Al menos 168 personas han muerto y casi 750 han resultado heridas después de que un tsunami golpeara este sábado las costas del estrecho de Sonda, entre las islas de Java y Sumatra, en Indonesia. Decenas de edificios han resultado dañados por la fuerza del mar, que ha golpeado a las playas del sur de la isla de Sumatra y del extremo occidental de Java. Las autoridades han advertido de que el recuento de víctimas podría aumentar con el paso de las horas. El oleaje podría haberse originado debido a la actividad del volcán Anak Krakatau.
Las autoridades han informado de que ha comenzado el reparto de ayuda logística hacia las zonas más afectadas, pero advirtieron que la principal vía de acceso ha quedado inutilizada por el tsunami. También están en marcha las tareas de búsqueda y rescate de personas que han quedado atrapadas entre los escombros de los edificios que se han derrumbado.
Las autoridades investigan las causas del maremoto, que no se produjo a raíz de un seísmo. “Un tsunami es un fenómeno raro en el estrecho de Sonda. La erupción del monte Anak Krakatau no es significativa. El temblor es continuo, pero no ha habido frecuencias tan altas. No hubo ningún terremoto en ese momento que provocara el tsunami, y esa es la principal dificultad para determinar las causas del incidente”, dijo el portavoz.
Una de las posibilidades, apuntó, es que la erupción del Anak Krakatau (uno de los hijos del poderoso volcán Krakatoa que explotó en 1883 con consecuencias desastrosas y que forma una pequeña isla en el estrecho de la Sonda) haya provocado un deslizamiento de tierra submarino que, junto a las marejadas debido a la luna llena, aumentara la fuerza de este repentino tsunami. Las autoridades han detectado una creciente actividad en este volcán durante los últimos meses, siendo la última erupción este viernes, cuando durante algo más de dos minutos expulsó cenizas que alcanzaron una altitud de 400 metros por encima de su cima.
Al no haber ocurrido ningún temblor significativo en la zona, las autoridades indonesias aseguraron en un primer momento que no se trataba de un tsunami, sino simplemente de un aumento de la marea, y pidieron a la población que no entrara en pánico. «Si hubo un error al principio, lo sentimos», escribió más tarde el citado portavoz en la red social Twitter. Las erupciones volcánicas submarinas, que son relativamente infrecuentes, pueden provocar tsunamis causados por el desplazamiento repentino de agua o quiebres de pendientes, según el Centro Internacional de Información sobre Tsunamis.
La Agencia de Gestión de Desastres ha pedido a la población que abandone las zonas de la costa a lo largo del estrecho ante la continua actividad del volcán y el peligro de nuevos tsunamis. La alerta se mantendrá activa de momento hasta el 25 de diciembre.
Indonesia -el cuarto país más poblado del mundo con más de 260 millones de habitantes- es una de las zonas más proclives a sufrir catástrofes de la Tierra al encontrarse en el llamado Cinturón de Fuego del Pacífico, donde coinciden placas tectónicas y se producen una gran parte de las erupciones volcánicas y sismos del planeta. El 28 de septiembre, un terremoto de magnitud 7,5 en la zona central de la isla de Célebes provocó un tsunami que dejó 2.102 muertos y dejó más de 200.000 desplazados, la mayoría en la ciudad de Palu y sus alrededores. Otros centenares de personas siguen desaparecidas meses después del desastre, muchas de ellas engullidas por la tierra tras el potente seísmo.
El 26 de diciembre 2004, un tsunami desencadenado por un sismo submarino de magnitud 9,3 frente a las costas de Sumatra causó la muerte de 220.000 personas de varios países del océano Índico, 168.000 de ellas en Indonesia. Fue la mayor catástrofe de este tipo en la historia moderna.
En 1883, la explosión del Krakatoa se convirtió en una de las peores erupciones volcánicas que se conocen. Desató olas gigantescas que provocaron la muerte de unas 36.000 personas. Sus cenizas, expulsadas durante semanas, llegaron incluso al continente americano. La configuración de esas islas quedó modificada tras esa erupción y el Krakatoa desapareció bajo el mar. Sin embargo, alrededor del año 1930 apareció una nueva isla en aproximadamente la misma localización, también con un volcán que sigue creciendo cada año. En indonesio se bautizó como «Anak Krakatau», literalmente «hijo del Krakatoa».