Se aplica a funcionarios y empresas metalúrgicas claves. Teherán dijo que el ataque a las bases fue el inicio de la venganza, y exige a EE.UU. que abandone Irak.
El presidente estadounidense Donald Trump redobló ayer las sanciones económicas adicionales contra Irán, tal como había prometido, como represalia por el ataque con misiles contra dos de sus bases militares en Irak. De esta manera busca asfixiar aún más al régimen islámico, pero evitando una confrontación directa.
“Estoy haciendo al régimen de Irán responsable de los ataques contra personal e intereses de Estados Unidos al impedirle sustanciales ingresos que pueden ser usados para financiar y apoyar su programa nuclear, desarrollo de misiles, terrorismo y redes de aliados terroristas, y su malévola influencia regional”, dijo el mandatario en un comunicado.
Las nuevas sanciones apuntan contra ocho altos funcionarios persas como el secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional, Ali Shamkhani; Mohammad Reza Ashtiani, jefe de gabinete adjunto de las Fuerzas Armadas de Irán; y Gholamreza Soleimani, líder del grupo paramilitar Basij del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica.
El otro costado del paquete de sanciones comprende a las “mayores empresas productoras” de acero, hiero y cobre de Irán y a “nuevos sectores como el de la construcción, manufacturas y textiles. En el sector minería son 17 las firmas afectadas, algunas de las cuales tienen sede en China y en las islas Seychelles.
La medida implica la congelación de los activos de los funcionarios y de las compañías en territorio bajo soberanía de Estados Unidos, y limita transacciones y contratos. Cualquier persona o entidad que lleve a cabo operaciones con ellos será objeto también del castigo económico por parte de Washington.
Según la Casa Blanca, todas estas empresas contribuyen a la provisión de suministros clave para el desarrollo iraní. “Estamos golpeando el corazón del aparato de seguridad del círculo más cercano del régimen”, afirmó el canciller, Mike Pompeo, al anunciar las medidas. “Las sanciones seguirán hasta que el régimen frene la financiación del terrorismo internacional y se comprometa a no tener nunca armas nucleares”, advirtió por su parte el titular de Economía, Steven Mnuchin.
Con este nuevo giro se incrementa la presión sobre Irán, que vive una profunda crisis económica y ha sido escenario a finales de 2019 de una oleada de protestas y descontento social, cuya represión por las fuerzas de seguridad había causado fisuras internas. En el pasado año el valor del rial, la moneda iraní, había perdido 60% de su valor respecto al dólar. El FMI prevé una contracción económica del 9,5% al cierre de 2019.
La imposición de estas sanciones ya había sido adelantada por Trump después de que el pasado miércoles Irán lanzase misiles balísticos contra dos bases que albergan tropas estadounidenses en Irak, un hecho que Teherán anunció como el “inicio” de represalias por el operativo del Pentágono que asesinó al poderoso jefe militar iraní Qasem Soleimani.
El objetivo, sostiene la República Islámica, es la retirada total de Estados Unidos de Irak y de todo Oriente Medio. Ayer, el influyente clérigo shiíta Mohamad Alí Akbarí reiteró ante una multitud en Teherán que el ataque contra las bases estadounidenses es solo el comienzo de la venganza. “Una pequeña parte de la operación de venganza acaba de comenzar, los intereses de Estados Unidos en todo el mundo se verán expuestos a grandes amenazas”, afirmó.
El primer ministro interino de Irak, Adel Abdul-Mahdi, se plegó a Teherán y pidió también la salida de las tropas estadounidenses de su país. En una conversación con Pompeo le dijo que hubo “una violación de los acuerdos bilaterales” con el operativo contra Soleimani, y le exigió que “envíe delegados a Irak” para acordar la retirada.
Sin embargo, Pompeo rechazó de plano esta posibilidad, y sostuvo que la presencia estadounidense en la región es crucial para la lucha contra el ISIS.” Estados Unidos es una fuerza para el bien en Oriente Medio”, afirmó el secretario de Estado, detalló Clarín.