En enero de 2020, el líder sandinista Daniel Ortega cumplió 13 años consecutivos como presidente de Nicaragua. Durante los últimso años de gobierno, sin embargo, el mandatario hace muy pocas apariciones lo que ha hecho especular sobre su estado de salud. Desde hace 34 días no se ve al presidente, al que el pueblo le pide que aparezca para manejar la crisis sanitaria por COVID-19.
El nicaragüense es el único presidente de Centroamérica que no se ha dirigido a su nación en medio de la pandemia, y que tampoco ha emitido restricciones, ni ha tomado medidas para prevenir la propagación del coronavirus. La última vez que se supo de Ortega, quien suele desaparecer en situaciones de crisis, fue el 12 de marzo, cuando participó, desde su despacho, instalado en su casa, en una teleconferencia con los otros presidentes centroamericanos, para discutir sobre la pandemia.
De acuerdo con Félix Maradiaga, de Coalición Nacional, «Ortega tiene décadas viviendo en un búnker y su única prioridad ha sido cuidarse él, enriquecerse él y su círculo más cercano». A los 74 años de edad, Ortega se encuentra en su tercer mandato consecutivo. Su primer mandato presidencial fue en entre 1985 y 1990. El 10 de enero de 2007 fue reelecto y se ha mantenido en el cargo hasta ahora. Si logra terminar su actual mandato completaría 15 años consecutivos a la cabeza del ejecutivo nicaragüense.
Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, que cumplen tres años juntos en el poder (presidente y vicepresidenta) han sido fuertemente cuestionados por sus políticas y señalados de corrupción y nepotismo, ya que han otorgado puestos en el Ejecutivo a algunos de sus hijos.
El gobierno de Ortega y Murillo administran con recelo y secretismo la epidemia de COVID-19. No dan datos sobre el número de casos sospechosos, pruebas realizadas, y la capacidad del sistema de salud para hacer frente a crisis sanitaria. Aunque el mismo Gobierno ha confirmado cinco casos positivos de coronavirus, de los cuales uno falleció y el otro obtuvo alta hospitalaria, la propaganda oficial y la misma vicepresidenta Murillo sostienen que en el país ahora solo hay tres casos positivos. Al mismo tiempo, insisten que la epidemia está controlada, y solo existen casos importados y no transmisión comunitaria.
Las desapariciones de Ortega
En marzo de 2014, el país vivió una desaparición del Presidente. No apareció durante dos semanas, según los archivos de periódicos de Nicaragua. Según rumores, por un terrible estado de salud. Entonces tenía 68 años de edad. En los últimos días ha sido Rosario Murillo, primera dama y portavoz del Gobierno, la encargada de pronunciarse a nombre del jefe de Estado sobre temas relevantes para la nación centroamericana.
El diputado nicaragüense Eliseo Núñez Morales, en declaraciones al diario La Prensa, calificó como «extraña» la larga ausencia de Ortega y que su esposa Rosario Murillo no justifique este hecho. En medio de los rumores, incluso se ha hablado de la posibilidad de que el presidente haya viajado a La Habana, Cuba, para recibir tratamiento médico. En 2015 también se desapareció un tiempo y repitió la fórmula en 2017. En cada momento, tenía que resolver asuntos claves.
Pero analistas explican que es común que el Presidente se desaparezca, más en situaciones difíciles. El 18 de abril de 2018 cuando estallaron las manifestaciones que exigían el fin de su gobierno, tampoco dio la cara. La crisis que dejó 325 muertos, 812 presos políticos y más de 60.000 personas que se han visto obligadas a salir del país, según datos de la oposición, tampoco lo hicieron salir de su búnker. El tema lo «manejó» su esposa.
Después de reelegirse en 2011, Ortega ha dejado el poder en manos de su mujer, su portavoz oficial. Ella ejerce el poder detrás del trono. Según AFP, Ortega ha pasado de tener altos índices de popularidad a un rechazo de 63%.
Sin embargo, esta ausencia de Ortega es más grave, pues está arriesgando a todo el país. Por eso ha dado paso a múltiples reacciones, desde las que sugieren que ha fallecido, hasta las que piden al presidente de El Salvador, Nayib Bukele, que se haga cargo de Nicaragua.
Fuente: El Espectador