Más de 17 millones de personas en Argentina están expuestas al consumo de agua con arsénico, según reveló una investigación reciente que será publicada en la revista Water and Health (Agua y Salud). Por la dimensión del conflicto sanitario, Alejandro Oliva, el científico que lideró el trabajo, lo equipara “a una epidemia”. De hecho, se han realizado y actualmente se elaboran estudios que comprueban la conexión entre este contaminante y enfermedades como cáncer y Alzheimer. Con la información recopilada de 12 provincias, elaboraron un mapa que podría servir a la población como alarma y a los gobiernos como base de políticas públicas orientadas a frenar su impacto.
“Con este tema todos miran para el costado. Ya lo hemos conversado con diferentes ministerios provinciales y lo único que les preocupa es que esto no salga a la luz, porque deberían dar respuestas”, indica Oliva, responsable del Programa de Medio Ambiente y Salud de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y autor del estudio. Luego continúa: “Si no se monta una vigilancia y se garantiza una seguridad hídrica que controle obligatoriamente lo que sucede, esto se volverá mucho más serio que cualquier problema de salud pública”.
El arsénico es un contaminante de origen natural que proviene de la erosión de las rocas en los acuíferos. Sin embargo, también se reporta, en menor medida, como el resultado de actividades humanas, vinculadas a procesos industriales como minería, fundición de metales y uso de pesticidas. Con el objetivo de conocer cuán contaminada está el agua que beben los argentinos, un equipo de científicos de la UNR decidió recopilar toda la información disponible y establecer un mapa.
En esta línea, utilizaron la información publicada y suministrada por 12 provincias que actualmente representan al 70 por ciento de la población total de Argentina. Y, en base al parámetro de la OMS –límite de 10 microgramos por litro de agua de consumo– hallaron que más de 17 millones de individuos estaban expuestos al contaminante.
“Hay que tener en cuenta que otras 12 jurisdicciones no manejan información. Por ejemplo, Ciudad Autónoma de Buenos Aires no aporta datos porque se supone que no hay arsénico en el agua que toman los porteños porque las bocas provienen del Río de La Plata. Sin embargo, no es tan así: hay zonas de la capital que están abastecidas de napas locales”.