En La ChIsPa, el escritor se ocupó del robo a la familia Nahuelquir. Fue el primer paso para que las tierras terminaran en manos de Benetton. La vigencia de una historia que hoy tiene a Santiago Maldonado como nueva víctima.
«Es urgente que los legisladores aclaren los despojos de Cushamen». Así tituló La ChIsPa en 24 de enero de 1959 una nota escrita por Osvaldo Bayer -fundador y director del medio- sobre el robo de tierras a Rafael Nahuelquir, en el noroeste de la Provincia de Chubut.
Como integrante de la comunidad Ñancuchi Nahuelquir, Rafael era uno de los habitantes del predio de 625 hectáreas que le correspondieron en la distribución realizada en 1899, entre los ocupantes originarios de la zona. Puntualmente, ocupaba el denominado lote 140 de la Colonia Cushamen.
El detalle del despojo de esos territorios, lo expuso Bayer en la publicación La ChIsPa, editada en Esquel, en 1959. El periódico sólo duró cuatro meses -ocho números-, pero fue tiempo suficiente para que el periodista, escritor e historiador deje sentada su mirada sobre el proceso de corrimiento y matanza de los pobladores originarios de esas tierras.
El periodista Bruno Nápoli editó hace pocos meses un libro con los facsímiles del periódico La ChIsPa. Los textos referidos a la situación en Cushamen se convierte en un material motivo de consulta clave para entender la vigencia del reclamo mapuche en ese territorio.
Nápoli repasa que “en 1958, Osvaldo Bayer se radica en la ciudad de Esquel, contratado por el diario local como redactor. Por diferencias insalvables en el tratamiento político de las notas, es despedido del diario, sin paga y con una acusación desopilante: tentativa de homicidio contra el empresario/dueño del medio. Lejos de correrse de escena, decide quedarse y fundar el periódico ‘La ChIsPa’”.
En ese periódico “denuncia a los latifundistas y terratenientes del lugar, describe con detalle el robo de las tierras de Cushamen por parte de comerciantes y políticos, celebra la revolución cubana, y desgrana toda su pluma contra las políticas económicas heredadas del golpe de 1955 y continuadas por lo que el periódico llama ‘la gran estafa argentina’ (el gobierno de Arturo Frondizi)”.
La ChIsPa -que como “bajada” agregaba en su portada “Contra el Latifundio-Contra el Hambre-Contra la Injusticia”- investigó “el tema de las tierras de Cushamen”. Textualmente, el primer artículo de la serie, señalaba: “Hace cerca de cuarenta años que el Estado entregó al jefe aborigen Rafael Nahuelquir un predio de 625 hectáreas en el lote 140 de la Colonia Cushamen (…) así comienza el detallado drama de la tierra en Cushamen (…) que publicaremos en nuestras páginas a partir del próximo número”.
En el número siguiente del periódico, bajo el título “Los dramas negros de Cushamen”, el medio detalla que “un ciudadano árabe de nombre Juan Sfeir (…) solicitó al jefe aborigen Rafael Nahuelquir le alquilara la casa en que éste vivía, en el lote 140 de la colonia. El señor Sfeir nunca pagó un centavo a Rafael Nahuelquir, y además se negó a entregar la casa, que luego vendió con mejoras de su propiedad a otro ciudadano árabe: Heikel El Khazen. Este caballero estableció un comercio y desde él comenzó el despojo de las familias aborígenes de la colonia”.
El medio creado por Bayer detalla un engorroso proceso, en el que se vieron perjudicados la viuda e hijos de Nahuelquir; y, en cambio, como el comerciante Julio Telleriarte y el tasador Luis Zuschlag operaron para quedarse con las tierras. La estrategia incluyó un remate, realizado “sin notificar a los herederos”, y del cual fue comprador el propio Telleriarte, aquel comerciante que debía interceder ante el tasador.
Bayer lo relató así: “En resumen: muerto el jefe de la familia se nombró un tasador de los bienes. Ese tasador exigió la suma de 160 pesos por el pago. Los hijos de Nahuelquir pagaron esa suma a Luis Telleriarte, quien les dio un recibo. Años después el tasador reclamó el pago de los 160 pesos ante el juez”.
“El juez -agregó el periodista, en 1959- ordenó entonces el remate de los bienes de Nahuelquir resultando comprador nada menos que Luis Telleriarte, quien hizo un gran negocio”.
“Del dinero obtenido en el remate los herederos no han recibido hasta la fecha un solo centavo. Les queda la casa habitación que valientemente se negaron a desalojar”, detallaba La ChIsPa.
Telleriarte se convirtió en Diputado Provincial por la Unión Cívica Radical del Pueblo, en Chubut, y pidió una “investigación” por las publicaciones de La ChIsPa. Bayer lo provocó desde las páginas de su medio: «Él comenzó el principio del camino como un vulgar ciudadano, luego acumuló dinero y experiencia y con eso pensó que nadie se iba a cruzar en su camino, pero el hombre propone y Dios dispone: se reunieron varios hombres responsables y valientes y crearon el periódico La Chispa, ¿para qué? Para decir la verdad aunque ésta sea dicha a señores que hoy son legisladores».
Y continuó: “¿Porqué pide el citado legislador una investigación parlamentaria?,¿porqué no pide que la Justicia intervenga como correspondería?, ¿tendrá cola de paja y miedo a que se le queme? (…) Por último contestaremos al señor Telleriarte sobre algo por él dicho: ‘Sin prestigio no podría sentarme un minuto más en esta banca’ ¿Qué espera para levantarse Señor Telleriarte, o cree por ventura tener prestigio?”.
Uno de los artículos sobre el tema se publicó en la tapa del periódico, junto a un recuadro que daba cuenta de otra noticia relacionada con la situación de la tierra y la explotación de los trabajadores rurales. “Leleque no pagar” es el título bajo el cual se detallan los resultados de una asamblea de socios de la Sociedad Rural de Esquel. “Los latifundistas ingleses dicen no tener plata para pagar el pan de los trabajadores criollos, que con el sudor de sus frentes mantienen a todos esos ‘misters’ y ‘ladies’ de Londres, que se hallan prendidos como garrapatas de nuestra sangre”, concluía el artículo.
Se trata de la misma Sociedad Rural que 58 años después firmó un comunicado reclamando protección para sus latifundios, “amenazados” por el reclamo territorial de los pueblos originarios. Ni una línea dedicó la Sociedad Rural en ese comunicado a la desaparición forzada de Santiago Maldonado.
La zona arrebatada por Telleriarte es parte de la estancia que pasó por manos de la Compañía de Tierras del Sud Argentino S. A., y ahora posee Luciano Benetton; los territorios son los mismos que recuperaron los integrantes del lof en Resistencia Cushamen; las víctimas de aquellos sucesos y de la represión de hoy siguen siendo las mismas.
Enestosdias