En todos los tiempos y en todos los momentos de crisis salta la falsedad no es visible a la vista, sino al comprobar si un producto que hemos comprado es el mismo adquirido hace menos, con menos plata. La trampa está en las góndolas y todo se evitaría siempre y cuando el ciudadano sepa a qué atenerse, esté informado y atento.
Paquetes de galletitas: muchas vienen con menor cantidad, pero a precios más elevados que la semana pasada. El pan de molde ha sido reducido en tamaño, pero hay que pagar más por ellos. Hay envases de yogur de un litro, pero en el uso cotidiano se comprueba que muchos de ellos no llegan a la medida prometida por la empresa elaboradora, pero con mayor gasto del consumidor en la compra.
El mismo fenómeno en el que el ciudadano se siente estafado ocurre con algunos quesos, con suavizantes para la ropa, con quitamanchas, con el azúcar. La lista incluye otros numerosos elementos de uso cotidiano en el hogar, incluyendo los mismísimos alfajores que prometen ser rellenos pero cuyos bordes delatan que no existe lo que se busca.
Todo se amplía en productos deshidratados, sopa, puré y snacks. Sin duda, en el caso del yogurt ya citado, la empresa que lo coloca en el mercado ahorra muchísimos litros, con menor cantidad en el expendio pero a un precio más elevado.
La trampa a la que se somete el consumidor es un engaño, una cretinada que fomenta aún más la mirada negativa del empresariado que abunda en la sociedad, en tiempos en que el mismo conjunto de empresarios busca la meta de conseguir una mejor imagen.
Esta conducta, esta manera de actuar de los elaboradores tiene nombre en economía: es la «reduflación», fenómeno que necesitaría la intervención de Estado y el imprescindible castigo. El término, que tuvo auge después de la crisis financiera y económica mundial del 2007, utiliza otra manera de calificarlo en los países anglosajones. Es el «shrinkflation», acrónimo de «shrink» (o reducción) y «flation» (inflación). Según las investigaciones en el mundo el fenómeno es observable en productos envasados. Y algunos autores lo tienen en cuenta porque es un llamado de atención de que se viven ya o están por venir momentos de alta inflación.
Los investigadores no lo niegan. Según el Instituto de Estudios de Consumo Masivo (Indecom), la reduflación es comprobable desde hace más de 20 meses y la consideran como una manifestación de «publicidad engañosa».
Desde comienzos del 2018, el 80% de las marcas existentes en el país viene reduciendo el contenido del producto, sin bajar el precio. Exactamente lo mismo se padece en el mundo de los medicamentos, pero en especial el de los antibióticos. Se usan fórmulas antiguas, aunque levemente reforzadas, como si recién salieran al mercado. Con distintas dolencias el médico sugiere tres pastillas por día durante una semana, lo cual hace un total de 21 comprimidos. Muchas veces, sin embargo, las cajas son de 16, obligando al enfermo a comprar otra caja. El consumidor pagó el doble porque faltaron 11 comprimidos. El universo de la salud es especialmente delicado y requeriría una mayor atención y vigilancia.
El director de Indecom ha declarado a diferentes medios: «La investigación que realizamos detectó que, acompañando a la inflación y la caída de las ventas, se realizan maniobras para sostener a toda costa los márgenes de ganancia». A costa del ciudadano interesado en el producto, claro. Ese sondeo se realizó luego de conocer 70 denuncias de los argentinos estafados.
El Indecom también sugiere tener en cuenta que la modalidad se lleva adelante con los alimentos embolsados, donde el aire ocupa cada vez más espacio y el producto se reduce a la mitad.
Esta encrucijada no se debería traducir solo en hechos policiales. Tiene que participar el Gobierno en estos casos y aplicar el castigo correspondiente, si es que existieran normas precisas sobre estos casos. Por supuesto que falta una legislación especial para este tipo de estafas. El fabricante tiene que dar explicaciones, y si no satisfacen, que caiga sobre él todo el peso de la ley. Pregunta: ¿No correspondería por su naturaleza a la Secretaría de Comercio y al área de Salud controlar y pasar a la Justicia las transgresiones?
Pese a las denuncias, ni las empresas responsables de las maldades ni la Secretaría de Comercio ni los Colegios de Abogados han abierto la boca o advertido a la población. Es algo parecido a «aquí no ha pasado nada». Se le da la espalda a una sociedad que, ingenuamente, adquiere mentiras o trampas.
La «reduflación» debería incluirse como tema importante en la agenda del encuentro de IDEA. Nadie habla de ellos. Este año, ese Congreso, reconociendo que el 84% de los ejecutivos cree que la economía está peor, aunque en el futuro puede encontrar oxígeno, continúa respaldando las políticas gubernamentales. Solo se propusieron quitar de la mirada general el fantasma de la corrupción y las derivaciones de los cuadernos en poder de la Justicia.
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