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El gobierno de Daniel Ortega anunció este lunes que promoverá una reforma legal para establecer la cadena perpetua como pena máxima para los delitos más graves, que la legislación actual castiga con una pena no mayor de 30 años de prisión.

La vicepresidenta y primera dama, Rosario Murillo, explicó a medios oficialistas que la propuesta busca aumentar “severamente” la condena de las personas que cometen “crímenes de odio, crueles, aberrantes inhumanos, humillantes y degradantes” por perturbaciones mentales o culturales.

“Nuestro comandante Daniel Ortega está proponiendo penalizar con prisión a cadena perpetua a todo aquel que cometa estos delitos”, anunció Murillo.

José Pallais, abogado y exdiputado opositor, dijo a la AFP que Nicaragua contempla la pena máxima de 30 años de prisión desde hace más de un siglo y teme que la iniciativa se convierta en otro instrumento de “venganza política” del gobierno contra sus detractores.

Murillo argumentó, sin embargo, que la iniciativa responde a una solicitud de la ciudadanía, tras el asesinado atroz de dos niñas de 10 y 12 años ocurrido el pasado sábado en la comunidad Lisawe, en la región del Caribe norte.

La madre de las niñas dijo a la prensa que una de las niñas fue degollada y presentaba signos de violación, y que la otra fue asesinada de varios machetazos.

La policía arrestó el domingo al presunto autor del crimen.

Ese mismo día, en otra localidad campesina del Caribe norte, una banda delictiva asesinó a un matrimonio y luego le prendió fuego a la vivienda.

Según la policía, Nicaragua tiene una tasa baja de homicidios de ocho muertos por cada 100.000 habitantes, pero la sensación de inseguridad de la ciudadanía aumentó entre enero y julio de este año, según una encuesta de Cid-Gallup.

Unos 22.567 reos comunes fueron liberados en los últimos meses de las cárceles, bajo un flexible régimen de “convivencia familiar”, de acuerdo con datos del Ministerio de Gobernación.

Las excarcelaciones se realizaron por disposición del gobierno, en el marco en su mayoría de fechas festivas, sin que ofrecieran mayores explicaciones.

 

La Unidad Médica Nicaragüense lamentó este martes el fallecimiento de tres médicos con síntomas asociados al nuevo coronavirus. Para José Antonio Vásquez, presidente de esta organización gremial independiente, el hecho evidencia el aumento de casos de covid-19 en el país.

«Es una preocupación en la Unidad Médica Nicaragüense ver que, en las últimas 72 horas, tres colegas, tres profesionales de la salud, han fallecido por sintomatología del covid-19. Esto viene a reafirmar que una segunda oleada es una realidad», expresó Vásquez.

Según Vásquez, estos tres fallecimientos se suman a las 105 muertes sospechosas de coronavirus de otros trabajadores de la salud, reportadas hasta el 19 de agosto por el independiente Observatorio Ciudadano Covid-19.

El Ministerio del Poder Ciudadano para la Salud no ha informado sobre el personal sanitario afectado o fallecido. CNN buscó información al respecto ante el Consejo de Comunicación y Ciudadanía, pero no ha respondido a nuestra solicitud.

El 19 de agosto, el presidente Daniel Ortega reconoció ––sin precisar el número–– que han muerto médicos por coronavirus en el país. «Se hizo un sobreesfuerzo y se sigue haciendo un sobreesfuerzo, tensionando al máximo, falleciendo algunos hermanos médicos también, como efecto del virus», expresó Ortega.

El más reciente informe del Observatorio Ciudadano Covid-19, un esfuerzo colaborativo de decenas de profesionales independientes, registra 786 trabajadores sanitarios «con sintomatología asociada o presuntiva de covid-19»

El reporte de nuevos fallecimientos y contagios entre el personal sanitario contrasta con el informe oficial que revela una disminución en casos y muertes en relación con las semanas anteriores.

El Ministerio del Poder Ciudadano informó este martes en una nota de prensa que entre el 19 y el 25 de agosto se reportaron 183 casos nuevos de coronavirus «confirmados o probables por clínica», y cuatro fallecidos con los que se llega a un total de 4.494 casos y 137 muertes en el país.

El secretario general del ministerio de Salud, Carlos Sáenz, que estaba a cargo de la lectura diaria del informe, no comparece ante medios oficiales desde el martes pasado.

El gobierno de Nicaragua no ofreció por tercer día consecutivo el informe sobre los casos confirmados de coronavirus, que causa el padecimiento de Covid-19, mientras sus seguidores han comenzado a publicar noticias falsas sobre el tema en las redes sociales.

El secretario general del ministerio de Salud, Carlos Sáenz, que estaba a cargo de la lectura diaria del informe, no comparece ante medios oficiales desde el martes pasado cuando reportó que mantenían cuatro casos activos con Covid-19 y todos en condición «delicados».

Hasta entonces Nicaragua acumulaba 16 casos confirmados, con cinco fallecidos, para una tasa de letalidad de 31,25 %, la más alta de América, según las cifras oficiales.

El independiente Observatorio Ciudadano Covid-19 contabilizó hasta este viernes al menos 781 casos de contagio, 765 casos más que los reconocidos por las autoridades, y presume que ya hay transmisión comunitaria, citó la agencia EFE.

La República Dominicana, por su parte, logró reducir la tasa de duplicación de los contagios de coronavirus a 19 días, lo que convierte al país en uno de los que mejor controló la pandemia de América, anunció este viernes el gobierno.

El ministro de la Presidencia, Gustavo Montalvo, afirmó en un discurso televisado que la República Dominicana está «algo mejor» que otros países del continente, entre los que citó Estados Unidos, Brasil, México, Perú, Ecuador y Bolivia.

«Por así decirlo, la curva es más plana en República Dominicana que en esos países de la región. Esto significa que el sacrificio colectivo que hemos hecho durante todas estas semanas de estado de emergencia está dando, poco a poco, sus frutos», manifestó el ministro.

Montalvo, que encabeza la comisión gubernamental encargada de tomar medidas para el control de la pandemia, afirmó que el país entrará próximamente en una fase de reducción de las restricciones, que han estado en vigor en los últimos 50 días, pero no detalló la fecha.

La Procuraduría de los Derechos Humanos (PDH) de Guatemala informó este viernes que nueve médicos de un hospital en la región central del país contrajeron el coronavirus, por lo que en total son 23 los funcionarios de salud con Covid-19.

La entidad detalló en un comunicado de prensa que «seis médicos residentes y tres médicos jefes de turno del área de maternidad dieron positivo» de Covid-19 y «se encuentran en cuarentena».

Las autoridades de Costa Rica comenzaron este viernes la recolección de plasma donado por personas recuperadas, el cual será usado para crear un suero terapéutico que se aplicará en el tratamiento a pacientes graves con Covid-19.

«Este viernes se inició en el Banco Nacional de Sangre la recolección de plasma convaleciente. Se toma la sangre, se separa el plasma que contiene anticuerpos esenciales para eliminar el virus, para luego introducirlo en un paciente que está sufriendo la enfermedad», manifestó en vídeoconferencia de prensa el presidente de la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS), Román Macaya.

El plasma será procesado por el Instituto Clodomiro Picado de la estatal Universidad de Costa Rica para crear un suero que se aplicará a pacientes en condición grave o crítica, recogió la agencia de noticias EFE.

Costa Rica mantuvo bajo control el coronavirus tras poco más de dos meses de haber diagnosticado el primer caso.

El ministro de Salud, Daniel Salas, anunció que en las últimas 24 horas se detectaron ocho casos nuevos para un total de 773, de los cuales 461 ya están recuperados y seis murieron, señaló Télam.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) negó a Nicaragua un préstamo por $470 millones solicitado por esta nación para enfrentar a la COVID-19 y según analistas, la negativa tiene que ver con el pésimo manejo que el Gobierno de Daniel Ortega ha hecho de la pandemia.

Además, el FMI no incluyó a Nicaragua en el alivio de la deuda a 25 países pobres para ayudarles a liberar fondos para luchar contra el brote del virus, informó el diario digital La Mesa Redonda.

El excanciller Francisco Aguirre Sacasa, citado pr ese medio, dijo que la negativa del FMI se debe a que “la percepción de que el gobierno nicaragüense no está realmente comprometido con luchar contra el COVID-19 por la falta de liderazgo personal de Ortega a esta causa por ser prácticamente el único jefe de Estado Americano que no se ha sumado personalmente a esta causa”.

El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, ha sido uno los que peor han reaccionado ante la pandemia, que en la región ha dejado al menos 2.800 muertos y más de 68.000 enfermos.

No se trata de que te Ortega haya reaccionado tarde. Es que no ha reaccionado en absoluto, y de hecho lleva ya más de un mes de que la ciudadanía no lo ve en público.

Además, el Gobierno sandinista, en lugar de promover medidas de distanciamiento social, ha organizado actividades públicas con gran concentración de personas, en contrasentido a lo que han hecho la mayoría de países del mundo.

El pasado domingo 12, al cierre de la Semana Santa, miles de simpatizantes del oficialista Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) volvieron a retar a la pandemia de la COVID-19 con paseos multitudinarios a balnearios y fiestas populares.

Mientras el FMI negó el crédito a Nicaragua, sí otorgó uno por $389 al vecino El Salvador, por las medidas que tomó con anticipación para intentar atajar la pandemia.

El Salvador tomó “medidas estrictas para prevenir y contener la pandemia desde principios de febrero—incluso antes de que se diagnosticara el primer caso—las cuales incluyen restricciones de viaje, la cuarentena obligatoria para ciudadanos expuestos, la suspensión de operaciones no esenciales del sector público y privado, y un decreto nacional de cuarentena domiciliar”, dijo este martes el FMI, en un comunicado de prensa.

Fuente: ADN cuba

En enero de 2020, el líder sandinista Daniel Ortega cumplió 13 años consecutivos como presidente de Nicaragua. Durante los últimso años de gobierno, sin embargo, el mandatario hace muy pocas apariciones lo que ha hecho especular sobre su estado de salud. Desde hace 34 días no se ve al presidente, al que el pueblo le pide que aparezca para manejar la crisis sanitaria por COVID-19.

El nicaragüense es el único presidente de Centroamérica que no se ha dirigido a su nación en medio de la pandemia, y que tampoco ha emitido restricciones, ni ha tomado medidas para prevenir la propagación del coronavirus.  La última vez que se supo de Ortega, quien suele desaparecer en situaciones de crisis, fue el 12 de marzo, cuando participó, desde su despacho, instalado en su casa, en una teleconferencia con los otros presidentes centroamericanos, para discutir sobre la pandemia.

De acuerdo con Félix Maradiaga, de Coalición Nacional, «Ortega tiene décadas viviendo en un búnker y su única prioridad ha sido cuidarse él, enriquecerse él y su círculo más cercano». A los 74 años de edad, Ortega se encuentra en su tercer mandato consecutivo. Su primer mandato presidencial fue en entre 1985 y 1990. El 10 de enero de 2007 fue reelecto y se ha mantenido en el cargo hasta ahora. Si logra terminar su actual mandato completaría 15 años consecutivos a la cabeza del ejecutivo nicaragüense.

Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, que cumplen tres años juntos en el poder (presidente y vicepresidenta)  han sido fuertemente cuestionados por sus políticas y señalados de corrupción y nepotismo, ya que han otorgado puestos en el Ejecutivo a algunos de sus hijos.

El gobierno de Ortega y Murillo administran con recelo y secretismo la epidemia de COVID-19. No dan datos sobre el número de casos sospechosos, pruebas realizadas, y la capacidad del sistema de salud para hacer frente a crisis sanitaria. Aunque el mismo Gobierno ha confirmado cinco casos positivos de coronavirus, de los cuales uno falleció y el otro obtuvo alta hospitalaria, la propaganda oficial y la misma vicepresidenta Murillo sostienen que en el país ahora solo hay tres casos positivos. Al mismo tiempo, insisten que la epidemia está controlada, y solo existen casos importados y no transmisión comunitaria.

Las desapariciones de Ortega

En marzo de 2014, el país vivió una desaparición del Presidente. No apareció durante dos semanas, según los archivos de periódicos de Nicaragua. Según rumores, por un terrible estado de salud. Entonces tenía 68 años de edad.  En los últimos días ha sido Rosario Murillo, primera dama y portavoz del Gobierno, la encargada de pronunciarse a nombre del jefe de Estado sobre temas relevantes para la nación centroamericana.

El diputado nicaragüense Eliseo Núñez Morales, en declaraciones al diario La Prensa, calificó como «extraña» la larga ausencia de Ortega y que su esposa Rosario Murillo no justifique este hecho. En medio de los rumores, incluso se ha hablado de la posibilidad de que el presidente haya viajado a La Habana, Cuba, para recibir tratamiento médico. En 2015 también se desapareció un tiempo y repitió la fórmula en 2017. En cada momento, tenía que resolver asuntos claves.

Pero analistas explican que es común que el Presidente se desaparezca, más en situaciones difíciles. El 18 de abril de 2018 cuando estallaron las manifestaciones que exigían el fin de su gobierno, tampoco dio la cara. La crisis que dejó 325 muertos, 812 presos políticos y más de 60.000 personas que se han visto obligadas a salir del país, según datos de la oposición, tampoco lo hicieron salir de su búnker. El tema lo «manejó» su esposa.

Después de reelegirse en 2011, Ortega ha dejado el poder en manos de su mujer, su portavoz oficial. Ella ejerce el poder detrás del trono. Según AFP, Ortega ha pasado de tener altos índices de popularidad a un rechazo de 63%.

Sin embargo, esta ausencia de Ortega es más grave, pues está arriesgando a todo el país. Por eso ha dado paso a múltiples reacciones, desde las que sugieren que ha fallecido, hasta las que piden al presidente de El Salvador, Nayib Bukele, que se haga cargo de Nicaragua.

Fuente: El Espectador

Mientras el coronavirus crece en centroamérica, las clínicas móviles fueron desplegadas por barrios populares de Managua con el fin de dar consultas en diferentes especialidades y vacunar contra la gripe.

El gobierno de Nicaragua desplegó hoy clínicas móviles con la imagen del presidente Daniel Ortega, al cumplirse 32 días sin que el mandatario sea visto en público, mientras aumentan los contagios por coronavirus en El Salvador y en Honduras la pandemia golpea a miles de personas en un país donde más del 60% vive bajo el umbral de pobreza.

En Nicaragua, las clínicas móviles fueron desplegadas por barrios populares de Managua con el fin de dar consultas en diferentes especialidades y vacunar contra la gripe, informaron medios oficiales.

El gobierno nicaragüense reportó hasta ahora nueve casos confirmados de Covid-19, con un solo fallecido y las autoridades subrayaron que todos los casos han sido importados.

El gobierno de Ortega, que no precisó el número de pruebas realizadas hasta ahora, es criticado por diversos sectores por promover eventos masivos y aglomeraciones a contracorriente de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

También critican a Ortega por no aparecer públicamente ante la pandemia, ya que no se lo ve desde el pasado 12 de marzo, cuando participó desde su residencia, en una teleconferencia con sus homólogos centroamericanos.

El mandatario no participa en actos públicos desde el 21 de febrero pasado, cuando el general Julio César Avilés tomó posesión por otros 5 años como comandante en jefe del Ejército.

Hasta el momento, Nicaragua no decretó ningún tipo de emergencia, no ordenó la suspensión de las clases, no restringió la movilidad en su territorio y sus autoridades dijeron que no está previsto declarar una cuarentena, informó la agencia de noticias EFE.

En Honduras, en tanto, un mes después de que se conocieron los tres primeros casos positivos de coronavirus, la pandemia ya dejó 26 muertos y 407 contagiados.

El informe oficial, brindado en cadena nacional de radio y televisión, subraya que de 71 nuevas pruebas practicadas por el Laboratorio Nacional de Virología, 10 resultaron «positivos», de los que 8 corresponden al departamento de Cortés, el que registra la mayor cantidad de casos desde marzo.

A nivel nacional se practicaron 2.050 pruebas, pero «existe un número mayor de pruebas cuando se realiza la confirmación, la segunda prueba, o en los casos que se ha tenido alguna duda, que se repite la prueba», añade

En El Salvador, la cifra de contagios aumentó a 149 y el número de fallecidos se mantiene en 6, con 12 nuevos casos contagios dados a conocer por el presidente Nayib Bukele hoy.

De acuerdo con la información del mandatario, de los 12 nuevos contagios, 10 son locales y se registran en las localidades de San Salvador (6), Santa Ana (1), Ilopango (1), Santo Tomas (1) y Santa Tecla (1).

El país amaneció hoy sin estado de excepción, sin que se conozca un acuerdo entre los partidos en la Asamblea Legislativa para ampliarlo.

Sin embargo, la cuarentena domiciliara obligatoria continúa amparada en el estado de emergencia nacional, cuyo plazo vencía hoy pero que fue ampliado hasta el 16 de abril, día en que los diputados del Parlamento discutirán una prórroga del estado de excepción.

Bukele ha señalo que los que no respeten la cuarentena obligatoria serán enviados a centros de contención por 30 días, señaló Télam.

El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, que cumple este martes 7 de abril del 2020, 26 días sin dar la cara en público en medio de la pandemia por el covid-19, no es la primera vez que desaparece en medio de una crisis.

En su larga carrera política, que incluye 18 años, seis meses y 12 días como gobernante, incluido los últimos 13 años y casi tres meses de forma consecutiva, acostumbra a desaparecer en los primeros días de las crisis y luego reaparece en público.

Para unos, ese estilo de gobernar le quedó marcado por los siete años y 42 días (1967-1974) que permaneció en prisión durante el régimen somocista, y para otros, simplemente no le gusta enfrentar las crisis, sino hasta que ya hay visos de solución y así aparecer como el gran componedor.

Estas son algunas de sus ausencias de los últimos años que han motivado incluso especulaciones sobre su estado de salud, la cual cuida con esmero y es atendido en Cuba por médicos de ese país, a los que acude con frecuencia para chequeos.

No da la cara al covid-19. A Ortega, un exguerillero de 74 años, no se le ve desde el pasado 12 de marzo, cuando participó, desde su residencia, en una teleconferencia con sus homólogos centroamericanos sobre la pandemia del coronavirus.

El mandatario no participa en actos públicos desde el 21 de febrero pasado, cuando el general Julio César Avilés tomó posesión por otros 5 años como comandante en jefe del Ejército.

Ortega tampoco encabezó una marcha organizada por el Ejecutivo el pasado 13 de marzo y denominada «Amor en tiempos del COVID-19», en la que miles de simpatizantes sandinistas y trabajadores marcharon por Managua.

El gobernante, contrario a otras ocasiones, tampoco se ha solidarizado en público con su aliado y par venezolano, Nicolás Maduro, quien fue acusado por Estados Unidos por los delitos de narcotráfico, lavado de dinero y terrorismo.

También se ausentó de los homenajes póstumos realizados al secretario de Relaciones Internacionales del gobernante Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), Jacinto Suárez, quien fue su amigo desde la infancia y con quien compartió celda.

Estallido de abril del 2018 El 18 de abril de 2018 estallaron unas protestas callejeras por unas controvertidas reformas a la seguridad social.

Ortega, que fue presidente en 1985-1990 tras coordinar una Junta de Gobierno (1979-1985), dio la cara hasta el 21 de abril, con el alto mando militar y policial, pero no derogó las reformas, sino más bien culpó a «pequeños grupos de la oposición» de ser los causantes de las revueltas que hasta entonces dejaban al menos 10 muertos.

Un día después, cuando las protestas ya dejaban al menos 27 muertos, dio marcha atrás, pero las manifestaciones continuaron y el Estado las aplastó con el uso de la fuerza que cobraron al menos 328 vidas, según organismos humanitarios.

El mandatario apareció nuevamente hasta el 16 de mayo de ese año, cuando se dio por iniciado un fallido diálogo nacional con el que se buscaba una salida a la crisis y en donde demandaron su dimisión.

Fue ‘resucitado por el cardenal Brenes en 2014, entre febrero y marzo, pasó más de 10 días sin dejarse de ver en público, incluso suspendió de forma repentina un reunión en Managua con el entonces presidente de Ecuador, Rafael Correa, y un acto político por el aniversario de la insurrección guerrillera en la comunidad indígena de Monimbó, en Masaya (sur), donde anualmente asistía para recordar la caída en combate de su hermano Camilo, en 1978.

Ortega reapareció en el aeropuerto de Managua para darle la bienvenida al nuevo cardenal nicaragüense Leopoldo Brenes tras ser investido por el papa Francisco. «Usted hizo el milagro de resucitarme porque para un montón de gente estaba muerto», bromeó Ortega al saludar al cardenal Brenes en el salón de protocolo de la terminal aérea, donde posaron para los fotógrafos.

Cuando sufrió un infarto En 1994, cuando era líder de la oposición, sufrió un «infarto silencioso» que lo obligó tratarse en Cuba y los nicaragüenses especularon sobre su estado de salud.

Cuando reapareció en público se abrió la camisa en la Asamblea Nacional para demostrar a los periodistas que no se había hecho una operación a corazón abierto.

No está muerto, está escondido en su casa Para el sociólogo Óscar René Vargas, el Gobierno está usando la ausencia de Ortega como «diversionismo», para desinformar y desviar la atención sobre el mal manejo de la crisis sanitaria. «No hay que caer en esa trampa.

Todo eso es invento para darse un oxígeno», señaló Vargas, un antiguo amigo del mandatario.

Vargas, que había sido designado por Ortega para ser su embajador en Francia, dijo que la opinión pública, en vez de especular sobre su estado de salud, debería decir: «clase de líder el que tenemos. Hay una crisis y no aparece».

«Hay que señalar que Ortega está ausente en esta época de crisis, además permitiendo ideas disparatadas y contra toda lógica» frente a la epidemia, anotó Vargas, para quien Ortega «no está muerto, está escondido en su casa»

Fuente: El Comercio

Costa Rica cumple tres semanas de cierre de fronteras y mandó policías como nunca antes a vigilar su frontera norte; ordenó cancelar cualquier estatus migratorio a los millares de nicaragüenses que salgan a su país; instaló una base aérea en las barbas del territorio de su vecina Nicaragua y suspendió hasta nuevo aviso la recepción de solicitudes de refugio.

El coronavirus ha cerrado la ruta de escape de los perseguidos de Daniel Ortega. Dos años después de la detonación de la agitación social y la represión gubernamental, la vecina Costa Rica da un giro de 180 grados en la política migratoria que hasta marzo dio acogida a 350.000 nicaragüenses, el 7% de la población costarricense. El pequeño país centroamericano conocido por recibir más migrantes de los que expulsa fue un remanso para 77.000 solicitantes de refugio procedentes de Nicaragua desde 2018, pero la epidemia del COVID-19 ha cambiado el mundo para todos.

Ahora el gobierno de Costa Rica trata de blindar sus 309 kilómetros de frontera con Nicaragua. Insiste hasta a la saciedad a los residentes nicaragüenses que no vayan a su país; que no podrán volver, al menos dentro de los márgenes de legalidad que aún quedan. En tres semanas, la Policía ha rechazado a 5.357 extranjeros en la frontera norte, el doble de la cantidad rechazada en las nueve semanas anteriores. Todo vale para consolidar un “cerco sanitario”, ha dicho la vicepresidenta Epsy Campbell, a cargo de los operativos migratorios.

Al Gobierno de Costa Rica, con 577 casos de COVID-19 hasta este domingo y tres fallecidos, les preocupa la manera en el gobierno de Ortega responde a la pandemia, aunque se han cuidado de decirlo públicamente. “El tema migratorio es de altísima vigilancia y preocupación”, dijo el presidente de la Caja Costarricense del Seguro Social, la entidad estatal que administra todas las clínicas y hospitales del país. Fuera de micrófonos, otras autoridades suenan alarmadas por los llamados gubernamentales a las aglomeraciones públicas, por mantener las lecciones y por invitar al turismo a disfrutar esta época, en paralelo a la desaparición pública del presidente Ortega por casi un mes.

Lo resumió el viernes la directora de la Organización Panamericana de la Salud, Carissa Etienne, al hablar de Nicaragua. “Nos preocupa la falta de distanciamiento social, la convocatoria de reuniones masivas; nos preocupan las pruebas, el rastreo de contactos, la notificación de casos”. En Costa Rica crece el temor a un contagio masivo y silencioso en suelo nicaragüense, y a una posible propagación sobre la población costarricense. La inquietud cunde en sectores opuestos a recibir migración, pero también en los que han apoyado las políticas de acogida, a pesar de esporádicos llamados a evitar brotes de xenofobia.

La tensión no es solo sanitaria; la economía también juega en contra. La epidemia del coronavirus destruirá miles de empleos y agravará la debilidad de las finanzas públicas, lo que reduce a mínimos la posibilidad de los migrantes de conseguir un trabajo o ayudas. “En esta semana estamos comiendo las verduras que nos regaló un señor campesino porque ya los restaurantes ya no le compran, pero no sé qué vamos a hacer después. Lo seguro es que a Nicaragua no vamos, pero sé de otros que sí tuvieron que volver”, contó a EL PAÍS E. M., un profesor de Managua que llegó en octubre de 2018 con sus dos hijos adolescentes.

La Policía costarricense también ha reforzado la vigilancia en la frontera sur, con Panamá, por donde desde 2016 entran miles de migrantes africanos y haitianos que cruzan Centroamérica por tierra hasta Estados Unidos. Un acuerdo para trasladar de manera controlada 2.600 de ellos fracasó porque Nicaragua también aumentó la presencia militar en su frontera; las autoridades migratorias costarricenses tampoco quisieron arriesgarse a aglomeraciones de migrantes en su territorio y avisó a Panamá, en la última semana de marzo, que no recibiría más.

Fuente: El País

Un grupo de personas baila junto a una tarima en el norte de Managua, otro se disputa una camiseta lanzada al público en las afueras de la ciudad, y un supuesto sacerdote encabeza una procesión por ser la Semana Santa.

Esta es la particular manera en que algunos desafían la pandemia de COVID-19 en Nicaragua.

Aunque la mayoría de nicaragüenses parece seguir las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), otros han preferido participar en las actividades multitudinarias organizadas por el Gobierno del presidente Daniel Ortega, que niega tener “transmisión local comunitaria” de COVID-19, y únicamente reconoce nueve casos confirmados, con un muerto, “todos importados”.

Datos del Instituto Nicaragüense de Turismo (Intur), indican que, en medio de la pandemia, las autoridades nicaragüense organizaron al menos 23 actividades multitudinarias en dos playas, dos lagunas y un lago, y un río, administrados por el Estado, entre los días jueves y domingo Santos, con transporte gratuito.

Adicionalmente, más de un centenar de alcaldías de ideología sandinista y empresas estatales, anunciaron actividades similares, entre concursos deportivos en balnearios locales, competencias gastronómicas, y eventos religiosos al margen de la predominante Iglesia Católica.

Ninguna se dio por enterada de las recomendaciones del Comité Científico Multidisciplinario, para evitar la propagación del coronavirus SARS-coV-2, que transmite la enfermedad de COVID-19, que incluyeron el distanciamiento social, cuarentenas y evitar aglomeraciones.

Sin Restricciones

Hasta ahora Nicaragua se mantiene como el único país de América que no tiene restricciones ni medidas sociales de prevención ante la pandemia, por considerarlo innecesario, incluso cuando Cuba ya ha reportado cuatro casos de infección en el país centroamericano.

Aunque no todas las actividades acarrearon gente, y otras se desarrollaron con menor afluencia de lo esperado, una parte reunió a pequeñas multitudes, cuyas aglomeraciones contrastaban con las calles vacas y ciudades silenciosas.

En esos “submundos”, cargados de música, alcohol en diferentes vesiones menos en gel, ajenos a la crisis sociopolítica, la depresión económica y al COVID-19, algunos participantes tuvieron experiencias extremas, como la de un joven que se desmayó luego de que una mujer con sobrepeso cayó sobre su pecho mientras bailaban perreo, en Tipitapa (Pacífico).

Otros, en cambio, gozaron con las ocurrencias de payasos, se chuparon los dedos con las delicias que probaban en las ferias de platillos típicos, o se reunieron para ver los detalles de las “alfombras pasionarias”, que mostraban personajes religiosos elaborados con aserrín.

Apenas ayer la organización de defensa de los derechos humanos Human Rights Watch (HRW), había calificado de “temeraria” la respuesta de Ortega a la pandemia.

A pesar de que la Iglesia Católica anunció que sus celebraciones en esta a Semana Santa serían a puertas cerradas, para evitar contagios de COVID-19, hubo sacerdotes conocidos por su aparente simpatía sandinista, que hicieron caso omiso, y llamaron a sus fieles, aunque luego se arrepintieron.

“Maldito Teléfono”

En la ciudad de León, en el noroeste de Nicaragua, las aglomeraciones promovidas por los religiosos recibieron fuertes críticas, por lo que un sacerdote pidió perdón de manera pública.

En Nindirí, municipio vecino de Managua, otro se exasperó al punto de exigir a los presentes que apagaran “el maldito teléfono” celular.

Pero no todos los curas eran reales. Diferentes comunidades católicas de Nicaragua denunciaron al menos dos casos de personas que se hicieron pasar por clérigos para encabezar procesiones en las calles.

En diferentes municipios, incluida Managua, las alcaldías y empresas estatales no necesitaron sacerdotes para ejecutar las tradicionales judeas, obras de teatro callejeras que recrean la Pasión de Cristo, ante un público que apenas reparaba en la pandemia de COVID-19.

Algunos creyentes evangélicos se sumaron a las actividades callejeras, y salieron en pequeños grupos a exhibir carteles que decían “Jesús es la solución”, mientras vestían atuendos rojos y negros, los colores del oficialista Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).

Organismos como la Organización de los Estados Americanos (OEA), la oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Acnudh), la Organización Panamericana de la Salud (OPS), y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), han mostrado su preocupación sobre el manejo de la pandemia en Nicaragua.

Dicha preocupación no es compartida por las autoridades nicaragüenses, que para el Domingo de Resurrección han programado actividades que similares, que extienden las fiestas al margen del COVID-19.

Fuente: El Imparcial

Costa Rica estudia acciones internacionales para vigilar la respuesta al nuevo coronavirus por parte de Nicaragua, donde el gobierno no ha ordenado medidas de aislamiento social y ha celebrado manifestaciones y fiestas masivas, informó este domingo una autoridad costarricense.

Las poblaciones de estos países mantiene una estrecha relación, con entre 400.000 y 500.000 nicaragüenses radicados en Costa Rica que pasan regularmente de un país a otro.

Nicaragua es el único país centroamericano que no ha ordenado medidas de aislamiento social ni ha cerrado fronteras para evitar la entrada de personas del exterior.

«Ese es un tema que se está valorando a nivel de gobierno, la cancillería está trabajando en ese sentido», dijo a periodistas Rodrigo Marín, director de Vigilancia de la Salud de Costa Rica, al ser consultado si el país pediría a la OMS supervisar las acciones de Nicaragua.

Recordó que los dos países fronterizos han celebrado reuniones bilaterales con autoridades sanitarias para discutir acciones para frenar la propagación de la COVID-19, pero admitió que «falta mucho más».

«Es cierto que las cifras de Nicaragua en este momento no están acorde con lo que a nivel mundial se observa», agregó Marín.

Nicaragua registra seis casos detectados del nuevo coronavirus, entre ellos un fallecido, cifras que distan de las del resto de Centroamérica.

En Costa Rica se han confirmado 454 casos de la COVID-19 y dos fallecidos.

Para este fin de semana, cuando los países centroamericanos endurecieron las restricciones a la movilidad de personas ante el feriado de semana santa, Nicaragua anunció actividades festivas en todo el país.

«Es un fin de semana cargado de mucha alegría, de mucha fiesta que vamos a tener a nivel nacional, de mucha dinámica en cada uno de los municipios», dijo Félix Sánchez, responsable de Promoción Nacional del Instituto Nicaragüense de Turismo, citado por el portal noticioso oficial 19 Digital.