Las víctimas no eran empleados de la empresa estatal Comibol, pero tenían permiso para realizar actividades de recolección de mineral. Ya son 73 los fallecidos por accidentes en lo que va del año.
Cinco trabajadores murieron tras el derrumbe en la mina de Potosí, Bolivia. El hecho ocurrió en la mina de oro Amayapampa, uno de los yacimientos auríferos más importantes del país. Las víctimas fueron halladas sin vida bajo un talud de tierra, a más de 4000 metros de altura, en el departamento de Potosí, a unos 578 kilómetros al sur de La Paz.
Tragedia en Bolivia, derrumbe de una mina
De acuerdo con a24. Según confirmó el comandante de la Policía de Potosí, Fernando Benítez, las cinco personas fallecieron por asfixia a causa del aplastamiento. Las primeras pericias apuntan a que una parte del cerro cedió y los sepultó por completo.
Se trata de adultos mayores de edad que no pertenecían a la plantilla oficial de la empresa, pero sí contaban con autorización para realizar «paqoma», una actividad tradicional que consiste en recolectar restos de minerales desechados durante la explotación minera.
La mina Amayapampa es administrada por Comibol (Corporación Minera de Bolivia), que gestiona diversos proyectos estatales vinculados a la minería. En este yacimiento se practica la explotación a cielo abierto, una técnica frecuente en zonas de gran altitud que, sin embargo, conlleva riesgos estructurales elevados, especialmente cuando no se aplican protocolos de seguridad actualizados.
El caso ha vuelto a poner en discusión las condiciones precarias en las que operan muchos de los trabajadores informales que acceden a estos espacios mediante permisos de recolección. La actividad minera en Bolivia está dividida entre el sector estatal, el privado y las cooperativas, siendo estas últimas las más vulnerables en términos de seguridad.
Según los registros oficiales, ya suman 73 los muertos en accidentes mineros en Potosí en lo que va del año. Solo en marzo, cinco personas murieron en circunstancias similares por otro derrumbe ocurrido en una mina cercana a la ciudad de La Paz.
Qué es la paqoma y por qué representa un riesgo
La paqoma es una práctica extendida en zonas mineras de Bolivia, especialmente en comunidades que viven en las inmediaciones de grandes yacimientos. Consiste en recolectar restos de material mineralizado que no son procesados por la explotación principal. Aunque cuenta con cierta tolerancia institucional, no implica una relación formal de empleo y se desarrolla, muchas veces, sin supervisión técnica ni medidas de seguridad.
Las personas que realizan paqoma lo hacen de forma manual, muchas veces en horarios nocturnos o con condiciones climáticas adversas, lo cual multiplica el riesgo de siniestros. La falta de capacitación y equipamiento agrava aún más esta situación.
En el caso de Amayapampa, las víctimas no eran trabajadores de planta, pero la empresa había otorgado permisos para que ingresaran al predio a recolectar materiales. La autoridad policial confirmó que tres cuerpos fueron llevados a la morgue de una localidad cercana, mientras que los otros dos fueron retirados por sus familiares directamente en el lugar del derrumbe.
Una constante trágica: la inseguridad en las minas bolivianas
Los derrumbes, la inhalación de gases tóxicos y las explosiones son los principales causantes de accidentes fatales en la minería boliviana. La falta de controles regulares, sumada a la debilidad en la fiscalización de las condiciones laborales, genera un escenario preocupante, en especial para cooperativistas y trabajadores sin relación formal de dependencia.
La alta cifra de fallecidos en lo que va del año evidencia un problema estructural. Las zonas mineras de Potosí y La Paz, donde operan muchas cooperativas y pequeñas empresas, presentan infraestructura obsoleta y escasa inversión en seguridad industrial. Aunque el Estado posee participación en algunos yacimientos clave, la realidad del día a día en estas minas suele estar marcada por improvisación y precariedad.
En ese contexto, el derrumbe en la mina de Potosí no es un hecho aislado, sino un reflejo de una cadena de negligencias que se repite con alarmante frecuencia.