Pasarán los años y costará encontrar un momento semejante en la historia del tenis. No será fácil para el deporte de las raquetas vivir una situación similar, en la que tres jugadores en actividad sean también los que más títulos de Grand Slam han ganado. Es lo que sucede con Roger Federer (20), Rafael Nadal (19) y Novak Djokovic (17), ganadores de 56 títulos de Grand Slam en los últimos 17 años. El serbio estiró el abrumador dominio del Big 3 al consagrarse campeón del Abierto de Australia. por octava vez. Récord absoluto, claro está. Sólo Federer (6 títulos) podría superarlo, si el suizo gana en Melbourne con más de 40 años.
Djokovic ganó Australia por primera vez en 2008, cuando tenía 20 años. El balcánico llegó entonces para alterar el duopolio que empezaban a conformar Roger y Rafa, e insertarse como una cuña: así nació el Big 3. Lo consiguió con creces, y lucha con el suizo y el español por el título de ser considerado el más grande. Alguna vez Andy Murray intentó postularse para ampliar el club. El escocés sumó 3 Grandes -perdió 8 finalísimas- y terminó una temporada al frente del ranking; cifras magníficas para cualquier tenista, pero insuficientes para acercarse a todo lo conseguido por el trío que domina el circuito hace largo rato. Y sin ánimo a la vista de darse por satisfechos.
A su vez, entre ellos luchan por el título del mejor tenista de la historia. Una discusión con muchas aristas a tener en cuenta: cantidad de títulos de Grand Slam, semanas en lo más alto del ranking, historial y victorias entre sí. Y así y todo, sería difícil encontrar una certeza en este sentido, una definición concluyente. Acaso lo más adecuado sea considerar que efectivamente el tenis disfruta ahora mismo el hecho de tener en acción a los tres mejores de todos los tiempos. Cada uno con sus logros, su estilo, sus características. Distintos e inalcanzables.
Djokovic tiene 32 años. Acumula 78 títulos, 17 de ellos de Grand Slam, casi la mitad en Melbourne. Eso no significa que no podría ganar los otros: ya demostró que puede festejar en Wimbledon y en el US Open, y si sólo celebró una vez en Roland Garros es porque Nadal domina con mano de hierro el polvo de ladrillo francés. También Federer puede decir algo al respecto. Ganó los cuatro grandes, los Masters 1000, Copa Davis, Copa ATP y cinco Masters de fin de año, y tiene saldo a favor en el historial contra Federer y Nadal. En el increíble palmarés de Nole sólo le faltaría mejorar el bronce olímpico que alcanzó hace doce años, en Pekín 2008, casi un detalle.
Dominic Thiem hizo cuanto estuvo a su alcance para conquistar su primer Grand Slam. Con su mejor versión, el austríaco llevó al extremo a Djokovic. Pero no pudo, después de cuatro horas de batalla, y Nole se impuso por 6-4, 4-6, 2-6, 6-3 y 6-4. No fue una paliza ni mucho menos. El serbio se equivocó muchísimo (57 errores no forzados) y adujo que le faltaba energía en los dos parciales que cedió. Ambos cometieron la misma cantidad de equivocaciones, síntoma de una final tensa, con mucha ansiedad y nervios. Pero en el tramo decisivo, Djokovic no dudó.
La victoria en Melbourne le dejó otro rédito a Djokovic: desde este lunes vuelve a ser el número 1 del mundo, posición que le había cedido por tres meses a Nadal. El serbio empezará a transitar la 276ª semana en lo más alto del ranking, y de a poco Federer empieza a ver que su récord de 310 semanas al tope se ve amenazado; en poco tiempo, Djokovic podría subirse al segundo escalón histórico y desbancar de esa posición a Pete Sampras (286 semanas). Otra motivación más para Nole, que redondea un arranque de año ideal, ya que antes del Open australiano le había dado a Serbia la flamante Copa ATP. Números implacables: 13 partidos jugados, 13 victorias. Doce años después de ganar Australia por primera vez, Djokovic sigue allí, con el trofeo Norman Brookes en sus brazos, casi como una estatua viviente, en el centro del Melbourne Park. Mientras, el resto de los mortales busca la receta para quebrar el hechizo que hizo eterno a este Big 3.
Por: José Luis Domínguez, señaló La Nación.