Merenderos del área metropolitana de Buenos Aires debieron suspender o alternar la asistencia ante el aumento de familias que se acercaron a pedir sus viandas. El Ministeiro de Desarollo Social anunció un refuerzo de la ayuda alimentaria.
Comedores y merenderos del área metropolitana de Buenos Aires debieron suspender la asistencia o alternar los días en que la brindan debido al aumento de familias que se acercaron a pedir sus viandas, en medio del aislamiento preventivo y obligatorio por la pandemia de coronavirus.
«Es muy duro tener que avisarle a los vecinos que esta noche no se va a dar la cena», dijo a Télam Graciela Noblecilla, quien está al frente del comedor ‘Manitos libres» de Villa Domínico, en el partido de Avellaneda, mientras explica a un hombre de unos cincuenta años que se quedaron «sin frescos» y no pudieron cocinar para las 160 personas que acuden los martes y jueves.
La mujer de 46 años señaló que desde que empezó la cuarentena se incrementó «la cantidad de gente que viene a pedir la comida, y el martes pasado tuvimos que hacer 250 porciones; usamos toda la mercadería que teníamos y no llegamos a reponerla para el jueves».
En medio de la situación sanitaria, el ministerio de Desarrollo Social de la Nación anunció el pasado 20 de marzo un refuerzo de la asistencia alimentaria a comedores escolares y comunitarios.
Para hacer frente a la situación de los más vulnerables el Gobierno nacional dispuso, además, el pago de bonos a quienes cobran planes sociales, Asignación Universal por Hijo (AUH), jubilaciones mínimas y monotributistas clase A y B.
«Acá viene gente que realmente necesita, los pibes de esas familias se van a ir a dormir con la panza vacía», afirmó Noblecilla al cumplirse más de una semana del anuncio oficial de aislamiento social, preventivo y obligatorio.
Las dos mesas largas del local de la calle Obarrio al 1000 están vacías, pero la cantidad de gente que se acerca con sus tuppers a buscar comida creció, lo que Noblecilla atribuye a que «en el barrio la mayoría vive de changas y si no pueden salir, no pueden conseguir ni esos pesitos para lo básico».
Además de la cena, en Manitos Libres se prepara la merienda para 135 chicos, pero «casi que duplicamos la cantidad de raciones y nos estamos quedando sin mercadería», advirtió la mujer, quien explicó que para solventar los gastos antes hacían «bingos y rifas, pero ahora no se puede» por las medidas que buscan mitigar la propagación del coronavirus.
Un poco más al sur del mismo municipio funciona un comedor comunitario para los trabajadores de la economía popular que lleva adelante el Frente Popular Darío Santillán, donde diariamente comen 120 personas.
«Desde el lunes pasado se empezaron a acercar vecinos para llevarse viandas, son todas personas del barrio que hacen changas y hoy no tienen ni para comer», explicó María Alba, que vive allí hace cinco años.
En el lugar, ubicado en Madrid 1126, pasaron de preparar la merienda para 50 «pibes del barrio a tener que prepararla para unos 120» por lo que consiguieron que el municipio «nos baje un poco más de mercadería».
Del otro lado del Puente Pueyrredón, atravesando los puestos de control donde efectivos de seguridad revisan las autorizaciones de quienes circulan, se encuentra el merendero Bienestar, en la Villa 21-24 del barrio porteño de Barracas que diariamente servía la merienda para 85 chicos.
«Desde que anunciaron el aislamiento empezaron a venir más y más chicos a pedir la leche, ya superamos las 100 personas y no podemos sumar más. Vienen vecinos a preguntar si hay cupo y nos duele en el alma, pero tenemos que decir que no, porque ya no tenemos qué darles», dijo a Télam Mayra Ledesma, referente del lugar y militante del movimiento Barrios de Pie.
La mujer, de 36 años, explicó que el Gobierno porteño los asiste con mercadería para 45 raciones diarias, productos que les dejan en el local ubicado en la calle Santo Domingo y que «para comprar el resto de las cosas vendemos manualidades en el barrio o en las ferias, pero ahora no podemos y mucha de la gente que nos ayudaba ya no puede».
«No nos gusta hacer diferencia, pero a los primeros que llegan le damos las galletitas o budín que nos da el gobierno y cuando se terminan tenemos que dar torta fritas o lo que podamos hacer con lo que tenemos», señaló Ledesma.
Todas las referentes de los locales consultadas por Télam manifestaron su preocupación ante la posibilidad de una extensión del aislamiento obligatorio por la imposibilidad de los vecinos para realizar las «changas» que les permiten conseguir dinero para la subsistencia diaria, señaló Télam.