Dos madres y una misma dolorosa situación: tener hijos con adicciones a las drogas y otras sustancias desde muy jóvenes que en algún momento de sus vidas también empezaron a incursionar en hechos delictivos que se tornaron también en otra adicción.
Una de ellas espera pericias de su hijo muerto en un inquilinato del centro y la otra que saquen a su hijo malherido de la Alcaidía y los traten por sus adicciones.
Nancy Fuentes era la madre de Jeremías Javier Lillo, él tenía 32 años y era adicto a las drogas y el pasado 4 de junio lo encontraron sin vida y con un disparo de arma de fuego en la cabeza en el interior del precario departamento que alquilaba en una especie de inquilinato de la calle Chacabuco al 1.100 de la céntrica zona denominada “Rincón del diablo”.
Nancy tiene otros dos hijos adolescentes a quienes cuidar y busca la ayuda psicológica que le permita sobrellevar el dolor de la pérdida de su hijo, de quien, según confidencia “nos habíamos alejado hace algunos meses por sus malas compañías, él no andaba en cosas buenas pero no creo que se haya quitado la vida” manifiesta con un dejo de tristeza la mujer que al menos una vez a la semana ha ido en los últimos tiempos a pedir explicaciones a la Fiscalía.
“Me cuentan que alguien entró al lugar, que limpió el arma y se la puso en la mano, en la Fiscalía me dicen que están esperando resultados de unas pericias, ¿tanto pueden tardar esas pericias?” se pregunta la mujer que quiere encontrarle explicaciones para borrar de alguna manera los tormentosos momentos que le impiden vivir con la paz espiritual que tanto necesita.
Cuenta que de la noche de la muerte de Jeremías circula un video y una pelea previa entre inquilinos del lugar y la voz de su hijo recriminando a viva voz de que “vayan a romper a otro lugar…”. Explicaciones por la muerte de Jeremías Lillo no ha trascendido nada hasta el momento, solo el pedido de Nancy.
El caso de Martín Triviño
El siguiente caso tuvo mucha trascendencia a principios de este mes. Se trata de Martín Triviño, de 26 años, ingresado en las últimas horas a un pabellón de la Alcaidía policial tras haber estado dos semanas entre la vida y la muerte y en un coma farmacológico. Según cuentan, ingresó en un estado deplorable de salud. Mónica Flor Triviño es otra madre con las mismas sensaciones que Nancy.
“Quedó como si fuera un niño, no está consciente de nada, mañana (por hoy) le hacen una audiencia, pero yo creo que él no sabe qué le van a decir… todo es muy doloroso, en casa estamos todos mal, culpa de la maldita drogas…”. Cuenta Mónica que a principios de agosto, una vez que trascendieran los hechos de público conocimiento, había manifestado que “no justifico de ninguna manera lo que hizo mi hijo, pero es verdad que esa casa que se quemó era suya, se la habían usurpado y después la vendieron” señalaba la atormentada mujer que en las últimas 3 semanas estuvo ocupada en llevar y traer a su nieto hijo de Martín al colegio y después ir al hospital a interiorizarse de su estado de salud. “Lo único que pido es que la Fiscalía o quien sea haga una orden para que sea tratado en psiquiatría, ahí lo tendrían que haber llevado y tratado por sus adicciones, él tuvo su momento de lucidez estando en el hospital y me juró y recontra juró que él no le había disparado a los policías”.