El Índice de Propensión al Riesgo en Salud (IPRIS), desarrollado por la Fundación Bunge y Born, busca comprender los determinantes y motivaciones de los argentinos, que condicionan las decisiones de aislamiento como medio de prevención al contagio del Covid-19.
Es decir, evaluar el costo de oportunidad que tiene para el sujeto mantener la cuarentena. Se trata de un relevamiento de opinión pública, en todo el país, elaborado mediante 4.857 encuestas completas a teléfonos celulares, a personas mayores de 15 años. Se realizó con un cuestionario cerrado, durante cuatro semanas (entre el 23 de abril y el 19 de mayo de 2020).
HÁBITOS Y RIESGOS
Según el estudio, existe una amplia aceptación de la cuarentena y/o aislamiento social (80 por ciento cree poder cumplirla) con una evolución estable en el tiempo, con la excepción del Gran Buenos Aires, donde se percibe un cambio en el objetivo. Aumenta cuidar a “las personas que quiero”, con disminución de “para cuidar la salud de los ciudadanos”. Y, a medida que aumenta el nivel educativo, la aceptación del aislamiento, disminuye.
El 80 por ciento de los entrevistados afirma lavarse las manos con mayor frecuencia que antes, práctica que tiene una adhesión muy alta en todas las franjas de la población (sin variación entre segmentos de edad, nivel educativo, factores de riesgo), y sin variaciones temporales o interprovinciales.
También el 80 por ciento (41 muy riesgoso, 39 moderadamente) considera que existe algún tipo de riesgo en salir de sus hogares, este sentimiento se acrecienta entre los mayores y las personas con enfermedades preexistentes. Sin embargo, en términos de variaciones temporales, va disminuyendo la consideración del Covid-19 como muy riesgoso a moderadamente riesgoso.
En principio, un 55 por ciento no se siente identificado con la necesidad de salir de casa para distraerse y/o hacer ejercicio, versus un 37 por ciento que sí. A nivel país, se observa un aumento en esta necesidad, la cual luego se estabiliza. Los mayores contrastes se dan entre las grandes ciudades como Caba, Córdoba o Santa Fe, donde se observa un aumento en la necesidad de salidas recreativas y el Gran Buenos Aires, donde esta necesidad ha crecido muy poco con el paso del tiempo.
IMPACTO ECONÓMICO
Casi el 48 por ciento se vio perjudicado en términos laborales a causa de la pandemia. Aquellos más castigados han sido los de menor nivel educativo. Dentro de este grupo, un 27.25 por ciento se quedó sin trabajo, mientras que un 5.83 por ciento fue suspendido y un 15.53 por ciento trabaja menos horas que antes.
A medida que pasó el tiempo, a nivel país, más ciudadanos necesitan salir para ir a trabajar: al comienzo (54 por ciento) cuatro semanas después (60), y con mayor proporción aquellos con menor nivel educativo relativo, y menor nivel de resiliencia a la crisis económica. En la ciudad de Buenos Aires, esta necesidad era del 40 por ciento y creció hasta sobrepasar el 60 por ciento, lo que es un cambio que no se advierte tan bruscamente en otra zona y tampoco en el GBA.
Lo que se observa es que aquellos que pasan por dificultades laborales, no tienen una concepción negativa del objetivo de la cuarentena, con lo cual la aceptación de su propósito no está directamente relacionada con los resultados económicos. Incluso, entre quienes perdieron el trabajo a causa de la cuarentena, 87 por ciento tiene una postura altruista respecto de la misma.
Al contrario, es el nivel educativo el que impacta sobre las consecuencias económicas y su concepción.