El Ministerio de Capital Humano de Argentina, liderado por Sandra Pettovello, ha lanzado una grave acusación contra la administración del programa de becas Progresar, evidenciando una falta de control y posible corrupción en la gestión de fondos asignados para la educación de los estudiantes más vulnerables. Esta denuncia llega tras una minuciosa auditoría realizada por la Sindicatura General de la Nación (SIGEN), que ha descubierto irregularidades significativas en el manejo de un préstamo internacional de 341 millones de dólares destinados específicamente a estas becas.
El préstamo, concedido por el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF) en noviembre de 2019 durante el gobierno de Alberto Fernández, supuestamente no pasó por los controles adecuados, lo que ha levantado sospechas sobre el destino final de los fondos. La auditoría sugiere que los procedimientos establecidos para la asignación y seguimiento de las becas no se siguieron correctamente, destacando la ausencia de documentación esencial como legajos individuales de los becados y certificaciones escolares que confirmen la inscripción y asistencia de los estudiantes beneficiarios.
La gravedad de las acusaciones es tal que la SIGEN ha categorizado el caso como de «impacto alto», señalando un alarmante nivel de desorganización y potencial corrupción. Los delitos denunciados incluyen el «incumplimiento de deberes de funcionario público» y «fraude a la administración pública», apuntando a una negligencia significativa en la administración de recursos tan críticos para el desarrollo educativo del país.
Sandra Pettovello ha expresado su determinación para que se realice una investigación exhaustiva y se establezcan responsabilidades. Según fuentes cercanas a la ministra, de confirmarse estas irregularidades, estaríamos ante un escándalo de proporciones mayúsculas que no solo pone en duda la integridad de la gestión de fondos públicos, sino que también explica en parte los continuos desafíos que enfrenta el sistema educativo argentino.
Este caso se convierte en un foco de atención nacional, ya que subraya la necesidad de reformas profundas y transparencia en los programas gubernamentales, especialmente aquellos dirigidos a sectores tan sensibles como la educación. Las repercusiones de estas denuncias podrían llevar a cambios significativos en cómo se administran y supervisan los fondos destinados a la educación en Argentina.