Al menos 31 personas murieron por los devastadores incendios en California, cuyas llamas continúan extendiéndose, sin dar un respiro a los habitantes y socorristas. Estos incendios consiguieron en estos días otro triste record, no sólo como los peores de la historia del Estado Dorado sino también los más mortales desde 1991 y ya ocupan el tercero lugar.
Pero se teme lo peor, ya que hay 228 personas desaparecidas y el principal de los incendios, aquel en el norte de la capital, Sacramento, aún en parte está fuera de control. Es justo allí, en la región de Sierra Nevada, que todavía reina el caos. La devastación es indescriptible, con la ciudad Paraíso, 27 mil habitantes, barrida por las llamas, borrada del mapa, con un alto número de muertes, al menos 14.
En algunas áreas es imposible que intervenga los socorristas y el incendio parece aún sin control. Después de unos días, solo el 25% del incendio llamado Camp Fire fue contenido, mientras que más de 7 mil casas fueron destruidas. Más al sur, entre el condado de Los Angeles y aquel de Ventura, hay dos frentes de fuego más, de menor tamaño: el Hill Fire, contenido en un 10% y el Woolsey Fire, casi domesticado.Mientras tanto, el condado de Los Angeles ha emitido una orden de evacuación para 170.000 personas, mientras que en total, de norte a sur de California, los desplazados ya son más de 300 mil.
Los fuertes vientos, de más de 110 kilómetros por hora, no ayudan a domar las llamas y uno de los principales peligros es la formación de lo espectacular como el devastador «tornado de fuego», los tornados ardientes que abruman todo lo que está a su paso lo incineran. Luego está la emergencia ligada al aire cada vez más insoportable emergencia relacionada con el aire, incluso en áreas no afectadas directamente por incendios, con un manto de niebla naranja que se extiende por gran parte de California.
En tanto, independientemente de las críticas, Donald Trump desde Europa sigue culpando a las autoridades de California por ser responsables del desastre debido a la mala gestión de los bosques: «Podemos detener la devastación que afecta a menudo a California. Usen el cerebro!», escribió el magnate que previamente amenazó con un recorte en los fondos federales.
La respuesta de las autoridades locales llegó rápido: «El presidente debe informarse de que principalmente los bosques que pertenecen al estado federal están quemados, no los estatales». Los ecologistas también expresaron su enojo y apuntaron el dedo, en cambio, sobre la sequía causada por el cambio climático, aquellos en los que el magnate no cree.
El Intrasigente