Robinson Atilio Cancino Astudillo (75) es la posible cuarta víctima del hantavirus en el Hospital de Esquel.
De origen chileno (era profesor en su pueblo), debió exiliarse en Argentina durante la dictadura de Pinochet. Llegó a Epuyén a principios de los 80, donde formó su familia y fundó un comercio de ramos generales.
Enseguida se sumó a la lucha de los pobladores (paisanos y hippies) que se movilizaron para impedir la instalación de un dique que pretendía inundar buena parte del valle, con una gesta popular que aún se recuerda.
Con el nacimiento de su segundo hijo con síndrome de Down, con su esposa impulsaron la Asociación de Padres y Amigos del Discapacitado), que abarca Lago Puelo, El Hoyo y Epuyén, con una fábrica de alfajores modelo en la región.
En 1988 impulsó la instalación de la primera radio FM de Epuyén, que funcionó en el living de su casa. Tenía un alcance limitado aunque “suficiente para comunicarnos con nuestros vecinos”, decía.
Entre 1999 y 2003 fue concejal por la Alianza. Fue el principal gestor de la ordenanza que impuso nombres de la flora y fauna nativa a las calles de la localidad. Avenida Los Cóndores, Las Bandurrias, Las Retamas, Las Araucarias, Los 7 Colores, son algunos de los nombres legados a las futuras generaciones.
“Roby” tuvo un rol central en el llamado a plebiscito de 2003, donde más del 90% de la población de Epuyén rechazó las pretensiones mineras en la zona. Personalmente estuvo en la convocatoria y encabezó numerosos actos para informar y concientizar a su comunidad.
Durante los últimos años estuvo al frente de la terminal de ómnibus de su pueblo, siempre bonachón, con su inconfundible bigote, sus gatos y su mirada limpia, de frente y hablar pausado, para atender cada uno de los requerimientos de “nuestra gente”.
“Hay personas que pasan por la vida predestinados a dejar una huella. Fue el caso de Roby, al que Epuyén lo va a empezar a valorar cuando se note su falta”, valoró una vecina.
Diario Jornada