La ganadería ovina, que alguna vez posicionó a la Argentina como potencia mundial en lana y carne, atraviesa una crisis prolongada desde la década del 70
Factores económicos, ambientales y políticos han marcado un retroceso que preocupa a productores y especialistas, quienes advierten sobre la necesidad de políticas públicas para revertir la situación.
De la potencia lanera al declive sostenido
En 1895, el país llegó a contabilizar 74 millones de cabezas ovinas, principalmente en Buenos Aires. Entre 1925 y 1970, el stock se mantuvo estable en torno a los 40-50 millones. Sin embargo, desde 1971 comenzó una caída que persiste hasta hoy: de 44,3 millones en 1970 a apenas 12,4 millones en 2024, según datos oficiales.
La información fue extraída de Clarin.
Factores que explican la crisis
– Desastres naturales: nevadas extremas, sequías y erupciones volcánicas.
– Competencia productiva: avance de la ganadería vacuna y agricultura.
– Mercados internacionales: sobreproducción australiana y caída de precios en los 80 y 90.
– Depredadores y competencia: pumas, zorros, perros asilvestrados y guanacos.
– Políticas públicas: eliminación de la Ley Ovina y falta de apoyo estatal.
En Patagonia, la reducción ha sido drástica: en 18 años se perdió un 35% del stock y más del 50% de la producción de lana.
Impacto de fundaciones y áreas protegidas
Productores denuncian que la proliferación de parques nacionales y ONG medioambientales generó un aumento de plagas y depredadores, obligando al abandono de campos. En Chubut, se estima que el 40% de los establecimientos productivos quedaron inactivos.
Brecha cambiaria y pérdidas millonarias
La lana, destinada 100% a exportación, sufrió el impacto de la brecha cambiaria. Entre 2019 y 2024, las pérdidas alcanzaron los US$ 309 millones, según estimaciones de entidades rurales.
Derogación de la Ley Ovina
La eliminación de la Ley 25.422 y del Fondo Fiduciario FRAO en 2024 fue considerada por el sector como el “golpe de gracia”. La normativa había permitido recuperar la actividad tras crisis ambientales, pero su derogación dejó a los productores sin respaldo financiero ni técnico.
Perspectivas y resiliencia del sector
A pesar de las dificultades, los productores mantienen la vocación y buscan alternativas para sostener la actividad.
Reclaman un plan integral que incluya:
– Control de depredadores y guanacos.
– Incentivos fiscales y líneas de crédito.
– Planes hídricos y sanitarios.
– Regulación sobre compra de campos por fundaciones.
La producción de carne ovina, aunque limitada, conserva mercados de exportación como la Unión Europea, lo que abre una ventana de esperanza.
La ganadería ovina argentina enfrenta uno de sus mayores desafíos históricos. Su recuperación dependerá de políticas públicas claras, inversión y profesionalización, para que vuelva a ocupar el lugar que alguna vez tuvo en el mapa productivo nacional.




