Irma Rosales Carrizal tenía 21 años aquel 8 de octubre de 1967 y se amontonaba con otros vecinos de La Higuera por el ruido de ametralladoras y morteros que se escuchaba desde la quebrada del Yuro, cuando a las cinco de la tarde los militares trajeron al Che Guevara, herido en un pie, pero caminando sin ayuda, según recordó muchos años después aquella campesina.
«Vivía con mis padres a un kilómetro de La Higuera, pero los tiros y morteros (desde la una de la tarde) nos asustaron y bajamos a juntarnos con otros vecinos, teníamos mucho miedo», relató la mujer a Télam hace diez años, al cumplirse 40 de la muerte del mítico guerrillero. Entonces, Irma tenía 61 años y regenteaba el almacén La Estrella, en un pueblito en el que sólo vivían 20 familias.
La mujer, en ese entonces analfabeta, agregó que junto al Che vio que traían al «Chino» (Juan Pablo Chang, guerrillero peruano) al que «lo tenían agarrado» porque no veía nada sin sus lentes, y a «Willy» (Simeón Cuba, guerrillero boliviano). «Nunca habíamos visto a esa gente barbuda y melenuda. Al Che y sus compañeros los tuvieron presos en la escuelita y los han matado a eso de las tres de la madrugada. Yo escuché los tiros. Ha sido un borracho (el sargento Mario Terán) porque nadie quería hacerlo; todos tenían terror», afirmó.
Irma contó que «esa gente (los guerrilleros) nos daba miedo. Todo nos daba miedo». Por eso se reunieron esa tarde del 8 en varias casas de vecinos. «Había muchísimos militares; eran unos 300 que estaban rodeando (la zona)», agregó.
Télam