Argentina ganó por una avivada de Julián Alvarez en un tiro libre y casi pasó por arriba a Colombia en el segundo tiempo: el 1 a 0 quedó corto. Ahora la clasificación al Mundial se ve cerca.
Primero, para los pibes de Argentina, la satisfacción del deber cumplido. No sólo por ganar, lo más importante, sobre todo en el contexto que se dio, a 48 horas de la derrota ante Ecuador en el debut en el Hexagonal. Por supuesto que se les pueden realizar algunos reproches, como las fallas en la definición y algunas descoordinaciones defensivas en algunos momentos del primer tiempo.
Más allá de eso, el balance es positivo. Hubo un mérito enorme de la maniobra distractiva en el gol de Julián Alvarez, un tiro libre en el que un amague le quitó capacidad de reacción al arquero Mier. También hay que valorar el enorme esfuerzo, porque casi no pararon de correr y habían arrancado a jugar con 32 grados (el partido se paró dos veces para refrescar a los players). Y, sobre todo, el muy buen funcionamiento ofensivo en el segundo tiempo, cuando el equipo del Bocha Batista marcó una amplia diferencia en el juego que no se tradujo en el resultado por milagros y algunas pifias en la definición, como de Maroni, esta vez titular.
Gaich volvió locos a los defensores colombianos. Es verdad que a veces por torpeza desperdició ataques, aunque como referencia fue un punto alto. También De la Vega aportó como refresco en el segundo tiempo.
Ahora el futuro aparece más alentador, Argentina sumó tres porotos que pueden ser determinantes (se clasifican los cuatro primeros al Mundial de Polonia). Se pueden perdonar algunas imprecisiones en los pases, si ponen el mismo esfuerzo que contra los Cafeteros el aplauso va a ser merecido…
Olé