La tragedia y sus distintos disfraces se empeñan en castigar a Venezuela sin descanso. Al menos 18 personas murieron ayer en Caracas durante la avalancha provocada tras el lanzamiento de una bomba lacrimógena en el club nocturno Los Cotorros.
La Policía investiga los hechos, aunque de las primeras declaraciones y pesquisas se cree que el gas fue activado durante una pelea entre jóvenes, lo que provocó una estampida y la muerte de la mayoría por asfixia y politraumatismos. Más de 500 jóvenes se encontraban en el lugar y entre los fallecidos hay ocho menores de edad.
La avalancha se desató durante una fiesta de graduación de bachillerato, organizada en el Restaurant Ecuatoriano de ese club por estudiantes de la Escuela Técnica de Agricultura José de San Martín, a la que se sumaron amigos y otros centros estudiantiles. Las graduaciones proliferan estos días por toda Venezuela.
«Se originó una riña en horas de la madrugada y una de las personas involucradas en la riña lanzó un artificio lacrimógeno que originó la estampida», confirmó el ministro de Interior y Justicia, Néstor Reverol. En la morgue de Bello Monte se contabilizaban 18 víctimas, pero la cifra no estaba confirmada oficialmente.
Por lo ocurrido, agregó el ministro, siete personas fueron detenidas, entre ellas dos menores de edad, de los cuales uno habría sido quien activó la bomba de gas lacrimógeno en la discoteca de la capital, la ciudad más violenta del planeta. Unas 26.000 muertes violentas se registraron en Venezuela en 2017, con una tasa de 89 por cada 100.000 habitantes (14 veces mayor que la media mundial), según la ONG Observatorio Venezolano de Violencia (OVV).
El general Reverol, uno de los ministros más criticados del gobierno de Nicolás Maduro, añadió que también fue arrestada la encargada del establecimiento porque incumplió medidas de seguridad y permitió el ingreso de «armas de fuego y municiones».
Familiares de las víctimas denunciaron además a medios locales que la puerta principal del local estaba cerrada, por lo que no pudieron huir. Los jóvenes se fueron cayendo por las escaleras hasta convertirse en una avalancha y quedando atrapados en una trampa mortal.
En el hospital Pérez Carreño se atendió a la mayoría de los heridos, al menos una veintena, y varios de ellos muy jóvenes. Dos niñas, una de 14 y otra de 15, permanecían en observación, según el diario electrónico El Pitazo.
No es la primera vez que un artefacto lacrimógeno es accionado en Caracas. Hace varias semanas se lanzó una de estas bombas en un vagón del Metro, pero no provocó más que molestias físicas entre los usuarios. En Venezuela, la fabricación, importación, almacenamiento, control y posesión de municiones y explosivos es exclusiva del Estado, lo que provocó la denuncia inmediata del Parlamento.
«No hay manera de que un particular pueda acceder a ningún tipo de armamento sin que haya sido facilitado debido a la debilidad institucional y corrupción reinante en el régimen», destacó la diputada Delsa Solórzano, presidenta de la Comisión Política de la Asamblea Nacional. «Esto es responsabilidad absoluta de la satapría madurista», concluyó.
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