La preocupación de los expertos sobre qué pasaría cuando el coronavirus desembarcara en los barrios populares se materializó en los últimos días. El estallido de casos de personas infectadas en las villas porteñas y los operativos estrictos que desplegaron el gobierno local y de la provincia de Buenos Aires en zonas vulnerables para contener la enfermedad pusieron un signo de pregunta delante de los planes de flexibilizar la cuarentena.
Mientras la curva de contagios mantiene un crecimiento estable a nivel nacional y algunos aseguran que el pico podría no llegar nunca, en las últimas dos semanas se dio un crecimiento exponencial de casos en zonas donde hay hacinamiento, el nivel de higiene es bajo y donde la cuarentena se respeta poco por la necesidad de los vecinos de generar un ingreso para vivir. Esta nueva ola de contagios avanza a un ritmo mucho más acelerado que la primera.
Desde que se detectó el primer caso de coronavirus en la Argentina, el 3 de marzo, pasaron 21 días hasta que hubo más de 365 contagiados. Sin embargo, pasaron solo 16 días desde el primer caso registrado en barrios populares de la ciudad hasta que la cifra llegó a 365, el jueves pasado.
La fuerte suba del registro de los últimos días llegó a cubrir buena parte del aumento diario de casos a nivel nacional y encendió las alarmas en la administración de Horacio Rodríguez Larreta y de Áxel Kicillof en momentos en los que se evalúan nuevas flexibilizaciones de la cuarentena en todo el país. Con 188, el miércoles había sido el día que más infectados se detectaron en un día en el país (después lo superó los 240 de ayer). Treinta de esos contagios se encontraron solo en la Villa 31, en Retiro. El equilibrio entre el relajamiento de la cuarentena y el control sanitario, admiten en la Ciudad y la Provincia, será un desafío para las próximas semanas, particularmente en los barrios humildes, donde el impacto económico de la crisis sanitaria es mayor. El ministerio de Salud porteño, Fernán Quirós , y los intendentes bonaerenses reforzaron los controles y testeos en las zonas más vulnerables ante el temor de que la curva se descontrole. En ambos distritos admiten que el tamaño reducido de las casillas y las familias numerosas que viven en ellas complica los controles y el protocolo a seguir en caso de que se encuentren casos.
En todo su territorio, la Ciudad tiene actualmente alrededor de 4800 personas bajo supervisión que no están contagiadas, pero que mantuvieron contactos estrechos con otras que sí lo están. A esos sospechosos se los llama dos veces por día para preguntarles por posibles síntomas, pero en el caso de las villas se necesitó sumar la presencia física en el territorio. Allí intervienen empleados y voluntarios del Ministerio de Desarrollo Urbano y Hábitat, que asiste a los aislados, incluso llevándoles comida para que eviten salir.
Los barrios más afectados de la ciudad son la Villa 31, donde ya hay más de 330 casos, y la 1-11-14 (Flores), donde se registró más de un centenar de contagiados. Con menor cantidad de registros están Ciudad Oculta y la villa 20 (ambos en Lugano), la villa 21-24 (Barracas), la Rodrigo Bueno (Puerto Madero), los barrios Fátima, Piletones y Ramón Carrillo (Villa Soldati), el barrio Inta (Lugano) y el barrio Mitre (Saavedra).