Las personas comunican mucho más de lo que dicen solo con palabras. A través de sus gestos, expresiones faciales y posturas, transmiten emociones, actitud e intenciones. Este tipo de comunicación, llamada no verbal, es fundamental en las interacciones cotidianas porque puede complementar, reforzar o hasta contradecir el mensaje.
Marcelo Sola, especialista en comunicación no verbal, coach ontológico y director de HCC Integral, recordó, en diálogo con Infobae, que los estudios más recientes indican que, “del 100% de toda nuestra comunicación, el 55% corresponde al lenguaje corporal, el 38% al tono, velocidad y ritmo de la voz y el 7% restante a las palabras”.
La importancia de la comunicación no verbal radica en su capacidad para revelar lo que las palabras a veces no pueden.
En situaciones como entrevistas de trabajo, reuniones de negocios o contextos sociales, las personas emiten señales inconscientes que pueden ser claves para la percepción de su actitud y emociones. Esta comunicación puede reforzar lo que se dice verbalmente, haciendo el mensaje más claro y efectivo, pero también puede contradecirlo.
Por ejemplo, si alguien dice estar contento mientras evita el contacto visual y mantiene una postura cerrada, sus gestos no verbales podrían contradecir su mensaje verbal. Así, la observación de estas señales es esencial para obtener una comprensión completa de las interacciones humanas.
El consultor político español Fran Carrillo, en su libro Tus gestos te delatan. Las claves para ser un buen comunicador, confirma el poder de la comunicación no verbal: “Somos lo que comunicamos. Nos acompañan, nos siguen y nos creen por lo que decimos, pero también por cómo nos movemos, gesticulamos, miramos y hasta por cómo sonreímos”.
Por qué una persona no mira a los ojos al hablar
Como parte del lenguaje facial, la mirada expresa lo que el mensaje muchas veces calla, afirma Carrillo y explica en su libro: “Siempre decimos que desconfiamos de alguien que no nos mira cuando nos está contando algo, sea importante o no, que desvía su mirada solo una vez o dos, pero siempre en el momento de decirnos justamente eso tan relevante que deseamos escuchar, aquello para lo que nos ha convocado”.
El autor dice que esa mirada huidiza transmite inseguridad, al igual que una mirada tensa y con un entrecejo fruncido. “De la misma forma, tampoco creemos ciento por ciento a quien nos mira fijamente, llevando al límite de la lágrima su iris, o a quien desvía sus ojos en una conversación más de una vez sin explicación alguna”.
También se dice que quienes son mentirosos no miran a los ojos al hablar. Sin embargo, hay estudios que afirman que este es un mito, y una estrategia más de quienes no se caracterizan por su honestidad.
De acuerdo al doctor Ronald E. Riggio, profesor de Liderazgo y Psicología Organizacional en Claremont McKenna College, EEUU, los ojos se pueden usar para engañar a otros. “Nuestra propia investigación sobre el engaño (Riggio y Friedman,1983) descubrió un hallazgo interesante: Aunque comúnmente se cree que un mentiroso no puede mirarte a los ojos, nuestros resultados sugirieron lo contrario. Cuando se les pidió a las personas que dijeran la verdad o mintieran, los mentirosos tendían a entablar más contacto visual que cuando decían la verdad. ¿Por qué? Porque probablemente conocían la creencia común sobre el engaño y compensaban en exceso con los ojos cuando mentían”, expresó en Psychology Today.
Esther Blanco García, licenciada en Psicología por la Universidad de Oviedo, España, Directora de la Clínica de Psicoterapia y Personalidad Persum, expresó en un artículo en ese portal, que la conducta no verbal es inevitable. “Alguien puede decidir no hablar pero aún así sigue emitiendo señales no verbales”, señaló.
Y completó: “La mirada es única en el sentido de que es tanto un canal (receptor) como una señal (emisor). Es decir, indica que estamos atendiendo a los demás, se emplea en la percepción de las señales no verbales de los demás. Se utiliza para abrir los canales de comunicación y es especialmente importante para regular y manejar los turnos de palabra”.
La experta describió que el que habla se encuentra con la mirada del que escucha para averiguar si está atento y también para señalar su turno de palabra. “Por lo tanto, podemos decir que una función de la mirada es sincronizar, acompañar o comentar la palabra hablada”.
Sin embargo, la mirada no es igual en todas las culturas del mundo. En Estados Unidos el contacto visual se considera un aspecto importante, mientras que en muchas culturas asiáticas, como la japonesa, trata de evitarse.
¿Por qué desvío la mirada y evito el contacto visual cuando hablo?
La psicóloga Blanco García señaló que una desviación excesiva de la mirada, puede constituir conductas desadaptativas en la comunicación con los demás. “Mirar al otro indica sentimientos activos de una manera amistosa, mientras que el desviar la mirada va unido a la timidez”.
La experta destacó que mientras se escucha se mira más al otro (70%) que cuando se habla (40%). “La gente que mira más es vista como más agradable, pero la forma extrema de mirada es vista como hostil y dominante”.
También la intensidad de la mirada tiene una significación.
“El mirar intensifica la impresión de algunas emociones, como la ira, mientras que el mirar menos destaca otras, como la vergüenza. Miramos más a quien nos agrada, y aumentamos notablemente el contacto ocular cuando pretendemos mayor intimidad con una persona que nos atrae”. manifestó la experta.
En conclusión, la psicóloga señaló que el hacer contacto ocular con otra persona es, normalmente, una señal de implicación, mientras que el desviar la mirada significa, a menudo, un deseo de querer evitar el contacto. “Una consecuencia de esta reducción del contacto ocular es que la conversación se vuelve difícil o imposible”, expresó.
Sin embargo, un estudio publicado en Cognition encontró que puede desviarse la mirada porque el cerebro no puede pensar las palabras correctas y centrarse en una cara al mismo tiempo. Este efecto se hace más notable cuando alguien está tratando de encontrar palabras que emplea con poca frecuencia.