China advirtió hoy a Estados Unidos que «juega con fuego» al venderle armas a Taiwán y amenazó con sanciones por 2.200 millones de dólares a las empresas implicadas en la operación, que golpea una relación ya tensa por la guerra comercial Washington-Beijing.
«No jueguen con fuego si se trata de Taiwán», sentenció el canciller chino, Wang Yi, en rueda de prensa, después de entrevistarse en Budapest con su homólogo húngaro, Peter Szijjarto.
Wang criticó que Estados Unidos haya vendido material militar a Taiwán sin tener en cuenta las protestas de su gobierno, que considera a la isla una «provincia rebelde», y exigió a Washington que respete el principio de que sólo existe una China.
El jefe de la diplomacia reiteró que «los separatistas de Taiwán actúan contra la historia y el pueblo», citó la agencia de noticias EFE.
Washington aprobó hace tres días la venta de armas a Taiwán, que China considera parte de su territorio, por valor de 2.200 millones de dólares, una medida que el gobierno isleño asegura que demuestra el apoyo de Estados Unidos ante la amenaza del gigante asiático.
Wang avisó que «si Estados Unidos genera nuevos problemas en las relaciones con China, sus actos se volverán contra ellos mismos».
En Beijing, el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores dijo hoy que China «impondrá sanciones económicas a las compañías estadounidenses que participan en esa venta de armas por un valor de 2.200 millones de dólares».
«La venta de armas de Estados Unidos a Taiwán ha violado gravemente las normas básicas del derecho internacional y las relaciones internacionales», enfatizó el vocero, Geng Shuang.
El presidente estadounidense, Donald Trump, ha intensificado los contactos diplomáticos con Taiwán y cuestionado el principio de «una sola China», que mantiene que sólo existe un país soberano bajo ese nombre.
Beijing sostiene que Taiwán es un país rebelde desde el final de la guerra civil de 1949 y exige que los países con los que mantiene relaciones diplomáticas no las tengan con Taiwán, dentro de lo que se denomina la «política de una sola China».
La venta de armas planificada, la primera transferencia de equipo militar estadounidense de alto costo a Taiwán en décadas, se produce cuando los lazos entre Washington y Beijing ya están tensos por su guerra comercial.
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