Parece un sueño, pero no. Es una realidad extraordinaria lo que lograron dos jóvenes radatillenses apasionados por volar. Se construyeron su propio avión: Correcaminos.
Guillermo Casamayú y Juan Martín Escobar obtuvieron el pasado 21 de octubre el Certificado de Aeronavegabilidad Especial otorgado por la ANAC (Administración de Aviación Civil) y la matricula LV-X610. La certificación le da la característica de experimental y para el propósito de operación de aeronave construida por aficionado.
Amigos desde parte de la primaria, la secundaria y la universidad. Amantes de la aviación y, por supuesto, volar.
Escobar es piloto de vuelos comerciales y ha trabajado para la empresa LAN. Debía repartir su tiempo entre el trabajo y el proyecto. Lo mismo debía hacer Casamayú, quien desde Comodoro Rivadavia organizaba su trabajo para coincidir en el desarrollo del proyecto. Comenzaron en 2012 y en ocho años armaron su avión donde querían: en la Patagonia, su hogar.
Ninguno de los dos es ingeniero aeronáutico, Juan Martín es ingeniero industrial y trabajó en el aerotaller, mientras que Guillermo también estudió ingeniería y tiene su taller.
Y ambos agradecen al Aeroclub de Comodoro Rivadavia, que les abrió las puertas para que inicien su proyecto. Comenzaron en el hangar y continuaron en el taller.
La construcción la realizaron siguiendo las instrucciones de los manuales desarrollados por Van’s Aircraft, el diseñador de aviones experimentales más vendidos del mundo.
Ocho años después, Correcaminos ya está listo para surcar los cielos patagónicos. Y asi lo entienden estos dos jóvenes radatillenses, Juan Martín y Diego. «Ahora viene la parte más linda, y la que mejor sabemos hacer, volar en la máquina de los sueños».