A Estudiantes se le abrió el partido del mismo modo que lo hizo el cielo la tarde en que se convirtió en el campeón de campeones en San Nicolás, justamente en un 2025 que el peso de esa palabra se puso en discusión.
Según informó Clarín. El Pincha, el equipo que se quejó con un espaldazo por el título otorgado a Rosario Central por el Comité Ejecutivo de la AFA, le dio más valor a su cruzada solitaria con un sprint tremendo con el que se ganó, en la cancha, dos nuevas estrellas en cuestión de días.
Si a la mañana parecía que la final iba a ser pasada por agua, cuando llegó la hora del partido el día se había vuelto excepcional. De la misma forma, dentro de la cancha, cuando se creía que Platense iba a ser el campeón, el que terminó festejando fue Estudiantes. Y cómo. Porque después de los aplausos y justo antes de la entrega de medallas, el público entonó el “Chiqui Tapia, botón…”, que habla justamente del clima que se vive en el ecosistema del fútbol argentino.
Ese es el final de la película. Antes, hubo un partido que tardó muchísimo en otorgar emociones. Tal vez por el desgaste de Estudiantes, que consiguió meterse en los octavos del Clausura y no paró hasta ganarlo. Acaso por el interrogante que suponía el equipo de Walter Zunino, debutante como DT al frente del Calamar, que no jugaba desde la derrota 3 a 0 ante Gimanasia, un mes atrás, por la última fecha de la etapa regular del torneo.
El primer tiempo tuvo algunas situaciones, pero no se caracterízó por la dinámica. Hubo más faltas que tiros al arco, más amarillas que situaciones concretas. Mucho roce, demasiados choques de cabezas y una irritante manera de amonestar por parte del árbitro Leandro Rey Hilfer, que varió durante todo el partido su criterio, no sólo para considerar las infracciones, sino también para sacar la tarjeta del bolsillo.
Estudiantes intentó de arranque y tuvo la primera con un desborde de Edwuin Cetré que encontró la buena respuesta de Federico Losas, que la desvió para darle el primer tiro de esquina al Pincha. Sobre el final de la primera parte, tuvo otra de peso, tal vez la más clara: fue con un tiro libre, también desde el ataque izquierdo, que volvió a encontrar la solidez del arquero de Platense.
El Marrón no se quedó atrás .Tuvo las suyas, pero independientemente del poco trabajo que le dieron a Fernando Muslera, el tándem entre Ronaldo Martínez e Ignacio Schor cambiando de perfiles y marcas constantemente, le permitió al equipo de Saavedra romper una defensa sólida como la de Estudiantes.
Aunque lo primero que sucedió tras el reinicio fue una infracción del amonestado Juan Ignacio Saborido contra Cristian Medina que todo Estudiantes reclamó tarjeta roja por segunda amarilla, el complemento confirmó rápidamente que tendría otra impronta.
Franco Zapiola, ex jugador de Estudiantes, todavía dueño de su pase, tomó la pelota dentro del área luego de un despeje que quedó corto y sacó un remate que se le metió por abajo a Muslera y encendió el partido. Desde ahí, la dinámica fue otra. En la siguiente, Guido Mainero pudo ampliar la ventaja pero su remate a tres dedos, con el revés del pie, se fue apenas desviado.
Igual que ante Racing, Estudiantes consigió empatar. Esta vez lo hizo con un margen mayor de tiempo y otra vez cambió el partido. Porque el gol de cabeza de Lucas Alario –solo, con el arquero vencido y practicamente sin saltar- puso en partido al Pincha a 10 minutos del final. Ese lapso y los cinco adicionales fueron todos del Pincha. El equipo empujó a un rival que defendía con cinco y consiguió el desequilibrio final otra vez por Alario, que había hecho apenas un gol en sus 28 partidos de 2025 con el León. El Pipa entró desde el banco para convertirse en el héroe del campeón del espaldazo.




