El descubrimiento de un cuadro robado por los nazis en una vivienda de Buenos Aires ha reabierto el debate sobre cómo las obras expoliadas durante la Segunda Guerra Mundial.
Llegaron a América Latina y las dificultades para rastrearlas y devolverlas a sus legítimos dueños.
El hallazgo casual que destapó un secreto de 80 años
El óleo «Retrato de una dama» del maestro italiano Giuseppe Ghislandi (1655-1743) formaba parte de la colección del marchante judío Jacques Goudstikker en Ámsterdam. Durante la ocupación nazi en 1940, la obra fue robada por Friedrich Kadgien, un funcionario nazi que posteriormente emigró a Argentina.
La pintura permaneció oculta durante ocho décadas en una vivienda familiar hasta que apareció accidentalmente en una foto de un anuncio inmobiliario. «Fue una mezcla de suerte e impunidad», resume Ariel Gelblung, director del Centro Simon Wiesenthal para América Latina, en entrevista con DW.
Las rutas del expolio nazi hacia América Latina
La historiadora Meike Hopp, de la Universidad Técnica de Berlín, explica que los caminos que siguieron estas obras fueron múltiples: «Algunas piezas se llevaron como bienes expoliados, otras se traficaron o pasaron por el comercio de arte. También hubo redes de nazis que trasladaron bienes culturales a finales de la guerra».
A pesar de la Declaración de Washington de 1998, firmada por 44 países incluidos Argentina y Brasil, que estableció principios éticos para identificar y restituir obras saqueadas, en América Latina la tarea depende casi exclusivamente de iniciativas individuales. No existen estructuras estables ni transparencia comparable a los sistemas europeos.
El caso del «Retrato de una dama» demuestra que aún podrían quedar miles de piezas ocultas en colecciones privadas y museos de América Latina, esperando ser descubiertas y restituidas a sus legítimos dueños. Información extraída del medio DW.