En las elecciones generales de octubre en nuestra Provincia, las tres principales fuerzas obtuvieron casi el 84,0 % de los 322.000 votos emitidos (CHUPATO 101.000 votos; CAMBIEMOS 95.000 votos; y PJ-Frente Para la Victoria 73.000 votos), los cuatro partidos autoproclamados de izquierda, un 11,0 % con sus 36.000 votos, completándose con 16.000 votos nulos y en blanco, equivalentes al 5,0 %.
Ahora bien CAMBIEMOS es gobierno a nivel nacional con pretensiones de reelección, y el CHUSOTO, que es gobierno a nivel provincial, se supone que debería tener también aspiraciones de continuar, por lo que es dable proyectar que para el 2019 se mantendrá la competencia con posibilidades de triunfo, entre las tres agrupaciones con más votos obtenidos en el 2017.
En tal escenario, con un 35,0 % de votos se puede ganar la gobernación, cifra que está por supuesto muy al alcance de nuestro Partido Justicialista, por supuesto con buenos candidatos y propuestas y una inteligente política frentista.
Por el contrario, en el supuesto teórico de que pudiera plantearse un escenario de dos agrupaciones polarizadas, símil balotaje, centro derecha o centro izquierda, blanco o negro, la historia y la realidad actual, sin liderazgos nacionales fuertes e integradores, no permiten vislumbrar un resultado propicio para el campo popular.
Y en este punto es donde hay que ser extremadamente precavidos y mantenernos “atentos y vigilantes” en relación a las publicitadas reuniones de “consenso”, donde es posible que algunos actores tengan buenas intenciones, pero otros, sólo pueden exponer cierta capacidad adquirida para mantener espacios de poder a como de lugar y con quien sea.
Considero que a CAMBIEMOS le conviene la polarización, no la puja entre tres, y tiendo a sospechar que el ataque público de algunos autollamados “peronistas” a la estructura y autoridades del Partido Justicialista, y también, aunque más subterráneamente, al CHUSOTO, es para tratar de destruir estas estructuras y conformar sobre ambas ruinas, un amontonamiento amorfo, supuestamente peronista, aunque sin identidad, fácil bocado electoral, pero con espacios asegurados para sus creadores.
La democracia en Argentina está basada en los Partidos Políticos. Los representantes de los Partidos Políticos son los que participan de las elecciones, no las personas individualmente o los grupos de personas sin estructura partidaria.
En ese marco, cada Partido debe resolver, a su modo, las cuestiones de estructura, autoridades y propuestas, que no es materia de debate público, por eso llama mucho la atención que algunos afiliados al Chusoto, y otros que apoyaron decididamente la candidatura de Arcioni a Diputado Nacional, opinen de cómo tiene que manejarse el PJ y se crean con alguna capacidad o autoridad de incidir en nuestras decisiones.
El Partido Justicialista está organizado, renovará autoridades en el año 2020, y seleccionará sus candidatos en las PASO de agosto de 2019, garantizando que puedan participar todos los afiliados que quieran y estén habilitados por haber respetado las autoridades y decisiones partidarias, por no haber roto los bloques legislativos, y por haber cumplido con el pago del diezmo, entre otras obligaciones.
En tal sentido, avanzamos con un rumbo seguro, pero hay otros que tienen un gran problema, quieren mantener espacios de poder pero no tienen Partido para presentarse en las elecciones del 2019, los meses avanzan, y se están poniendo un poquito nerviosos.
Por José Arrechea