasiado ruido -más allá de la prevista fórmula de juramento que omitió al rey y la Constitución-, con un acto institucional en el Palacio de la Generalitat, la sede del Ejecutivo de Barcelona, que fue transmitido por los medios públicos, y que no duró ni 5 minutos.
El político secesionista estuvo acompañado por el presidente del parlamento catalán, Roger Torrent, y el secretario de gobierno de Cataluña, Víctor Culell, quien leyó el decreto de su nombramiento, firmado por el Rey Felipe VI y rubricado también por Rajoy.
La escenografía fue sobria y el salón no era el habitual de las ceremonias sino uno más sencillo. Torra juró el cargo directamente, junto a una ‘senyera’, la bandera oficial de la Comunidad autónoma de Cataluña y, a diferencia de ceremonias previas, no se colocó el medallón del presidente, que quedó sobre una mesa.
Por primera vez, no hubo autoridades del Ejecutivo central en la ceremonia, debido a que la posición catalana era que el Estado tuviera una representación secundaria, para «evidenciar la ausencia de normalidad del actual momento político», dijeron a Télam fuentes gubernamentales.
El gobierno español no estuvo de acuerdo, consideró que se estaba rebajando el perfil del acto y desprestigiando a la institución, de ahí que decidió no acudir, mostrando su malestar.
No obstante, el ministro de Justicia español, Rafael Catalá, quien se encontraba hoy en Barcelona, le restó importancia a la ausencia de representantes del gobierno central en la toma de posición afirmando que es un «acto formal», y lo «relevante» es que Torra «designe a sus consejeros» y ambos gobiernos «puedan empezar a trabajar juntos».
En ese sentido, Catalá reiteró que el Ejecutivo español tiene la «disposición absoluta para dialogar dentro de la ley, la Constitución y el Estatuto de autonomía».
Tras fracasar en su intento de investir a Puigdemont, al preso Jordi Sánchez y del ex consejero Jordi Turull tras los comicios del 21 de diciembre, los independentistas llegaron a un acuerdo para elegir como presidente a Torra, quien está libre de cargas judiciales, lo que evitó que fuera vetado por el Ejecutivo español y la Justicia.
Su perfil «radical», que quedó retratado a través de unos tuits y artículos suyos donde muestra una ideología nacionalista marcadamente aniespañola, provocó una gran polémica.
Sin embargo, las alarmas saltaron por completo cuando, mediante su discurso de investidura, se comprometió a «restaurar» el gobierno «legítimo» de Puigdemont, y de impulsar un «proceso constituyente» para implementar la «República catalana».
«Si alguien piensa que el señor Torra es autonomista, se puede sacar la venda de los ojos», dijo hoy el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, quien se reunió con el presidente Mariano Rajoy en La Moncloa, sede del Ejecutivo, para exigirle que mantenga la intervención de Cataluña.
Por ahora, el gobierno español se decanta por mantener la vigilancia y garantiza que actuará ante cualquier ilegalidad, admitió Rivera tras la reunión, en la que no convenció a Rajoy.