El inminente tratamiento en el Senado del proyecto de ley que despenaliza el aborto generó hoy una fuerte reacción pública de la Iglesia Católica. Como no había sucedido durante el debate en Diputados, que dio media sanción a la iniciativa, esta vez las máximas autoridades clericales dieron un mensaje que busca incidir en la decisión política que asumirán los legisladores en las próximas semanas.
El epicentro fue la Basílica de Luján. La Conferencia Episcopal Argentina concretó esta mañana la denominada “misa por la vida”, una concentración que aglutinó a miles de católicos de diversas edades y procedencias, detalla Clarín. Y demostró el poder de movilización de la Iglesia a través de sus estructuras de base, cuyas comitivas llegaron en colectivos especialmente contratados desde diferentes puntos del país.
Banderas argentinas y el tradicional pañuelo celeste completaron la escenografía que tuvo como slogan “salvemos las dos vidas”, con un fuerte operativo policial, presente a varias cuadras de la Basílica, y una puesta en escena grandilocuente y costosa que propagó el sonido del altar durante varias cuadras de la avenida Nuestra Señora de Luján.
Al momento de la homilía, el púlpito se convirtió en una tribuna política en las palabras del obispo de San Isidro, Oscar Ojea. El religioso habló de un estado de “perplejidad y dolor por la posibilidad de que se sancione la ley de despenalización del aborto”. Agregó que “sería la primera vez que se dictaría en la Argentina y en tiempos de democracia una ley que legitime la eliminación de un ser humano por otro ser humano”.
“La Virgen conoce este desamparo y esta tristeza, los conoce por experiencia propia al pie de la cruz. Allí Jesús la hizo Madre de todos los hombres y ante esta querida imagen de Luján que ha sabido recibir las penas y las alegrías de todo el pueblo argentino a lo largo de su historia, queremos encontrar en su tierna mirada el calor de hogar, la serenidad del corazón, la luz de la sabiduría y la fortaleza necesaria para aportar lo mejor de nosotros en este momento. Hemos venido para pedirle que nos enseñe los caminos para aprender a respetar la vida, a cuidarla, a defenderla y a servirla”, planteó.
El concepto de «vida»
A continuación, expuso la concepción católica de la vida, en tanto atributo ajeno a decisiones personales: “A respetarla porque la vida es puro don de Dios, por eso es sagrada. Nosotros no somos sus dueños, somos administradores de este gran bien. Ella es el bien primero y fundamental, un bien que está más allá de nosotros, un bien que no fabricamos aunque tengamos la maravillosa posibilidad de transmitirlo cooperando con el Creador”.
“Le pedimos también aprender a cuidarla. Cuando empezábamos a trabajar hace varios años en los centros de recuperación de jóvenes con adicciones, el Papa Francisco nos decía ‘reciban la vida como viene’. Sabemos que eso no es siempre fácil, a veces se presenta con contextos conflictivos y angustiosos. Sin embargo, siempre es posible cuidarla y defenderla. Sentimos la necesidad de agradecer a tantas madres que han sabido superar circunstancias muy complejas, optando por cuidar y defender al niño que llevan consigo. Los varones no podemos sentir en nuestro propio cuerpo la presencia de otro ser humano, no podemos experimentarlo en nosotros, son las mujeres las que nos transmiten esta entrega por el compromiso corporal que tienen por la vida y por su cercanía con ella”, dijo Ojea.
En otro tramo, el obispo comentó que “aquellos que decimos que defendemos la vida desde la concepción hasta su término natural, pasando por todas las etapas de su crecimiento, no podemos quedarnos en enunciados y en palabras, tenemos que asumir el compromiso social concreto que nos lleve a crear condiciones dignas para recibir la vida, acompañando muy cercanamente a aquellas hermanas nuestras que tienen embarazos en situaciones psíquicas y sociales sumamente vulnerables”.
«Soluciones nuevas para que ninguna mujer busque recurrir a un desenlace que no es solución para nadie. Estamos inmersos en una cultura consumista que les dice ‘con tu cuerpo hacé lo que quieras’ y también ‘vos pensá como quieras, pero dejame a mí hacer lo que quiero’. Sentimos de corazón que nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, Dios nos pensó desde toda la eternidad y nos conoce desde el vientre de nuestra madre. No somos dueños de otra vida humana, no tenemos ningún poder sobre esa vida. El aborto no es un derecho, es un drama”, sentenció.
La Gaceta