La diálisis es un procedimiento que se aplica tras diagnosticar insuficiencia renal aguda o crónica. Se suele indicar ante un problema de los riñones aunque también existen otras indicaciones como cuando se produce una intoxicación.
Hay 2 tipos de diálisis. En la hemodiálisis se toma la sangre del paciente con un catéter o fístula. Pasa a través de un filtro que cumple parte de la función renal y se devuelve libre de toxinas al paciente. El procedimiento dura 4 horas y se realiza 3 veces por semana. La diálisis peritoneal: en este tipo, a través de un catéter colocado en el abdomen se infunden 2 a 3 litros de una solución con alto contenido de glucosa. Se deja por espacio de 6 horas y se repite el procedimiento 3 ó 4 veces en el día. Existe también una modalidad de diálisis peritoneal en la que una máquina realiza las infusiones por la noche, mientras el paciente descansa.
Los principales riesgos son las infecciones y la enfermedad cardiovascular. Si bien la calidad del tratamiento mejoró muchísimo en los últimos 20 años, el paciente en diálisis continúa teniendo mayor mortalidad cardiovascular y menor sobrevida que un trasplantado renal, argumentó Guillermo Fragale, nefrólogo del Hospital Universitario Austral.
En este contexto, y en el marco del 29º Congreso Argentino de Terapia Intensiva que acaba de finalizar en la provincia de Mendoza, se anunció la disponibilidad en Argentina de una nueva tecnología de diálisis especialmente destinada a pacientes internados en unidades de terapia intensiva (UTI).
El nuevo tratamiento «fue desarrollado para cubrir las necesidades de pacientes con daño renal agudo que requieren tratamiento de sustitución dentro de las UTI», explicó el nefrólogo Marcelo Puddú (MN 69877). «El tratamiento dialítico para ellos requiere de equipamiento que debe ser utilizado dentro de las UTI dado que, por su estado de salud, no pueden ser trasladados a las salas de diálisis», detalló el especialista. Agregó que en ese tipo de situaciones deben utilizarse, además de las máquinas de diálisis, «equipos especiales» que producen «agua de calidad necesaria para realizar el tratamiento».
«La insuficiencia renal aguda es una enfermedad que se produce por un cese brusco de las funciones del riñón. De acuerdo con diferentes estadísticas, su incidencia es de entre 2.000 y 15.000 personas por millón de habitantes, y en su gran mayoría afecta a pacientes con afecciones críticas, que habitualmente están internados en cuidados intensivos», apuntó. El experto puntualizó que un 25% de esos pacientes internados puede padecer algún grado de insuficiencia renal aguda, y el 12,5% de ellos necesitará un tratamiento de diálisis para sustituir la función de los riñones.
«La nueva tecnología dispone de un sistema específico que combina la capacidad de diálisis y la autosuficiencia necesaria de agua osmótica, con la capacidad de ser transportada al lugar donde se encuentra el paciente», explicó Puddú. «Pero la ventaja más importante es que permite también la realización de diferentes modalidades, como las terapias extendidas y lentas para el tratamiento de pacientes inestables, en los que el tratamiento convencional de diálisis es menos tolerado», así lo reseña Todo Noticias.