El sujeto sometió a un auténtico martirio a la chica, a quien drogó con una extraña miel que le puso en la boca. Luego la manoseó en sus pechos, cola y genitales con una crema, le pasó su miembro viril erecto por la cara mientras le aseguraba, de manera morbosa y disparatada «te cojo por la mente».
La víctima bajo los efectos del poderoso estupefaciente, fue consciente de todos los vejámenes que sufría sin poder siquiera mover sus brazos y piernas. El horror finalizó cuando el propio «padre» la liberó no sin antes «avisarle» que «la próxima vez» la iba a hacer participar de una fiesta sexual entre varios integrantes.
Testimonio de la víctima
La víctima, de nombre Nadia, detalló que el hecho sucedió en un santuario de la religión umbanda, ubicado en la calle Bahía Blanca al 1300, en la localidad de Wilde, del mencionado partido del sur del Gran Buenos Aires.
«A este Pai, llamado Carlos, lo conozco por parte de los padrinos de mi hermana, quienes practican la religión desde hace 20 años. Ellos nos llevaron a mi familia y a mí a una especie de fiesta en este templo el 27 de abril», relató la mujer.
«Luego de la celebración, Carlos se quedó hablando conmigo sobre la videncia, percepción, y ese tipo de cosas, que me llama la atención desde muy chica. Hasta ahí todo bien, quedé fascinada y sentí una ‘paz’ de esas que te hacen creer que ahora todo va a estar bien, que mágicamente se te van a abrir los caminos y vas a poder conseguir ese laburo que tanto necesitás, y que vas a aprender todo lo que siempre quisiste. A los pocos días me contactó para una limpieza espiritual», contó.
El religioso la citó en el templo el 2 de mayo y en forma tramposa, le aseguró que allí se encontrarían los padrinos, para darle «seguridad». Nadia habló previamente con la pareja y les preguntó qué opinaban sobre el padre: «me dijeron que confíe en él tanto como confiaba en ellos».
Cuando la joven acudió al encuentro con el sujeto, no sólo notó la ausencia de sus parientes, sino que también vió salir del lugar a una chica con aires de «desorientada», a quien el religioso acababa de «atender».
Un relato de terror
«El Pai me abrió la puerta y me llevó a un cuarto del templo, que tenía cuchillos y otras armas colgadas en las paredes. Allí habían dos sillas, enfrentadas por una mesa», reveló. «Enseguida, me sentó y me preguntó si tenía contracturas, mientras me masajeaba. Me decía que era parte de la limpieza», manifestó la víctima.
Pasados unos minutos, el hombre le untó «una especie de miel» por los labios que provocaron que la muchacha se desvaneciera y quedara «sin fuerzas de moverse». «Perdí el control de mi cuerpo, no podía estirar mis piernas, mis brazos y mi cara. Además, mis ojos quedaron entreabiertos porque no lograba abrirlos del todo», contó la mujer.
En ese momento, el sacerdote apagó las luces del lugar, se bajó el cierre del pantalón y le apoyó su pene en la cara, mientras le decía: «estás dormida, yo ahora te cuido».
Acto seguido, Carlos comenzó a «masajearle» los pechos por debajo de la ropa y le «manoseó» la vagina «con una crema puesta en sus manos». Luego, le dijo: «vos no podés disfrutar porque nadie te coge por la mente, pero yo sí te cojo por la mente». «También me daba vueltas y me tocaba la cola», relató la víctima.
Cuando, finalmente, la afectada logró abrir sus ojos, el hombre la llevó al baño del lugar para que se limpiara la miel que tenía sobre la cara y le aseguró que él «la cuidaría a partir de ahora». Después, volvió a llevarla al cuarto para prometerle que «la próxima vez» que se vieran podían incluir a otra persona en el encuentro.
«Antes de irme, ya en la puerta del lugar, yo seguía inmóvil y él intentó besarme, tocándome los dientes con su lengua», contó. «Inmediatamente fui a pedirles ayuda a los padrinos de mi hermana, que viven a dos cuadras del lugar pero no me creyeron nada de lo que decía. Incluso, llegué a pedirles perdón por contarles lo que me sucedió», afirmó la víctima.
Al día siguiente, Nadia se dirigió a su mamá y a una amiga. «Luego de que les narré todo, vinieron mis padrinos de mi hermana a meternos miedo y a insultarnos. De todas formas, a los cuatro días, tomé fuerzas y fui a hacer la denuncia a la Comisaría de la Mujer y la Familia de Avellaneda», relató.
Desde entonces, la mujer asegura que en la fiscalía «nadie hizo nada». «Hasta hoy no tengo la perimetral y me citaron sólo a declarar luego de un mes. No me brindaron ningún tipo de contención, tampoco lo citaron al Pai ni me incautaron la ropa que tengo guardada de ese día, manchada con la jalea», estableció. Es más, desde que la víctima contó el episodio de abuso en sus redes sociales, le llegan amenazas a ella y a su novio por parte de la esposa del religioso.
Incluso, según sus dichos, la fiscal de la causa se burló de ella y le dijo, entre risas: «la sacaste barata, vos con dos terapias le decís que es un hijo de puta y se te pasa».
Al momento, Nadia continúa atemorizada a «salir a la calle» y recibe amenazas por parte de allegados del pai. «Sólo pido que la causa se mueva y se haga Justicia. Este hombre no puede estar suelto», concluyó.