Carlos Alegre, que en su momento hizo estallar el caso de las espías ilegales, reveló haber visto fichas y documentos con seguimientos y datos del maestro de Trelew. Estaban contenidas en disketes y soporte papel. Una parte del material la quemó la Marina. Buscarán más información.
Siguió en Comodoro Rivadavia el juicio oral y público por el secuestro y la desaparición de Elvio Ángel Bel, el 5 de noviembre de 1976 en Trelew. En la Sala del Tribunal Oral Federal estuvo uno de los acusados, Tito Nichols, en tanto que Hernán Álvaro Hermelo lo siguió por videoconferencia desde Comodoro Py. Declararon Juan Bautista Ruggeri; el policía retirado Carlos Ángel Palma desde Esquel y el exmilitar Carlos Alegre, con uno de los testimonios más significativos. El juicio sigue hoy a las 10.
Primero declaró Alegre, exmilitar del Servicio de Inteligencia que trabajó en la Base Almirante Zar. El testigo fue quien denunció las maniobras de inteligencia ilegal hace unos años. Reconoció la existencia de una Base de Datos que incluía informes de ciudadanos de las policías federal y provincial. Admitió que Bel, su perfil y su actividad estaban mencionados en esos documentos y que había referencias sobre una detención, aunque sin precisar fecha ni lugar.
Alegre, quien vivió en el barrio Marina de Trelew, reveló que además del disco rígido había copia en papel y otra en disketes. Y que él mismo sacó de la Base parte de esta documentación ya que muchos casos habían sido denunciados a la Justicia. Los archivos se guardaban en la sección de Inteligencia de la Base, en un sector denominado como “La Casita”.
“Había documentación en la base informática histórica que se llamaba ´Archivo histórico´. Estaba impreso con el mismo tenor. Cuando surgió la preocupación por un posible allanamiento se decidió sacar ese disco rígido de ese archivo; se esconde en un cuarto en Enfermería dentro de la Base y luego fue pasado a un camarote donde se alojaba el suboficial mayor Andrada. Se intentaba sacarlo de la Base y entregarlo a la Dirección de Inteligencia Naval por la importancia del archivo”, declaró Alegre desconociendo el destino del material.
Sobre el soporte papel que incluía causas abiertas, contó que retiró este material de la Base en dos bolsas de residuos de 60×90 escondidas en su mochila. Agregó que su intención fue siempre entregar el material a un juez o un superior jerárquico aunque aclaró que estaba cortada la cadena de mando. “Por eso decidí que cuando encontrara a un funcionario público, iba a entregar la documentación”.
Viajó a Capital Federal donde recibió en su domicilio a miembros del Centro de Estudios Legales y Sociales que se llevaron fotocopias de las fichas. “Les aclaré que parte del material había sido incinerado en la Base y que había otro tramo que desconocía dónde estaba”.
Alegre dijo haber entregado parte de los archivos en papel al entonces viceministro de Defensa e inclusive haber acompañado a su chofer, quien retiró el material y lo trasladó hasta un edificio de la calle Sarmiento en Capital Federal. Notificó de la acción al entonces exjefe del SIDE en Trelew, a quien reconoció como “de confianza”.
Respecto a los seis disketes con información, mencionó a Darío Díaz, quien presidía la Dirección de Protección de Testigos y al pedido de éste de remitir los elementos por Correo Argentino a nombre de Díaz pero utilizando un nombre falso de remitente. “Mi padre me lo remitió desde San Carlos de Bariloche y aunque tengo la caja de envío, el contenido nunca apareció”.
Negó contradicciones planteadas por Fiscalía respecto al testimonio aportado en anteriores declaraciones. “Si lo declaré así, es así”, afirmó.
Alegre admitió que el apellido Bel aparecía en los registros aunque negó que se conocieran detalles previos a su potencial detención en 1976. En los informes no se especificaba la fuerza actuante y sí se incorporaba una suerte de valoración de la información.
“Figuraba su vida completa pública y privada pero no había nada sobre sus últimos movimientos. Había un auto, un Fiat 128 en la casa de Bel que se decía pudo ser utilizado por los extremistas que se fugaron de la cárcel de Rawson”.
En otro tramo de su testimonio, Alegre denunció amenazas y hasta un sospechoso accidente en ruta.
“Fueron indicios que me hicieron pensar que peligraba mi familia. En mi domicilio me pintaron con aerosol y pusieron catorce bombas molotov. Me amenazaron a través de mails. Pero el hecho más grave ocurrió en febrero del 2011, cuando volcamos con mi padre en plena recta y a baja velocidad. Sufrí traumatismo de cráneo y estuve un mes en coma. Pedí pericias mecánicas que nunca se realizaron”, detalló.
El defensor oficial y Fiscalía consideraron en base a la declaración que el nombre de Bel efectivamente figuraba en los tres registros citados y que la intervención de profesionales del CELS no había sido hasta ahora referenciada.
Como los elementos aportados pueden ser novedosos para la investigación se pidió el testimonio del abogado Eduardo Hualpa y por oficio pedirle al Ministerio de Justicia información relacionada con la entrega de archivos, alo igual que a los funcionarios de la oficina de Protección de Testigos. Se le solicitó al testigo la entrega del envoltorio que dice tener consigo, al momento de la encomienda aludida.
Declaró desde Esquel mediante videoconferencia el policía retirado Palma. Al momento del hecho trabajaba en la Dirección de Tránsito de la Policía del Chubut. Conoció a Bel y fue vecino de su padre de éste.
“Cuando nos encontrábamos nos decíamos tocayo porque teníamos el mismo nombre. El padre tenía un mercadito a la vuelta de mi casa. Después de su desaparición, a mí y a mi familia nos causó un notable estupor. Conocí a la criatura que tenía en brazos e inclusive a su esposa antes de que se casaran. No llegamos a ser amigos pero alguna vez estando yo intervenido quirúrgicamente, tuvo la bondad de irme a visitar”.
El expolicía prometió a la familia de la víctima que denunciaría cualquier hecho sobre el caso. Y que a lo largo de su carrera, siempre indagó sobre el destino del vecino de Trelew.
Ruggeri, sargento 1º de la Policía Federal, desconoció acusados y víctima. “Nunca escuché ese apellido; no estuve en Trelew ni siquiera de comisión. No conozco Chubut”, finalizó. Con información del Diario Jornada.