Al menos 207 personas murieron, entre ellas una treintena de extranjeros, y unas 450 resultaron heridas en una serie de ocho ataques terroristas coordinados en varias ciudades de Sri Lanka en el marco del Domingo de Resurrección.
Los objetivos fueron cuatro hoteles de lujo, un complejo residencial y tres iglesias, donde numerosos fieles celebraban una de las grandes festividades cristianas. Los ataques han supuesto la mayor tragedia desde el fin de la guerra civil en el país, hace una década. Se sospecha que fueron perpetrados por terroristas suicidas y por el momento no han sido reivindicados.
Entre los fallecidos se cuentan dos ciudadanos turcos, un holandés y varios británicos. En el país residen 92 españoles, con los que Exteriores está contactando para asegurarse que están a salvo.
Tras las ocho explosiones, el Gobierno decretó el estado de emergencia, ha bloqueado la mensajería instantánea –como WhatsApp– y las redes sociales –Facebook– y la policía ha impuesto el toque de queda con efecto inmediato ante el temor a nuevos ataques. Se han detenido a siete personas en relación a los ataques. En una de las actuaciones, tres policías fueron asesinados en el registro a una casa.
Las seis primeras explosiones ocurrieron de forma coordinada hacia las 8.45 horas locales en tres hoteles de lujo en Colombo –el Cinnamon Grand, el Kingsbury y el Shangri-La, todos de categoría cinco estrellas–; en una iglesia de la capital; otra en un templo de Katana, en el oeste del país; y un tercero en Batticaloa, en el este de la isla, explicó el portavoz de la Policía de Sri Lanka, Ruwan Gunasekara.
La séptima detonación, en la que hubo dos fallecidos, se registró horas más tarde en un pequeño hotel situado a unos 100 metros del zoo de Dehiwala, un suburbio ubicado a una decena de kilómetros al sur del centro de Colombo. A primera hora de la tarde se produjo la octava explosión en un complejo residencial en Dematagoda, en Colombo.
La Vanguardia